Las altas temperaturas del verano afectan (y mucho) a nuestra salud mental

mujer relajada junto a un lago, al aire libre
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Los expertos lo tienen claro: el calor de los meses de verano puede influir en la salud mental. Es una época que puede ser especialmente sensible en personas que tengan de base algún trastorno mental, pero no solo. “Por supuesto que sí. Los seres humanos tenemos un componente biológico regulado, entre otros factores, por la intensidad y la duración de la luz solar. Los cambios de esta influyen en los llamados ciclos circadianos, que se relacionan con multitud de aspectos de la fisiología: el sueño, los niveles de ciertas hormonas, la vitalidad, el estado de ánimo, la sensación de calma o de tensión interna, nuestra impulsividad o las tendencias agresivas”, nos detalla la doctora Ana Isabel Sanz, psiquiatra y psicoterapeuta directora del Instituto Psiquiátrico Ipsias y también directora del Departamento de Psiquiatría del Centro de Rehabilitación Dionisia Plaza de Madrid.

Así, la doctora nos explica que el verano modifica sustancialmente la intensidad y la duración de la luminosidad, lo cual, sumado al efecto del incremento de la temperatura, impacta de manera significativa en nuestro estado emocional. “De hecho, ciertas patologías anímicas como las depresiones o los trastornos bipolares pueden tender a descompensarse (aunque no siempre ni de forma sistemática) en determinadas estaciones del año. No es infrecuente que en verano aumente la tendencia a que las personas con trastorno bipolar experimenten fases de elevación de su humor, llegando incluso a fases de euforia si no se cuidan adecuadamente”, nos detalla la psiquiatra.

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mujer sentada en la playa relajada
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Así es como influye el calor

Hay un factor, además, que también puede interferir, como es el calor. ¿De qué forma pueden llegar a influir las altas temperaturas en las personas que tienen algún tipo de problema de salud mental? “Las temperaturas elevadas -y sobre todo si se mantienen durante períodos prolongados- influyen negativamente en el bienestar psicofísico de la mayoría de la población. Pueden alterar la cantidad y la calidad del sueño, aumentar la irritabilidad anímica, dificultar un rendimiento cognitivo óptimo debido a la sensación de aturdimiento y falta de claridad mental, y alterar la conducta aumentando la inquietud y, en casos extremos, la tendencia a la agresividad en diversos grados”, nos enumera la doctora.

Pero es que apunta, además, que en las personas con trastornos psicoemocionales esta sensibilidad al exceso de temperatura suele ser más acusada. Y nos confirma que, de hecho, hay cada vez mayor preocupación de los investigadores por los efectos del cambio climático sobre el equilibrio psíquico de las personas. “Existen ya diversos estudios que confirman en muestras poblacionales amplias que la elevación de las temperaturas se correlaciona con el aumento de consultas debidas a alteraciones de la salud mental y que incluso ponderan el aumento en grados de la temperatura con el incremento, por ejemplo, del número de suicidios”, comenta.

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¿Qué es el llamado estrés térmico?

Le planteamos a la experta que hay quien habla incluso del concepto estrés térmico, ¿puede llegar a influir no solo nuestra salud física, sino también la mental? “El concepto ‘estrés térmico’ hace referencia a las alteraciones psíquicas y físicas producidas en el organismo por temperaturas que superan el rango ideal para nuestra homeostasis. Más allá de las diferencias individuales, el organismo humano y sus mecanismos de regulación de la temperatura responden de forma óptima y con bienestar en determinados rangos de temperatura y humedad. Cuando estos parámetros asociados al confort se alteran de forma brusca y mantenida, existen respuestas que dañan física y psíquicamente nuestra integridad, a veces incluso con riesgo para nuestra integridad vital”, indica la psiquiatra.

Así, detalla que en el plano psicoemocional, las repercusiones de ese sufrimiento asociado a la ruptura de nuestra zona de confort térmico, son tan importantes como las psíquicas. El exceso de calor mantenido afecta nuestras emociones, el rendimiento cognitivo, la fluidez en el pensamiento y la conducta.

“Las épocas de calor excesivo se vinculan a mayor probabilidad de descompensaciones eufóricas en personas bipolares, a empeoramiento de los síntomas de ansiedad y a exacerbaciones de los trastornos de la conducta alimentaria”, apunta y añade que “existen investigaciones que apuntan panoramas incluso más pesimistas, habiendo detectado relación entre épocas de calor excesivo y aumento de las conductas violentas, incluso de las homicidas, de las autolesiones y de los suicidios”.

También han observado (a través del estudio de las consultas a urgencias) empeoramiento del estado mental de personas con demencias o esquizofrenia y otras psicosis. “Se trata de observaciones que aún deberíamos tomar con precaución porque falta un volumen de estudios suficientes, pero no deberíamos ignorarlas y, más allá del miedo y el catastrofismo, deberían inducirnos a estar más pendientes de actitudes preventivas y de un mayor cuidado de aquellos sujetos que pueden ser más vulnerables a descompensarse psíquicamente en estos meses de especial calor”, reflexiona la doctora Sanz.

mujer feliz y relajada en la playa, con un sombrero y gafas de sol
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Cómo afecta el cambio de las rutinas

Lo que es un hecho es que en verano, especialmente en las semanas de vacaciones, cambian las rutinas, hay más tiempo libre y horas muertas, tal vez se pasa más tiempo con la familia... ¿Son todos ellos factores que pueden influir en un paciente con problemas de salud mental? “El cambio de rutina que implica el verano se asocia principalmente a aspectos positivos: menos estrés, diversión, liberación de todo tipo de constricciones... Y hay una parte real en ello, pero no todo son ventajas. Hay individuos que toleran mal la desestructuración de su cotidianidad y en verano se adaptan mal a ese ‘tiempo libre’, porque les cuesta organizarlo y les produce angustia”, explica la especialista.

Y nos detalla que esta circunstancia afecta especialmente a personas ansiosas. “A los sujetos con patologías que requieren un orden vital para mantener adecuados hábitos de sueño, abstinencia de drogas, pautas regulares en la toma de sus tratamientos, niveles mantenidos de actividad física o mental. El ‘dulce caos’, el verano puede implicar un período de inestabilidad”, nos dice.

¿Quiénes tienen un mayor riesgo? “Personas con bipolaridad, trastornos del comportamiento alimentario, adicciones varias, psicosis, deterioro cognitivo en grados variables...constituyen un amplio espectro de sujetos más vulnerables a repercusiones negativas del verano sin las adecuadas medidas de prevención”, detalla.

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El verano y la familia

La experta cita también otro aspecto bien conocido por los profesionales  y es la prueba de fuego que el verano implica para las familias y, sobre todo, para las parejas. “Pasar más tiempo juntos implica muchas veces poner a prueba la salud tanto de la pareja como la de toda la unidad familiar. Y no siempre el resultado es positivo. Al estar más en conexión emergen conflictos latentes que la rutina del trabajo soslayaba. Si se enfocan con éxito estas tensiones, será un momento de reencuentro y de reforzar vínculos de mejor calidad. Si el alejamiento es demasiado y los deseos de resolverlo no parecen suficientemente motivadores o se carece de estrategias para afrontar esa crisis, el final del verano puede ser también el comienzo de una separación definitiva”, nos explica.

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familia feliz de vacaciones en la playa volando una cometa
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Personas especialmente vulnerables

Los individuos especialmente vulnerables a los efectos negativos del verano sobre la salud mental son, en opinión de la doctora, aquellos con trastorno bipolar, los afectados por problemas de ansiedad en sus diversas manifestaciones (ansiedad generalizada, fobias, espectro obsesivo...) y los sujetos con distorsiones de la imagen corporal y alteraciones del comportamiento alimentario (anorexia, bulimia, vigorexia, dismorfofobias...) debido a la mayor exposición del cuerpo ante los demás.

“Además, las alteraciones del sueño asociadas al excesivo calor del verano y a la menor atención a la higiene de esta función fisiológica pueden resultar desencadenantes de empeoramientos prácticamente en todas las alteraciones de la salud mental”, nos dice.

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Consejos para cuidar la salud mental en verano

Para finalizar, le preguntamos a la doctora qué consejos daría para cuidar nuestra salud mental en estos meses de verano. “El verano es un período agradable, de diversión, de reencuentro con los otros y con uno mismo, pero no debería serlo en condiciones caóticas ni de desmedida. Respetar un cierto orden en los patrones fisiológicos más básicos, el sueño, por ejemplo; ser consciente de posibles vulnerabilidades emocionales que no debemos dejar de atender, no tener unas expectativas desmedidas de ‘desenfreno’ y ‘felicidad absoluta’, dejar tiempo para un adecuado descanso, evitar los excesos en la exposición al calor excesivo, al consumo de sustancias que son nocivas para la salud aunque se vinculen al disfrute... serían algunas posibles guías para que el verano sea pleno y no una fuente de potenciales disgustos, descontroles e, incluso, problemas con nuestro bienestar y el de los que nos rodean”, concluye.