Cuando Anthony Hopkins se erigió como salvador de la escena más controvertida de 'Espartaco'

Espartaco no pudo estrenarse en su totalidad en su debut en 1960. A consecuencia del Código Hays, normas estrictas sobre lo que podía mostrarse en pantalla que adquirieron un tono moralmente conservador durante la llamada Caza de Brujas de Hollywood en los años 50, una de sus escenas más míticas se quedó fuera del montaje. Se trata del momento en el que Craso, el personaje a quien dio vida Laurence Olivier, le pregunta a su sirviente, interpretado por Tony Curtis, por sus preferencias sexuales con un sutil diálogo sobre ostras y caracoles.

Por muy metafóricas que fueran estas palabras, la referencia a la bisexualidad del rol de Olivier se hacía bastante obvia, por lo que los censores no pasaron la escena por alto. Y es que en el Hollywood clásico incluir una mínima connotación que se saliera de la moral tan cerrada de aquel entonces era totalmente inaudito, por lo que la película tuvo que prescindir del metraje donde ocurría este diálogo.

Sin embargo, 30 años después del estreno, la aparición de este material descartado en el archivo de Universal Pictures motivó a recuperarlo e incluirlo en las nuevas copias y remasterizaciones de Espartaco. Pero había un problema aparentemente irresoluble, un contratiempo que gracias a una habilidad interpretativa de Anthony Hopkins pudieron solventar,

Fotograma de Kirk Douglas en 'Espartaco (Herbert Dorfman/Corbis via Getty Images) y Anthony Hopkins (Ron Galella, Ltd./Ron Galella Collection/Getty Images)
Fotograma de Kirk Douglas en 'Espartaco (Herbert Dorfman/Corbis via Getty Images) y Anthony Hopkins (Ron Galella, Ltd./Ron Galella Collection/Getty Images)

Cuando en 1991 se consiguió el negativo con la escena descartada, el material estaba dañado y la pista de audio no se podía recuperar. La única solución que había a la vista era reconstruir los diálogos doblando a los personajes de Craso y su sirviente con las voces de sus intérpretes originales. Pero, mientras que Tony Curtis estaba disponible y perfectamente dispuesto a realizar la labor, Laurence Olivier había muerto en 1987, tres años antes de que se encontrara la escena.

El problema no parecía tener solución fácil, puesto que introducir una voz ligeramente diferente a la del actor podría hacer que el nuevo doblaje no se sintiera nada natural junto al audio original del resto de la película. Sin embargo, como bien recogió Kirk Douglas en su libro de memorias Yo soy Espartaco, la viuda de Olivier, Joan Plowright, propuso al estudio una idea que resolvió el contratiempo. Y es que Plowright señaló que Anthony Hopkins, actor que había mantenido una buena relación profesional con él, sabía imitar a la perfección a su marido.

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Cuando Hopkins inició su carrera en teatro, fue descubierto por el mismo Olivier, quien le invitó a unirse al Royal National Theatre en 1965 y se convirtió en su suplente. La estrella de El silencio de los corderos pasó a sustituirlo cuando tuvo que ser intervenido de urgencia por apendicitis en 1967, cuando se encontraba representando la obra The Dance of Death de August Strindberg.

La interpretación fue tan parecida a la de Olivier que el mismo actor de Espartaco contó en entrevistas que incluso se escapó del hospital para verle en escena, no dudó en adularlo en sus memorias e incluso atribuirse el mérito de ser el maestro que le hizo sacar todo su potencial. “Un nuevo actor joven de la compañía que era una promesa excepcional llamada Anthony Hopkins estaba sustituyéndome y se fue con el papel de Edgar como un gato con un ratón entre los dientes”, escribía en su libro Confessions of an Actor (Confesiones de un actor).

Y es que Hopkins, tras interpretar con éxito los papeles de Olivier durante varios años, se sintió motivado para ampliar sus horizontes y lanzarse al séptimo arte. Así, en 1968, le llegó su gran oportunidad con El león en invierno de Anthony Harvey, drama medieval protagonizado por Katharine Hepburn y Peter O'Toole con el que consiguió su primera nominación al BAFTA y se hizo un nombre en la industria. Por esta razón, se puede decir que Hopkins debe su éxito a este icono británico de la interpretación. Y desde luego, se planteaba como una opción perfecta para tratar de imitar su voz, honrar su legado y conseguir que una de sus escenas más míticas y controvertidas pudiera ser accesible a los espectadores. Y el resultado nos lo confirmó.

Tony Curtis se dobló a su mismo, Anthony Hopkins entró a imitar la voz de su compañero y la escena se pudo recuperar e incluir en todas las nuevas ediciones y reestrenos de Espartaco a partir de los 90, consiguiendo que la totalidad del guion escrito por el aquel entonces tan polémico Dalton Trumbo estuviera a nuestro alcance. Y lo sorprendente es que en ningún momento se aprecia diferencia alguna respecto a la pista de audio del resto de la película. Ambas voces consiguieron imitar a la perfección los tonos de voz originales y la integración de la secuencia se hizo con total naturalidad, sorprendiendo en el caso de Curtis, que con una edad de 66 años bien podría haber tenido un tono más apagado, y sobre todo en el de Hopkins, cuya imitación fue completamente perfecta.

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