Cuando Angela Lansbury renunció a su éxito y se mudó a un pueblo para salvar a sus hijos
Pensar en Angela Lansbury es un ejercicio marcado por sus personajes. Para los nostálgicos televisivos siempre será la escritora con afán detectivesco de Se ha escrito un crimen, los cinéfilos la recordamos por sus roles en películas como El mensajero del miedo o por prestar su voz a la señora Potts en La Bella y la Bestia, y para los amantes del teatro siempre será una leyenda de las artes escénicas. Sin embargo, la vida de esta actriz fallecida el 11 de octubre mientras dormía a los 96 años, no se resume solamente en la profunda huella que dejó en la historia del arte dramático.
También fue mujer, hija, esposa, madre y abuela. Y cuando supo que sus hijos mayores habían desarrollado adicción a las drogas siendo adolescentes, y que su hija Deirdre se había sumado al grupo de seguidores de Charles Manson, Angela Lansbury hizo las maletas y dejó todo lo que había creado para salvar a su familia.
Angela Lansbury será por siempre recordada por la elegancia y distinción que transmitía a sus personajes, pero detrás de todo su legado artístico también había una mujer que sufrió y padeció los golpes de la vida como cualquier otro mortal. Como la muerte de su padre por culpa del cáncer en 1934, cuando apenas tenía 48 años y Angela era una niña de 9. Fue el “momento definitivo” de su vida, dijo a Daily Mail en 2014. Su madre Moyna MacGill, que también era actriz, tuvo que idear un plan para sacar a sus cuatro hijos adelante y decidió abandonar Inglaterra para buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos. Fue allí donde, siendo adolescente, Angela conoció a uno de los directores de castings de MGM y poco después George Cuckor la fichaba para un papel en Gaslight. Tenía 17 años y su trabajo le valió un Óscar a mejor actriz secundaria en 1945. Pasó de trabajar en centros comerciales a ser estrella de cine de la noche a la mañana, siendo el sustento económico de su familia con tan solo 19 primaveras. Sin embargo, el siguiente palo de la vida llegaría cuando su primer marido, Richard Cromwell, la abandonaba dejándole una nota en casa. Él era 15 años mayor que ella y, según descubrió Angela más tarde, era homosexual.
Pero ella siguió adelante, trabajando sin cesar y amasando una carrera gloriosa en Hollywood con aplausos, proyectos y premios por doquier. En 1949 contrajo matrimonio con el agente Peter Shaw, formando una familia que los mantendría unidos durante 53 años hasta su muerte en 2003. Tuvieron dos hijos, Anthony y Deirdre. Sin embargo, la tragedia sacudió sus vidas cuando a finales de los años 1960s descubrieron que ambos estaban moviéndose en círculos peligrosos de Malibú siendo adolescentes, y habían caído en las trampas de las drogas. Habían comenzado probando cannabis y terminaron desarrollando adicción a la heroína. Y no solo eso, la hija estaba entre los seguidores juveniles de un criminal en ciernes.
“Me duele decirlo pero Deirdre estaba en el grupo liderado por Charles Manson” reveló Angela Lansbury en la entrevista mencionada. “Era uno de los muchos jóvenes que lo conocían y estaban fascinados [con él]. Era un personaje extraordinario, carismático en muchos sentidos, no hay duda de ello”.
Angela Lansbury no reveló en qué momento exactamente sucedió este episodio de su vida, solamente que fue a finales de los años 60s. Un detalle que nos lleva a imaginar que cuando sacó a su hija de la secta conocida como la familia Manson, lo hizo cuando un año o unos meses después el líder llevaría a varios de esos jóvenes a cometer los sangrientos asesinatos en la casa de Cielo Drive en 1969, donde se encontraba Sharon Tate embarazada de ocho meses. Sin embargo, aunque Angela reconoció que ni ella ni su marido tenían idea del mundo de las drogas ni cómo lidiar con el problema, supo que el peligro era lo suficientemente alto como para necesitar un movimiento drástico. Es decir, supo que debían hacer lo que fuera para salvarlos de las drogas y Charles Manson. “Me llenó de pavor. Peter y yo no teníamos idea de lo que había estado pasando. Pero entonces no teníamos experiencia con las drogas” dijo en 2014.
“No sabíamos el significado de encontrar una pipa en un cajón. ¿Por qué lo haríamos? Y cuando lo hicimos, no sabíamos cómo ayudarlos. Tampoco había ningún experto en ese entonces que pudiera ofrecer consejos a los padres de niños de buenas familias que usaban, y en ocasiones tomaban una sobredosis de drogas. Era como una epidemia”.
Por eso, quedarse en el mismo lugar no era una opción. Y así levantaron campamento y, sin mirar atrás, abandonaron las colinas de Hollywood para mudarse a una casa en el condado de Cork, en Irlanda. Un lugar tranquilo que Angela conocía a través de su madre irlandesa, aislado del bullicio de las ciudades y muy lejos del entorno que había contaminado a su familia.
Pasó un año entero en casa, rechazando todos los proyectos que tocaban a su puerta. Aprendió a cocinar usando los libros de la conocida autora de recetas británica, Elizabeth David, pasando tiempo en familia y cuidando de sus hijos. Y con ayuda de un médico que les recetó metadona consiguieron lidiar con los síntomas de la abstinencia. “Anthony salió de sus malos hábitos con bastante rapidez. A Deirdre le tomó un poco más de tiempo pero finalmente se casó y ella y su esposo ahora viven en Los Angeles, donde tienen su propio restaurante italiano” dijo la actriz. Ambos lograron rehacer sus vidas y formaron sus propias familias dándole a Angela y su marido tres nietos y cinco bisnietos. En el caso de Anthony se volcó de lleno en la dirección, dirigiendo 68 episodios de Se ha escrito un crimen.
“Fue una época maravillosa de mi vida” recordaba Lansbury en 2014. Y una vez pasada aquella etapa, habiendo ayudado a sus hijos, Angela regresó a su carrera. Pero lo hizo dando el salto definitivo a los teatros de Broadway, coronándose como una de las grandes sensaciones de los escenarios desde entonces. Ganó premios y se dio el lujo de rechazar grandes proyectos cinematográficos como Alguien voló sobre el nido del cuco (le habían ofrecido el papel de la enfermera Ratched que finalmente hizo Louise Fletcher y ganó el Óscar por ello).
El reconocimiento nunca dejó de formar parte de su carrera a través del Óscar y el BAFTA honorífico, cinco premios Tony y un legado que quedó cimentado tambien en televisión a través de las 12 temporadas que duró Se ha escrito un crimen (1984-1996). Pero nada la detuvo, ni la fama, las estatuillas o el dinero, cuando tuvo que plantarse y salvar a su familia.
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