El hijo de inmigrantes sirios que dejó el almacén de ramos generales para convertirse en el gran caballero del folklore

Eduardo Falú vuelve a ser guitarra, a 100 años de su nacimiento y diez de su partida
Eduardo Falú vuelve a ser guitarra, a 100 años de su nacimiento y diez de su partida

Eduardo Falú nació hace cien años. Y aunque ya pasó una década de su muerte, el centenario es buen motivo para celebrar su obra. El Festival Guitarras del Mundo -con curaduría de su sobrino Juan Falú, otro guitarrista y compositor genial- decidió homenajearlo en la edición 2023, que comienza hoy. El resto de la dedicatoria está cada vez que en una peña o en cualquier festival del interior de país se enciende alguna de sus zambas o chacareras.

Si en el lenguaje periodístico las despedidas son llamadas (demasiado formalmente) necrológicas, parece inevitable volver sobre aquella semblanza -escrita cuando don Eduardo partió calladamente, hace diez años-, para sintetizar su obra y su estilo, que marcaron una huella imborrable en el folklore argentino.

Prodigio de la guitarra, refinado folklorista, iluminado compositor y melodista. El hombre de la voz grave y cálida. El último referente de esa maravillosa camada de poetas y compositores que Salta dio como sincero regalo a todo el folklore de nuestro país. Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos, Eduardo Falú: un firmamento irrepetible dentro de la música popular argentina. Eduardo fue (y es) un nombre que no se puede eludir en el momento de hablar de lo más rico que tiene el cancionero del noroeste argentino. Su sociedad artística con César Perdiguero, con escritores como Ernesto Sábato y, especialmente, con Jaime Dávalos, contribuyeron con muchas de las mejores obras que hoy tiene el acervo musical telúrico.

Con kimono y un long play suyo editado en Japón, en 1973
Con kimono y un long play suyo editado en Japón, en 1973 - Créditos: @ARCHIVO LA NACION

Seguramente lo que se recuerde de su obra sean las piezas más conocidas. Para empezar, la “Tonada de viejo amor”, con una poesía exquisita de Dávalos embellecida con cada nota que le puso el guitarrista. No solo los que tienen los años suficientes la habrán tarareado y entonado alguna vez. También las más jóvenes generaciones que hoy cultivan el folklore visitan su repertorio, y especialmente esta canción.

Y nunca te’i de olvidar / en la arena me escribías / y el viento lo fue borrando /y estoy más solo mirando el mar. (...) Herida la de tu boca/ que lástima sin dolor/ no tengo miedo al invierno/ con tu recuerdo lleno de sol.”

Esta tonada no es la única que ha sonado en voces excelsas como las de Mercedes Sosa y que hoy sigue sonando en los repertorios de tantos músicos noveles. “Las golondrinas”, “Vidala del nombrador”, “Sirviñaco”, “Vamos a la zafra” y “Río de tigres” son solo algunas de las que escribió con Dávalos. Y no hay que olvidar obras conceptuales, como el Romance a la muerte de Juan Lavalle que compuso con libreto de Sábato, o cuando puso su voz a esa profunda y dolida “Milonga del muerto”, de Sebastián Piana sobre el poema de Jorge Luis Borges, probablemente la mejor síntesis que se haya plasmado en música sobre la Guerra de Malvinas .

Cantaba Falú: “Oyó las vanas arengas/ de los vanos generales./ Vio lo que nunca había visto,/ la nieve y los arenales. Oyó vivas y oyó mueras,/ oyó el clamor de la gente./ Él solo quería saber/ si era o si no era valiente.”

Las canciones de Falú viajaron solas, por toda la Argentina y el exterior; en cambio, la guitarra siempre anduvo de acá para allá colgada de su mano. Porque a pesar de su gran talento como compositor fue un embajador de la música argentina gracias a su guitarra. Así fue como inició su carrera y se convirtió en un músico famoso. “El hombre es hijo de la tierra y de su paisaje. Mi música y mi canto están cumpliendo con esa necesidad, casi instintiva, que alberga mi ser”, contó en una entrevista con LA NACION.

Eduardo Falú, en uno de los ensayos con la Camerata Bariloche
Eduardo Falú, en uno de los ensayos con la Camerata Bariloche

Hijo de Juan y Fada, dos inmigrantes sirios que tenían un almacén de ramos generales, nació el 7 de julio de 1923 como Eduardo Yamil Falú, en El Galpón, un pequeño pueblo a unos 150 kilómetros de la capital salteña. Pero al poco tiempo la familia se trasladó a Metán. Su primera formación musical fue autodidacta y una vez que se instaló en Salta comenzó a dar los primeros pasos en el oficio. Debutó con el grupo Los Troperos, en Radio LV9 de Salta, y al poco tiempo Buenaventura Luna lo convocó para integrar La Tropilla de Huachi Pampa.

En 1945 se mudó a Buenos Aires y fue convocado para presentarse en Radio El Mundo, junto a César Perdiguero, con quien estableció una de sus primeras sociedades musicales ya como profesional. Solía recordar que la primera vez que había pisado Buenos Aires la vio demasiado grande y extrañaba sus cerros de infancia y juventud. Por otro lado, lo fascinaban las avenidas anchas y el río “que parecía un mar”.

Tiempo después comenzaría a componer con Dávalos. De esa dupla artística surgió el primer simple, “Vidala del nombrador”, que publicó en 1950. Su perfeccionamiento en la música, con maestros como Guastavino, y como guitarrista, fueron decisiones que no solo influyeron en su vida. También dejaron una marca en la música local.

“Mi profesión tuvo que ver con la casualidad. Nunca hubiera imaginado este destino para mí. Tenía claro que no me entretenían los oficios que cumplían con los designios de la sociedad común. Eso no era para mí. Siempre me gustó disfrutar de la noche y observar como se quedaban a guitarrear los paisanos hasta la madrugada. Ese mundo me atraía, y creo que fue decisivo para que me terminara volcando por este camino”, contó, a modo de balance, cuando celebró su medio siglo de música.

Falú comenzó a hacer sus primeras giras importantes por la Argentina y el exterior. En 1954 dio conciertos en los Estados Unidos. En 1958 hizo una gira por la Unión Soviética. En 1959, grabó en París. En el 63, realizó cuarenta conciertos en Japón. Y en lo que tiene que ver con el aporte novedoso al folklore, su interés por crecer como intérprete y compositor se vio reflejado en varias obras que acercaron lo popular a lo académico, como las dos suites que denominó “Argentina”, y que se escuchan habitualmente interpretadas por orquestas. La primera de ellas fue originalmente pensada como una pieza guitarrística que sirve de resumen de un estilo propio y que fue influencia e inspiración para muchos colegas que vinieron después. Falú amplió las posibilidades para el instrumento y, de algún modo, fue una buena escuela que no tuvo imitadores directos.

Si la vida de músico no le quitó tiempo para otras actividades, como la defensa del derecho autoral, en su rol de vicepresidente de Sadaic; tampoco le quitó tiempo para la familia. Incluso, supo combinar ambas cosas ya que uno de sus hijos, Juan José, también se dedicó a la guitarra. Juntos compartieron varias giras de conciertos, en importantes salas del exterior.

Eduardo Falú junto a su compañera de música
Eduardo Falú junto a su compañera de música - Créditos: @ARCHIVO LA NACION

“No quería que este aniversario trascendiera demasiado. Pero mucha gente que me quiere se encargó de hacérmelo notar”, decía don Eduardo en 1997, al cumplir cincuenta años de músico. Y ahora, más de un cuarto de siglo después, es homenajeado en el festival dedicado al instrumento que dominó como pocos.

  • Guitarras del Mundo se realiza hasta el domingo 8 de octubre en 37 sedes de todo el país, con entradas gratuitas (en la mayoría de los casos, hasta agotar la capacidad de cada sala). El concierto de apertura será esta tarde, a las 17, en el CCK (Sarmiento 151) e incluirá a Les Fernandes (Argentina), Itaguay 55 (Uruguay - Italia), Isabel Siewers (Austria-Argentina), Cuarteto de Guitarras de Costa Rica (Costa Rica), Adam Levin (EEUU) y Carlos Martínez (Argentina), quien hará el primer homenaje a Falú de este festival. Toda la información, con la programación completa, se puede encontrar en argentina.gob.ar/cultura