Ana Obregón da su primera entrevista: “Ya no me quiero ir, terminaré el legado de Álex”

Ana Obregón da su primera entrevista: “Ya no me quiero ir, terminaré el legado de Álex”

La madre de Álex Lequio preocupó muchísimo a su familia, amigos y al público que tanto cariño le tiene. Tras perder a su hijo hace medio año, ella admitió que no le quedaban fuerzas para seguir viviendo y que quería marcharse con él.

Ese dolor que solo puede comprender una madre que ha enterrado a un hijo de tan corta edad, 27 años, hizo que todo el país empatizara con la presentadora y se preocupara por su estado anímico y sus pocas ganas de seguir viviendo.

Sin embargo Ana Obregón resurge una vez más de sus cenizas y ahora, a los seis meses de haber perdido al tesoro más grande de su vida, se pone en pie y, conviviendo con el dolor diario y el luto permanente, va a luchar por cumplir los sueños de Álex Lequio.

Anita aparece en portada exclusiva de la revista ‘Hola’ con un abrigo otoñal completamente negro y un semblante serio pero seguro, afrontando su nueva realidad y gestionando la pérdida de su único hijo.

En la entrevista el titular es claro: “Ya no me quiero ir, quiero seguir el legado de Álex. Quiero hacer esas cosas que Álex quería hacer y que no pudo terminar.” Desde luego, no puede haber mejor homenaje a la memoria del joven emprendedor que el hecho de que su madre se agarre a la vida para lograr las metas que a él, desgraciadamente, el cáncer le arrebató.

Respecto al calvario que vivió los últimos meses junto a su hijo, Ana admite que en la recta final ya no tenía fuerzas para decirle que se estaba marchando pero Álex, consciente de su estado, tampoco le preguntaba: “Siempre le dije la verdad, menos al final; él ya tampoco preguntaba. Los últimos meses fueron de una crueldad que no se puede explicar”, confiesa la presentadora.

"El lunes 11 de mayo los doctores me dijeron que ya, que no se podía hacer más. Tuve 48 horas para hacerme a la terrible idea de que me niño se iba para siempre. La última noche se puso Alessandro a un lado de la cama y yo al otro. Le agarramos la mano... y así se fue. Entonces yo me quedé abrazada mucho tiempo a él. No sé cuanto, cinco horas o así, hasta que vinieron mis hermanas’’, explica destrozada.

La actriz es muy consciente de su situación y no da por superada la muerte de Álex aunque gracias a sus lecturas de autoayuda está comprendiendo qué significa vivir con un vacío permanente y porqué no hay que rendirse.

Una cosa tiene clara, para ella, no hay adiós más duro que el de una madre a un hijo: “En este mundo hay dos tipos de personas: los que han perdido un hijo y los que no. No es dolor por autocompasión, me duele por él... Él tenía 27 años y quería vivir... Me parece una injusticia tan grande que el dolor que tengo es su dolor”.

Y asegura que: “Esta va a ser la entrevista más difícil de mi vida. Hoy ha sido el primer día en seis meses que no he llorado todavía. Pero he leído que las lágrimas son sanadoras. Necesitaba estar sola, en silencio y llorar, porque el dolor si se evita, se magnifica. Y quiero vivir este luto, este duelo, porque es lo que él se merece. Yo no quiero hacerme la fuerte, he sido fuerte cuando Álex necesitaba agarrarme fuerte de mi mano, que nunca tembló. Pero ahora no. Ahora estoy en la fase de la desolación. Tienes un sentimiento terrible de impotencia, ves lo que es la realidad y es insufrible. No es una depresión, para nada, pero se mezclan el dolor, la eternidad de la ausencia... Es así y hay que pasarlo.”

Las palabras de Ana Obregón no dejan indiferente y es que remueven sentimientos profundos que todos podemos compartir incluso sin tener hijos. Ahora su vida se basa en visitas diarias al cementerio y en luchar por tirar adelante: “Perder un hijo es morir y tener la obligación de vivir. El día que nació mi hijo, ese día nací yo. Antes no había vivido. Me dio la vida él a mí. No se la di yo a él. Por eso, el día que se fue, pues me fui yo y lo único que sé es que jamás volveré a ser la misma.”

Lo que Ana tiene claro es que quiere vivir el proceso completo: “Voy todos los días al cementerio. Porque, en ese lugar, yo me siento todos los días y medito, y encuentro que él, aunque ya no esté, está más cerca y eso me consuela. La ausencia y su silencio es algo que te desgarra por dentro. Mi reloj interno se ha parado.”

Echando la vista atrás, Ana cambiaría algunas cosas como: “Me arrepiento de tanto trabajo, de no haber estado más con él, de haber pasado más tiempo juntos de pequeño, por ejemplo. Porque eso es la vida. Dedicar tiempo y amor a las personas que quieres”, concluye.

Respecto al legado de su hijo, Ana está creando una fundación con el nombre de Álex Lequio que se dedicará a investigar sobre el cáncer. Es un proyecto que su hijo mencionó en sus últimos días y que le hacía mucha ilusión: “Él estaba ilusionadísimo. Lo hablábamos en el hospital, al final. Él me decía: ‘Quiero que todo lo que tengo, todo lo que he ganado, vaya a la fundación.”

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