Los antecedentes (más o menos polémicos) que marcan el encuentro de Donald Trump con la Reina de Inglaterra

El Gobierno del Reino Unido recibe este miércoles al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando las relaciones entre ambos países no atraviesan su mejor momento. La Primera Ministra, Theresa May, les recibirá a su llegada y preparará el terreno para que Isabel II se encuentre este viernes con la pareja presidencial. ¿Qué antecedentes han marcado la relación entre ambos?

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“La visita debe producirse y se producirá”

El pasado 20 de febrero el Gobierno británico rechazó vetar la visita del Presidente durante un debate parlamentario de una petición ciudadana (con más de 1,8 millones de firmas) que quería impedir su encuentro con Isabel II en base a, tal y como dice la petición, “la misoginia y vulgaridad bien documentada de Donald Trump le descalifican para ser recibido por Su Majestad la Reina o el Príncipe de Gales”.

En ese debate se escucharon posiciones como las de la parlamentaria del Partido Verde Caroline Lucas que se mostró contraria a la visita, “no solo por el racismo y la misoginia” de Trump, sino también “por su desprecio a la ciencia básica sobre el cambio climático”. El viceministro de Exteriores, Alan Duncan, que ejerció de portavoz del Ejecutivo, argumentó que la “relación especial” entre Londres y Washington “trasciende a los partidos políticos y es más importante que las personalidades individuales”. “La visita debe producirse y se producirá”, dijo Duncan zanjando el debate.

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El lugar elegido: el Castillo de Windsor

El lugar elegido para el encuentro entre los Trump y la Reina ha sido el Castillo de Windsor, que según la prensa británica está blindado por controles policiales. El plan es que Isabel II reciba a Donald y Melania Trump en el patio del castillo, sonarán ambos himnos y ondearán las Barras y Estrellas junto a la Union Jack. Tras pasar revista a las tropas, tomarán el té en uno de los salones de palacio. Muchos ven en la elección de Windsor una forma de evitar las protestas masivas que se están produciendo en Londres, aunque tampoco hay que olvidar que Ronald Reagan, George W Bush y Barack Obama también fueron recibidos en este lugar.

Diferencias con los anteriores

Presidentes van y vienen pero la Reina de Inglaterra siempre es la Reina de Inglaterra. En ese sentido Trump será el doceavo presidente norteamericano al que conoce la soberana. Con Gerald Ford bailó en la Casa Blanca en 1976, con Ronald Reagan montó a caballo en 1982, con George H. W. Bush (padre) vio un partido de baseball en Baltimore en 1991 y así un largo etcétera hasta llegar al último ejemplo, cuando la visita de los Obama en 2016 contó con una amplia y significativa presencia de miembros de la Casa Real. Tanto los duques de Cambridge como el príncipe Harry se encontraron con Barack y Michelle Obama e incluso el pequeño George hizo su inolvidable aparición estrella en pijama y bata. Unas fotos para la historia que ahora no parece que vayan a repetirse, al menos con el programa en la mano, la visita de los Trump se limita a ese té.

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Diana, Kate y Meghan… Tres polémicas con el entonces magnate

Dejando al margen que el príncipe Carlos es un reconocido ambientalista que a lo largo de los años ha liderado numerosos proyectos, dado una gran cantidad de discursos y escrito varios artículos sobre la sostenibilidad global, materia que de momento no entra en la agenda de Trump, hay otras tensiones que han podido contribuir a ese “calentamiento global” de las relaciones.

Todavía están colgados en su cuenta de Twitter los mensajes que Trump publicó en el año 2012 después de que la revista francesa Closer publicará unas imágenes de la duquesa de Cambridge tomando el sol sin la parte de arriba del biquini. Las fotos provocaron una protesta general y fueron retiradas por un tribunal francés. Donald Trump opinó sobre el tema: “Kate Middleton es genial pero ella no debería tomar el sol desnuda, solo ella tiene la culpa”. En un segundo mensaje publicado un minuto más tarde reflexionó: “Quién no tomaría la foto de Kate y ganar un montón de dinero si ella toma el sol desnuda. ¡Vamos Kate!”.

Si Donald Trump tiene un pasado escrito en redes sociales, Meghan Markle también y aunque ahora como miembro de la realeza no debe mostrar sus inclinaciones políticas en sus días como actriz y activista la duquesa de Sussex sí se pronunció sobre el tema e hizo campaña en sus redes sociales para que no fuera elegido como 45º Presidente de los Estados Unidos.

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Remontándonos a la era Diana están las declaraciones de la periodista británica Selina Scott que contó al diario The Sunday Times que el entonces magnate “bombardeaba en el Palacio de Kensington con enormes ramos de flores que valían cada uno cientos de libras”. El intento de conquista según esta periodista ocurrió en 1996, cuando Carlos de Inglaterra y ella se divorciaron. Scott asegura que la princesa, que murió en un accidente de coche en París en 1997, le confesó que estaba “cada vez más preocupada sobre qué debía hacer” respecto a los regalos que le enviaba Trump. “Estaba sentada al lado de Diana en una cena privada y me explicó el bombardeo floral. '¿Qué voy a hacer?', me preguntó. 'Me da escalofríos'. 'Tíralas a la basura', le dije, y ella río”, explicó la periodista. "Trump veía claramente a Diana como una mujer trofeo", señala en su artículo Scott. En el libro The Art of the Comeback, publicado el mismo año de la muerte de Diana, el presidente estadounidense escribió: "Coincidí con ella en diversas ocasiones. No pude dejar de notar la impresión que causaba en la gente. Iluminaba la habitación con su encanto, su presencia. Era una genuina princesa, una mujer de ensueño".