Alfredo Díaz Ordaz: el productor que llevó The Doors a México y convirtió a Thalía en un símbolo sexual
Después de muchos años de haber muerto Alfredo Díaz Ordaz, el hijo menor del tristemente célebre expresidente Gustavo Díaz Ordaz (a quien históricamente perseguirá siempre la sombra de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968), su nombre vuelve a ser tendencia debido a un episodio acontecido en la famosa (y hoy desaparecida) discoteca Baby'O de Acapulco a principios de los 90, cuando el productor musical sostenía una tormentosa relación amorosa y profesional nada menos que con Thalía.
Esto vino a colación al rescatar la periodista y comentarista de farándula Martha Figueroa (que es incisiva, pero siempre confiable) la anécdota que, en 1993, poco antes de la muerte de Díaz Ordaz, se hizo famosa en medios —recordemos que era una época en que no había redes sociales y las noticias se "viralizaban" de otra manera— porque el compositor, que en su momento fue el descubridor de Mijares y Thalía, con quien tenía una borrascosa relación sentimental desde 1990, tuvieron un altercado en el club, delante del público.
Entre las personas involucradas en la gresca estaba también Yolanda Miranda, la madre de la cantante, que si bien apreciaba lo que había hecho Díaz Ordaz para catapultar la carrera de su hija como lo hizo —sigue siendo uno de los lanzamientos más controversiales en la historia del pop mexicano, ni los de Gloria Trevi o Alejandra Guzmán fueron así de polémicos— no le gustaba para nada que pretendiera casarse con su hija y tomar el control de su vida en todos sus aspectos; después de todo, Yolanda era la madre y la manager y no quería verse desplazada por este sujeto que era un fenómeno, lo mismo de carisma y talento musical, que de vicios adquiridos y problemas de temperamento.
Se sabe que ambos se daban hasta con los platos rotos: la canción 'Un pacto entre los dos', que él le escribió, es un reflejo de lo pasional y temperamental que fue su relación, algo que la propia Thalía ha señalado con el paso de los años; antes que conociera la estabilidad con Tommy Mottola, Alfredo fue su gran amor y con él tuvo una conexión que fue única.
Alfredo Díaz Ordaz Borja, tercer hijo del expresidente y su consorte, doña María Guadalupe Borja, nació en una era en la que México se encontraba en el centro de una transformación. A él le tocó escuchar de primera mano a las bandas que influyeron para romper con el conservadurismo de la música ranchera y regional: la música en inglés que muchos (entre ellos sus padres) consideraban "extranjerizante", pero que dio a los jóvenes un nuevo medio de expresión: el rock and roll.
Amante del rock y de la música clásica, Alfredo estudió música, desafiando a sus padres y se casó muy joven con Paulina Castañón (quien 25 años después se vería involucrada en un escándalo político-social a nivel internacional con su segundo marido, Raúl Salinas de Gortari), una joven de la mejor sociedad. Fue bajo los auspicios de Alfredo que la controversial e icónica banda The Doors se presentó una sola vez en 1969 en Ciudad de México, en una época en la que los conciertos masivos (y de bandas extranjeras) estaban extraoficialmente prohibidos.
Alfredo Diaz Ordaz tenía gustos y sensibilidades que chocaban con la media pero era visionario y talentoso (aunque quienes lo conocieron profesionalmente señalan que también era muy egocéntrico y volátil y que podía cambiar de humor drásticamente. Pero esto no obstó para que ayudara a crear una serie de temas y artistas que vinieron a dejar huella).
Cuando en 1990 se le encomendó tomar a Thalía, que acababa de dejar Timbiriche, para crearle una imagen y un disco como solista, las chispas entre ambos volaron. Tomando elementos que ella misma aportó —como su predilección por Marilyn Monroe, por ejemplo—, Diaz Ordaz creó una imagen completamente diferente, con influencias de psicodelia y glamour que causó mucho impacto y era tan fuerte, que hasta Raúl Velasco quedó patidifuso y la calificó de "corrientota" (uno supone que el hecho de que los temas que cantaba la chica tuvieran que ver con sadomasoquismo y saliva contribuyó al escándalo).
La relación amorosa de Díaz Ordaz y la cantante fue material de chismes por largo tiempo, sin embargo, para ella fue mucho más significativa. Al punto de que estuvieron comprometidos para casarse (aunque ese compromiso se rompió antes de que él muriera y no como consecuencia de su muerte, como se ha reportado erróneamente en épocas recientes) y él le produjo dos discos más, que conforman la trilogía de "Amor, lágrimas y sangre" y que fueron de los más exitosos de la carrera de la joven, quien al morir Alfredo, firmó con Sony Music, para hacer discos producidos por Emilio Estefan, en la compañía dirigida por Mottola (entonces aún casado con Mariah Carey) y el resto, como dicen, es historia.
Sin embargo, hay una anécdota que Thalía cuenta y que vale la pena rescatar. Cuando Diaz Ordaz murió, a fines de 1993, a consecuencia de una devastadora hepatitis C, ella estaba grabando en locación en Ixtapa, Zihuatanejo, escenas de la telenovela 'Marimar', que se estrenaría al año siguiente.
La estrella fue notificada durante un corte a comer y se mostró visiblemente alterada por los hechos; se apartó del elenco y fue a la sombra de un árbol a despedirse de quien fuera tan importante para ella: lloró y lo recordó unos minutos, hasta que, según cuenta, sopló una brisa y aparecieron mariposas, algo que ella interpretó como una despedida del hombre que la convirtió en el símbolo sexual de toda una generación.