Andrew Ridgeley habla de su relación con George Michael y de la vida después del vertiginoso y fugaz éxito de Wham!
A quienes no eran adolescentes en 1984 tal vez les cueste entenderlo, pero acá va: muchos miembros de la generación X recuerdan perfectamente dónde estaban la primera vez que vieron el video de “Wake Me Up Before You Go-Go”, el himno pop de la banda Wham!
En ese video, George Michael y Andrew Ridgeley , los rompecorazones líderes de Wham!, sonríen de oreja a oreja en short de baño mientras repiten el pegadizo estribillo de la canción —cuyo nombre tomaron de una nota que Ridgeley les dejó una vez a sus padres en la puerta de la heladera— frente a un grupo de fans enfervorizados. En el video no falta una sola marca de época: guantes sin dedos, maquillaje flúo, y remeras con la leyenda “Choose Life” (“elegir la vida”), que nada tenía que ver con el aborto. Era la nueva onda bolichera para una generación de chicos y chicas que pensaban que Mötley Crüe era una porquería.
Ridgeley, que cumplió 60 años en enero , recuerda lo divertido que fue el rodaje de aquel videoclip. “Era la primera vez que tocábamos frente al público”, dice desde su hogar en Londres. “El clima en el estudio era realmente exultante y excitante.”
El documental Wham!, que acaba de estrenarse por Netflix, gira en torno a esos años de Ridgeley y su compañero de banda. Dirigido por Chris Smith, la producción sigue el ascenso al estrellato de la banda de pop británico, desde sus descaradas apariciones en el programa musical Top of the Pops en 1982, hasta la consagración mundial que lograron con sus discos Fantastic (1983) y Make It Big (1984), para concluir con su recital de despedida en Londres, en 1986.
El documental, que está dirigido como si también fuera el electrizante videoclip de una canción pop, explica cómo esa mezcla de funk, disco, pop y soul en canciones como “Young Guns (Go for It)”, “Careless Whisper” y “Freedom”, los convirtió en una de las bandas de pop más importantes de fines del siglo XX, a pesar de su efímera vida: apenas cuatro años. A diferencia de bandas que se separan por desacuerdos artísticos o personales, Wham! no tuvo un auge y una caída. “Fue todo para arriba, y se dieron por satisfechos”, dice Smith, el director del documental.
De hecho, Wham! ni siquiera se separó, dice Ridgeley, sino que más bien “quisimos darle a la banda nuestro propio cierre”.
Tal vez los fans se decepcionen cuando vean que en el documental se escucha la voz de Ridgeley, pero no se lo ve en la actualidad: un hombre elegante y casi aristocrático de cabello plateado que conserva su sonrisa descarada. Pero Smith justifica su decisión y dice que si Ridgeley apareciera en cámara solo, sin George Michael —quien murió a los 53 años en 2016— el fenómeno mítico que se propone reflejar la película quedaría desequilibrado.
Según Ridgeley, después de ¡Wham!, él y Michael ya no andaban “pegados todo el tiempo” como ocurría desde que eran niños. Pero el vínculo se preservó.
Si Ridgeley está cansado de que lo conozcan sobre todo por su amistad con Michael, realmente no lo parece porque se le ilumina la cara cuando habla de su amigo, cuya pérdida lo hizo sentir que el mundo se le “vino abajo”. Pero de su vida actual prefiere no hablar mucho : se limita a decir que disfruta mucho de andar en bicicleta.
El documental incluye un abundante archivo de la cobertura de los medios y toneladas de imágenes de los conciertos de la banda, incluidas escenas sus innovadores espectáculos de 1985, cuando Wham! se convirtió en el primer grupo de pop occidental que se presentaba en China.
Pero los tesoros de archivo más personales fueron aportados por la madre de Ridgeley, que desde los días en que su hijo hacía música con su compañerito Michael en la escuela primaria fue juntando unos 50 álbumes de recortes, meticulosamente organizados y llenos de fotos, reseñas, programas de concierto y otros testimonios físicos de aquella época. Incluso conserva instantáneas de mediados de la década de 1970, cuando Ridgeley conoció a Michael, quien todavía se llamaba Georgios Kyriacos Panayiotou, hijo de padre chipriota y madre británica.
Ridgeley también era hijo de padre inmigrante —egipcio— y madre británica, y se entendió de inmediato con aquel chico al que llamaba Yog, el apodo que incluso usó ahora durante esta entrevista. Los álbumes de recortes de la madre de Ridgeley pintan el vívido retrato de dos niños que amaban a Queen, Fiebre de sábado por la noche, y que deseaban hacer carrera en la música.
“Desde los 14 años, lo único que quería era estar en una banda, escribir canciones y tocar”, dice hoy Ridgeley, con el mismo entusiasmo en la voz de aquel niño de 14 años, y agrega que la fama y la celebridad “nunca fueron motivación ni para Yog ni para mí”.
Ridgeley dice que tanto él como Michael sabían perfectamente que la vida de Wham! sería efímera porque las composiciones de Michael “empezaron a desarrollarse y a evolucionar en un sentido y a una velocidad que Wham! no podía asimilar”. En noviembre de este año, George Michael será incorporado al Salón de la Fama del Rock & Roll.
Desde el apogeo de Wham!, Ridgeley enfrentó la percepción generalizada de que solo es famoso porque hizo dúo con un artista más talentoso que él. Sin embargo, el documental sale en su defensa y muestra cómo Ridgeley, guitarrista, colaboraba con el compositor e intérprete George Michael.
De todos modos, Ridgeley reconoce que su talento musical no estaba a la altura del de Michael, “una de las mejores voces de su generación, por no decir la mejor”, dice con un orgullo casi de hermano.
Cuando Michael le contó que era gay, después del rodaje del videoclip “Club Tropicana” (1983) y 15 años antes de hacerlo público , Ridgeley le dijo que lo apoyaba con todo su amor y que le daba lo mismo. Al parecer, Michael estaba más preocupado por la reacción de su padre que por la reacción del público. Según Ridgeley, si Michael lo hubiera contado durante los años de Wham!, los fans seguramente lo habrían respaldado.
“No me parecía que pudiera afectar nuestro éxito, y ahora, en retrospectiva, sigo pensando que no lo habría hecho”, confirma Rodgeley. “Por supuesto que para Yog habría sido difícil durante un tiempo, pero después del sensacionalismo inicial, ya está sobre la mesa, ¿no?”
Después de Wham!, en 1990 Ridgeley lanzó un álbum solista que fue un fracaso, y tuvo una fugaz carrera como piloto de Fórmula Tres, pero más allá de eso, dejó la escena pública. De todos modos, los tabloides británicos nunca perdieron el rastro de su vida amorosa, incluida su relación de 25 años con Keren Woodward, exintegrante de Bananarama, otro grupo de pop de los 80′.
Ridgeley dice que “ya no quedan piedras sin remover” porque hace cinco años que trabaja en proyectos de todo tipo relacionados con Wham! En 2019, publicó un libro de memorias, ¡Wham! George Michael & Me, y ese mismo año hizo un cameo en la comedia romántica Last Christmas, inspirada en la canción navideña homónima de la banda que encabezó los charts. Y para fines de este mes se espera el lanzamiento de Echoes From the Edge of Heaven, una antología de singles de la banda. Pero a pesar de toda esa actividad, Ridgeley todavía parece asombrado de todo lo que compartieron e hicieron juntos con Michael.
“Nunca logré asimilar realmente que habíamos logrado el mismo éxito de esos artistas que idolatrábamos cuando éramos niños”, dice Ridgeley y suma: “De pronto, estábamos tocando en el estadio de Wembley, en el mismo lugar del mítico recital de Elton John. Y por más que uno diga ‘sigo siendo yo’, mentalmente nunca volvés a ser el mismo.”
(Traducción de Jaime Arrambide).