Álvaro Cueva, el crítico de TV que cuenta sus peores tragedias para que la gente deje de quejarse por la cuarentena
POR Ericka Rodríguez-. En medio del encierro por la pandemia de coronavirus y los cientos de quejas que se leen a través de redes sociales, el periodista y crítico de televisión mexicano Álvaro Cueva decidió que contarles a todos cómo ha enfrentado los peores momentos de su vida, y cómo ha salido adelante, es la mejor forma para que las personas abandonen la idea de que estar en cuarentena preventiva es lo peor que puede pasar.
Álvaro ha enfrentado verdaderas vicisitudes, como el abandono de su padre, el bullying de su familia por tener sobrepeso y por ser gay, y los momentos donde se quedó sin trabajo en los peores escenarios.
Una de las primeras experiencias amargas le ocurrió en 1968, cuando se mudó con su familia al norte de Estados Unidos en busca de una vida mejor, pero el matrimonio de sus padres no soportó los cambios y él regresó con su madre a Monterrey, Nuevo León, de donde es originario, y “todo se fue al diablo”.
El divorcio de sus padres lo dejó en soledad y le permitió desarrollar lo que sería el sueño de vida, aunque en ese tiempo no estaba consciente de ello. Para 1984, “cuando me inscribí a la carrera, pedí una beca y el Tec me dio 22.5% de crédito educativo. Mi papá, cuando se enteró, estalló en furia y me exigió que lo cancelara porque eso era un insulto para él. Si lo hubiera hecho, jamás hubiera podido terminar la carrera porque con el paso de los años nuestra economía familiar se vino abajo y él desapareció”.
Además del hogar roto, que compartió con dos hermanos, Cueva se enfrentó inicialmente a las humillaciones por ser gay, y contó en Facebook que en los años 70 se acostumbraba que a las personas homosexuales se les llevaba con un psicólogo para “erradicar” su orientación sexual. A escondidas, Álvaro era sometido a terapias que fueron interrumpidas cuando el especialista escribió en su expediente algo que aterrorizó a su mamá, y antes de que “los demás se enteraran de que no éramos la familia perfecta de sus sueños”, lo dejó de obligar a tomarlas.
Pero el bullying en la vida del periodista era constante, y asegura que su familia terminó con su autoestima. “Todo el tiempo me decían que yo era feo, gordo, prieto, raro y “güevón”. Así en ese orden. Nunca me quedó claro si lo que raro era por joto o por nerd, pero definitivamente, era algo terrible, anormal, y yo, lo peor del universo”.
Álvaro estaba lejos de sospechar que enfrentar las humillaciones de su núcleo familiar no sería lo peor, sino que la vida le tenía deparados otros momentos duros que acabarían por fortalecer su carrera y su amor propio. El crítico de televisión nunca bajó la guardia y comenzó a buscar una oportunidad para desarrollarse hasta que consiguió escribir una columna llamada ‘Lágrimas de cocodrilo’ y después otra titulada ‘Videotape’, ambas para los diarios ‘El Norte’ y ‘Reforma’ de Monterrey. En 1991 llegó a vivir a la Ciudad de México sin un peso.
“Llegué en camión con una caja de cartón que tenía, una televisión, una videocasetera, una cobija, un plato, un tenedor, una cuchara y un cuchillo. Tenía una beca para estudiar en la Escuela de Escritores de la Sogem, la promesa de Palmira Olguín de que me iba a recibir en el departamento de Recursos Literarios de Televisa y el poquito dinero que recibía por mis columnas en el periódico ‘El Norte’”.
Pasaron 7 años y llegó la oportunidad de sus sueños, ser conductor de ‘Ventaneado’, pero meses después fue despedido. Álvaro pudo haberse ido a Televisa y hacer una escandalosa carrera aprovechando para hablar mal de su exjefa Pati Chapoy, pero eligió ser congruente.
“Asumí los altísimos costos de mi fracaso, aprendí, crecí y hasta el día de hoy estoy profundamente agradecido con mi amada Pati, con mis queridos compañeros de aquel entonces y con la gran TV Azteca”.
Así llegaron sus columnas más exitosas: ‘El Pozo de los Deseos Reprimidos’, ‘Ojo por Ojo’, ‘Columna Higiene Mental’, ‘Archivo Cueva’ y ‘El Mundo de Álvaro Cueva’, y los libros ‘Lágrimas de cocodrilo’, ‘Historia mínima de las telenovelas en México’, ‘Sangre de mi sangre’ y el primer diccionario de telenovelas de México, éste último le costó el rechazo de todas las editoriales tratando de que lo publicaran.
Pero después de esta etapa de colaboraciones, el periodista conoció el fondo de la depresión y el límite de la obesidad, y tras perderlo todo “tomé todo el dinero que me habían pagado en Televisa por la adaptación de ‘Corona de lágrimas’ que estaba haciendo y me fui a Hong Kong a recibir el año 2000. Y sí, mi vida cambió. Hubo un antes y un después de ese viaje”.
Entre los años 1999 y 2000 se presentó ocasionalmente como crítico en Televisa y en 2002 tuvo apariciones en el programa llamado ‘El Pozo’ en el canal 40, donde compartía créditos con Carlos Loret de Mola. De 2004 a 2006 tuvo incursiones regulares en el Canal 22. Sin embargo, en octubre de 2003, Álvaro iba a convertirse en padre y una semana antes del nacimiento de su hijo cancelaron el programa ‘Radio Total’ donde también colaboraba. Una vez más tuvo que levantarse y crear las oportunidades para salir adelante.
Han sido muchos los baches que Álvaro Cueva ha sorteado, pero ha escrito más de 300 artículos especializados en espectáculos y comunicación, así como guiones de cine, radio y televisión. Este 2020 también está lleno de adversidades, además del COVID-19, y es que se despidió de su programa ‘Alta definición’ luego de 14 años al aire, pero también le dio la bienvenida a ‘El show de las TLNovelas’ donde rinde homenaje a la industria de las telenovelas y tiene la oportunidad de hacerlo entrevistando a los propios protagonistas de los melodramas.
https://t.co/vjDX7HZN8d “El show de las TLNovelas” es el primer gran homenaje a todos los creadores de melodramas seriados de este país. @tlnovelastv #ElShowDeLasTLNovelas #telenovelas #CunaDeLobos #Television #TLNovelas pic.twitter.com/MWaj5ZJ9DT
— Álvaro Cueva (@AlvaroCueva) January 4, 2020
Hoy por hoy es considerado uno de los críticos de televisión más leídos y respetados, con un estilo particular con el que alaba, analiza, reflexiona y nos hace mirar la televisión con otra perspectiva en el momento en que nos dice "¡Chéquelo!".