Anatomía de una caída trasciende y profundiza el género policial, con una actuación superlativa de Sandra Hüller

Anatomía de una caída, estreno del jueves 25
Anatomía de una caída, estreno del jueves 25

Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute, Francia/2023). Dirección: Justine Triet. Guion: Arthur Harari, Justine Triet. Fotografía: Simon Beaufils. Edición: Laurent Sénéchal. Música: Thibault Deboaisne (supervisión musical). Elenco: Sandra Hüller, Swann Arlaud, Milo Machado Graner, Antoine Reinartz, Samuel Theis, Jehnny Beth, Saadia Bentaïeb, Camille Rutherford, Anne Rotger. Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 152 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Sandra Voyter es una escritora alemana que vive junto a su esposo Samuel y su hijo Daniel en una bucólica y alejada casa enclavada en los Alpes franceses. Ambos son escritores: ella es muy famosa pero él nunca prosperó en la profesión y se dedica a la docencia mientras cuidan de su hijo, afectado por serios problemas visuales a raíz de un accidente. Abocado a realizar ciertas reformas en la casa, la altisonante música y los ruidos de Samuel interrumpen a Sandra cuando está brindando una entrevista, que por este motivo se pospone. Daniel saca a pasear al perro de la familia, Sandra toma una siesta, y cuando el niño vuelve encuentra a su padre tendido en la nieve mortalmente herido en el frente de la casa donde, en el momento de producirse el acontecimiento, solo se encontraba su esposa.

Y aquí viene la pregunta que da sostén a todo el relato y es el auténtico punto de partida de la recién iniciada trama. ¿La muerte de Samuel fue accidental, un suicidio o un asesinato? Es entonces cuando comienza una investigación, seguida de un juicio, en el cual Sandra es la principal sospechosa y también puede ser la única culpable.

Hay dos grandes pilares que sostienen la mecánica que la directora Justine Triet construye con esta película y que son, por un lado, un guion tan perfecto como sorprendente, con el que consigue un extraordinario retrato del proceso judicial, y por otro, la no menos decisiva interpretación de su protagonista (un memorable trabajo de Sandra Hüller, la nueva gran estrella del cine europeo reconocida desde sus roles en Requiem y Toni Erdmann y nominada al Oscar por este papel), que casi no desaparece de la mirada del espectador durante todo el relato. En su complejidad confronta con la superficial mirada de los otros sobre la vida en pareja, las elecciones sexuales o lo cotidiano del día a día expuesto hasta el detalle. Así, los estamentos de construcción de la verdad como la justicia, los medios de comunicación y las redes sociales son puestos en el centro del debate por la realizadora dada la absoluta ligereza desde la cual desarrollan diferentes reflexiones que impactan en la conformación de la opinión pública, convirtiéndolo todo en un espectáculo degradante para la condición humana y para, incluso como en este caso, la obtención de la tan anhelada verdad.

Además de la expiación de la dinámica intrafamiliar en la historia se añade la compleja posibilidad de comunicarse por parte de una escritora alemana que con su esposo se hablaba en inglés pero que debe obligatoriamente hacerlo en un resbaladizo francés frente a la Corte, aunque en su propia literatura haya dejado perfectamente explicadas diversas intenciones narrativas que parecen coincidir peligrosamente con su vida cotidiana y diversos elementos de odio y venganza que se hacen presentes entrecruzando la realidad y la ficción.

Anatomía de una caída, dirigida por Justine Triet
Anatomía de una caída, dirigida por Justine Triet

Lo que convierte en una obra tan singular a Anatomía de una caída es el desarrollo del “fuera de campo”, que cobra tanta fuerza como lo propio que muestra la cámara al espectador. En el proceso judicial consigue que no sea la clásica oposición entre la culpabilidad o la inocencia del personaje central sino el entendimiento sobre que otras miradas sobre la verdad pueden esconderse en el camino hacia la demostración de un hecho, consiguiendo quebrar constantemente el punto de vista del espectador.

En cuanto a la naturaleza de una acción puesta en tela de juicio, este film se encuentra ligado -incluso desde su título- al gran trabajo de Otto Preminger Anatomía de un asesinato, que protagonizó James Stewart, consiguiendo una progresión de inquietud en el espectador a medida que el acción avanza en el juzgado, si bien cambiando el punto de vista del abogado a la acusada. También por sus diálogos sobre la viscosidad y descomposición de la vida en pareja, Triet hace un tributo a lo mejor de un siempre inalcanzable Ingmar Bergman.

Con su morosidad en el relato y su aparente sencillez, el film de Justine Triet esconde la caída de la pareja sustentada en un realismo casi documental que permite el lucimiento de cada personaje vital para la trama junto a esa escritora de opaca ambigüedad: el marido muerto, ausente desde un comienzo pero siempre presente; el hijo de ambos que no puede ver pero que tiene una enorme percepción de los hechos; el abogado defensor, crédulo y sin dudas en virtud del amor, o el fiscal, con su teatral violencia calculada, sirven para un rompecabezas donde cada pieza nunca es lo que parece pero en su conjunto devuelve una vigorosa reflexión sobre la conducta humana.