Amanda Miguel recupera su raíz folklórica mientras mantiene el legado de Diego

El álbum anterior de Amanda Miguel, “80*15”, salió en el 2015, por lo que, a lo largo de casi una década, no hubo noticias mayores acerca de la placa discográfica que lo sucedería, al menos de manera pública.

De hecho, durante una entrevista que le hicimos hace un par de años, la autora de “Él me mintió” nos comentó que, debido a la reputación labrada en sus 45 años de carrera, todavía estaba tratando de encontrar el repertorio ideal para su siguiente producción.

La respuesta a la interrogante llegó de manera sorpresiva hace unas cuantas semanas, cuando se empezaron a lanzar sencillos inéditos, acompañados de sus respectivos videoclips, y se dio a conocer que estos se verían sumados por otros temas (son 10 en total) con el fin de darle vida a “Yo soy”, el álbum que acaba de ponerse a la venta.

Además de ser un tributo al folklore sudamericano -y mayormente, al argentino-, el disco salda una deuda que Amanda tenía con su país de origen, porque vivió a lo largo de cuatro décadas en México, al lado de su esposo (y también súper estrella de la música) Diego Verdaguer, y lanzó incluso un álbum dedicado a la ranchera, “Rompecorazones” (1992). Pero no había grabado nunca algo como esto.

“A pesar de haber trabajado tanto en los países latinoamericanos, nunca sembré en mi país y, por lo tanto, nunca recogí”, nos dijo recientemente la artista a través de una conexión por Zoom en la que reconoció no haber dado muchos conciertos en las tierras gauchas que la vieron nacer, aunque, según ella misma, su despertar artístico se produjo en México.

El origen de “Yo soy” se puede rastrear hasta los meses anteriores a la pandemia, cuando Amanda y Diego convocaron a sus numerosos amigos en la casa que tenían en la capital azteca. Como lo recuerda la cantante, fue un encuentro lleno de alegría y de música en el que participó Pablo Ahmad, un reconocido instrumentista argentino que terminó siendo el productor de este disco.

“Todos estaban cantando, menos yo, hasta que, en un momento dado, dijeron: ‘Bueno, ahora le toca a Amanda’”, contó nuestra entrevistada. “Y yo dije: ‘¿Pero qué voy a cantar, si no sé nada del folklore argentino?’ Hasta que me acordé de que cuando era chica me sabía una canción que se llamaba ‘Balderrama’, y que terminó estando en el disco también, donde la grabé con ‘la Sole’ [Soledad Pastorutti]”.

Amanda había escuchado esta canción cuando era una niña, y lo había hecho en el bar de su abuelo, que era originario de Barcelona, pero que había llegado a la Patagonia escapando de la Guerra Civil Española. El caballero estableció no solo un establecimiento de bebidas en Gaimán, la localidad donde nació Amanda, sino que también tuvo un cine en el mismo lugar.

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Y fue allí donde nuestra entrevistada, con solo siete u ocho años a cuestas, vio por primera vez a Mercedes Sosa, leyenda de la canción latinoamericana y responsable de haber popularizado con su voz muchos de los temas que figuran en “Yo soy”.

“Con ella, fue la primera vez que sentí algo muy bonito”, nos dijo Amanda, antes de enfocarse nuevamente en la interpretación musical que hizo de manera espontánea en su propia casa. “Después de que canté ‘Balderrama’, Diego me dijo: ‘Eso te quedó precioso. ¿Por qué no haces un disco de folklore?”

Este es entonces un álbum que le rinde de algún modo tributo a muchas personas.

Cuando Diego no estuvo más con nosotros, yo me aferré a la idea de este disco para encontrarme de algún modo a mí misma, porque es realmente un trabajo de introspección que hice para crecer espiritualmente, ya que se encuentra lleno de joyas latinoamericanas que tienen unas letras espectaculares y un gran contenido.

Este es el único disco que tengo en el que las canciones no están escritas por mí, por Diego o por [mi hija] Ana Victoria, porque nosotros hemos sido siempre autores de los temas que interpretamos.

Estoy muy contenta con los resultados, porque desde que se inició el proyecto, se sumó a él León Gieco con su tema “Solo le pido a Dios”, una canción que hoy le hace honor al mundo, porque, para variar, siempre hay alguna guerra por ahí. Leo Dan me regaló otra canción muy bonita, muy alegre; una chacarera que se llama “No dejes que el chino hable” y que es de autoría, pero que él nunca sacó. También participó Piero. El de “es un buen tipo mi viejo”. Qué divino. Grabé además “Todo cambia”, de este señor chileno que es un genio.

Julio Numhauser, fundador de Quilapayún.

Exactamente.

Lo interesante es que, en este álbum, todo suena completamente folklórico, incluyendo la interpretación de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, un tema de Fito Paez que no era originalmente folklórico.  ¿Cómo fue para ti grabar todas las voces principales en estos temas y mantener un poco tu estilo, que es muy particular, pero adaptándolo al sentir del folklore latinoamericano?

No me costó trabajo, porque es evidente que siempre tuve esa música dentro de mí. Cuando Leo Dan me dio la chacarera de la que ya hablamos, creo que él estaba pensando que a lo mejor yo no la iba a poder hacer interpretar del modo tradicional.

Pero cuando la empecé a grabar y se la mandé para que me diera su opinión, me dijo: ‘Ay, Amanda, me sorprendes. ¿Cómo es que le pones tu estilo y te queda tan bien toda esa música?’ Y la verdad es que me quedó

muy bien porque escuché esa música desde chiquita, y desde chiquita sabía que iba a ser cantante y que iba a ser famosa, por lo que también cantaba música folklórica cuando era una niña.

No lanzaste un disco nuevo en mucho tiempo, pero sí has estado estrenando sencillos, tanto tuyos como de Diego, en su caso de manera póstuma.

Con toda la energía que traía, mi esposo nos dejó un montón de proyectos que iba lanzar en nuestra compañía, la que él mismo fundó, y que ahora llevamos mi hija y yo, afortunadamente con mucho éxito. Se llama DIAM Music y es una compañía de discos independiente.

Durante todos estos años, hemos ido sacando sencillos con los que hemos ido cumpliendo sus sueños. Ahorita vamos a sacar una canción suya con Yuri, pero también lanzamos temas en los que aparece al lado de Carín León, Cristian Castro y Ana Bárbara. Ahora que él no está, nos hemos convertido en ‘las Diegas’.

Tenemos la responsabilidad de seguir, que ha sido de alguna manera lo que nos ha curado, porque después de una pérdida tan tremenda y del vacío tan grande que nos dejó, lo único que te permite sobrevivir es mantenerte activo.

Regresando un poco a lo del disco nuevo y a su contenido, cuando se habla del folklore sudamericano, es imposible dejar de lado el interés social que tenían estas canciones y el respaldo que le daban a las clases trabajadoras. “La cigarra”, el tema de Marilena Walsh que interpretas, se convirtió en un himno de la democracia y la libertad, y fue prohibido durante la dictadura militar. “Todo cambia”, que también cantas, habla del exilio, de tener que irte de tu país a causa de la represión. Imagino que no es gratuito que hayas elegido algunas de estas canciones por el sentido de sus letras.

Sí, en definitiva, las elegí porque tienen un gran contenido. Yo abogo siempre por la paz, por lo natural, por lo real, porque no estamos acá de compras. Somos seres espirituales que recibimos un premio o un castigo por lo que hacemos. Yo sí creo en el karma, por ejemplo. Creo en la vida eterna. Nuestro cuerpo es lo que se acaba, pero nuestra esencia espiritual, no.

Es importante prosperar, trabajar, ser agradecido, amar la tierra, educar a los hijos. ¿Por qué tenemos que tener guerras? Si podemos entendernos en ese punto, también tenemos que participar, porque yo siento que mucha gente no lo hace.

La música es cultura y sirve para que mucha gente se de cuenta de lo maravilloso que Dios nos ha dado. Nos ha dado hierbas para curarnos, paisajes para deleitarnos. Tenemos todo. Lo que de repente nos hace falta es ser más agradecidos, más conscientes.

Sé que no vives en Argentina desde hace mucho tiempo, pero allí también hay una situación complicada con el nuevo presidente. ¿Cómo ves lo que está sucediendo?

Yo le deseo lo mejor a mi país. Me fui de él porque, en ese momento, había una represión tremenda. O sea, era una dictadura. A nosotros nos balacearon una vez que estábamos en el carro y no escuchamos que nos querían parar, porque teníamos la música a todo volumen.

Así que deseo que, por fin, y de una buena vez, vea la luz mi país; mi país natal, porque mi país también es México. Deseo que se dejen de lado la corrupción, las mentiras, el engaño, los robos. La política es un tema bastante áspero para mí, y preferiría no tratarlo; pero me gustaría que los políticos fueran más de servir al pueblo que de servirse a ellos mismos.

O sea que no quieres decir directamente nada sobre el que está ahora mismo en la Casa Rosada.

Lo que pasa es que yo pienso que él va bien. Se ha ido mostrando que hay una mejoría, y lo que yo deseo es que haya una gran mejoría para mi país después de tantos años de sufrimiento. La gente merece vivir tranquila, prosperar. Si la gente trabaja, si la gente da lo que tiene que dar, ¿por qué no puede ser feliz?

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.