Amar hasta perder la cabeza

El amor es una especie de locura transitoria en donde el enamorado está fuera de sí en la etapa inicial cuando la emoción le envuelve tanto que pesa incluso más que la razón. De todos modos, no todo el mundo ha estado locamente enamorado en algún momento de su vida.

Los doctores en psicología Elaine Hatfield y G. William Walster, coautores del libro “A New Look at Love” (Una nueva Mirada sobre el Amor), que ganara el premio de la American Psychological Foundation en 1979, definen de forma muy clara el concepto de enamoramiento. Se trataría de una experiencia con una gran carga emocional que podría oscilar entre una felicidad extrema y una tristeza profundamente dolorosa. Es decir, que un amor correspondido llevaría consigo una sensación de éxtasis y totalidad, y el amor no retribuido podría venir acompañado de ansiedad, desesperación, un sentimiento intenso de vacío.

“Perder la cabeza” es una expresión usada con frecuencia. El término perfecto para definir un estado irracional que tiene lugar en algunos procesos de enamoramiento es denominado Limerencia. Concretamente, la enfermedad del amor, tiene que ver con los pensamientos de las personas, los más profundos, una especie de estado mental involuntario. La limerencia consistiría básicamente en ese estado que nos conmueve impidiendo que pensemos en otra cosa que no sea el ser amado.

La limerencia puede representar únicamente una fase de agitación física y mental que tiene como causa principal el amor hacia a una persona. Sudoración excesiva, palpitaciones, confusión, sensaciones de levitar y las hormonas agitadas son las claves de esta fase que está marcada principalmente por el amor romántico.

Como decíamos, la enfermedad del amor comenzó a ser tomada como la Limerencia hace relativamente poco tiempo, concretamente a finales de la década del ´70, cuando fue la psicóloga Dorothy Tennov quien acuñó el término “limerence”. Publicando sus primeros estudios al respecto allá por el año 1979, los que decidió denominar “Amor y Limerencia: la experiencia de estar enamorado”, abordando la temática por primera vez.

Este estado se convierte en enfermedad justamente cuando la persona que sufre la fijación por el otro, no es correspondida. Es natural que el enamoramiento se dé entre dos personas, pero cuando solamente una de ambas lo padece suele traer consigo numerosas consecuencias, impidiendo llevar a cabo las tareas diarias. Allí surge el temor a perder el control sobre el propio pensamiento, conducta o impulsos, que es frecuente en los trastornos de ansiedad.


Quizás todos alguna vez, hayamos “perdido la cabeza”, inspirados en un amor desmedido hacia alguien. Las noticias lo reflejan con bastante frecuencia. De hecho, si hubiera existido internet allá por los años 50 A.C., habría cautivado la epopeya amorosa del general romano Marco Antonio y la reina egipcia Cleopatra, que diera origen es una maravillosa tragedia histórica en cinco actos escrita por William Shakespeare. Marco Antonio, en su pérdida de cordura por amor, llegó a regalarle a Cleopatra VII inclusive tierras del imperio romano.

Ya en estas épocas, no hace mucho, tomó estado público la noticia del pervertido John R. Lind, quien trabajaba en un comercio de tecnología ubicado en Minnesota, Estados Unidos, que luego de ser detenido por las autoridades policiales, confesó haber eyaculado en varias oportunidades en el café de una compañera de trabajo de quien estaba “locamente” enamorado.

También conocimos la historia del hombre chino que quiso sorprender a su novia enviándose a sí mismo por correo a la casa de su amada. Pero nunca contó con que los empleados del servicio perdieran la dirección y la encomienda llegara tres horas después, y el enamorado en estado de completa inconsciencia.

Vemos que el amor puede llevarnos a límites insospechados, ya que nadie nace aprendido y solo los años demuestran qué es el amor para cada uno de nosotros y ese término medio que no es un término estático, sino que varía de una persona a otra.