Cómo apartar a los niños del conflicto en caso de divorcio
"Los padres deben ser conscientes de que un divorcio mal gestionado roba la infancia a los menores". Así de contundente se expresa Susanna Antequera, experta en Derecho de Familia. La abogada, que es cofundadora de la Plataforma Derecho & Familia y miembro de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA), ha dedicado su carrera a proteger a los más vulnerables en situaciones de conflicto familiar.
Con ella abordamos aspectos tan importantes como cuándo comunicar a los menores la noticia, cuál es el régimen de custodia más ventajoso para los niños o el papel de los hijos en un juicio de divorcio.
Cuándo y cómo comunicar la noticia a los menores
Lo más importante a la hora de trasladarles a los pequeños la nueva situación familiar es tener en cuenta sus edades y su forma de ser. ¿Es aconsejable hacerlo desde el principio o una vez que se haya llegado a un acuerdo? "Personalmente, considero mejor desde el principio, imperando la calma, la serenidad y la paciencia y enfocando el proceso como una reorganización familiar, inculcándoles que no perderán el amor y cariño de sus padres, y que siempre estarán juntos para ayudarles, pero viviendo de forma separada. Informarles que tendrán habitaciones nuevas, dos casas pero siempre estarán juntos para escucharles y apoyarles", recalca.
Esto es más posible en divorcios en los que hay un proceso consensuado o de mutuo acuerdo. El problema surge cuando se acaba en un proceso contencioso donde no hay cordialidad y donde, desafortunadamente, los hijos se pueden convertir en un elemento más de disputa. "Aquí, prioritariamente, debemos cuidar a los menores y apartarlos del conflicto, recomendando siempre el apoyo de psicólogos o terapeutas expertos en procesos de ruptura familiar", enfatiza.
'¿Con quién quieres vivir: con mamá o con papá?'
Algunas familias preguntan a los hijos con quien desean vivir tras el divorcio. Es importante tener en cuenta la edad del menor y su estado emocional y algo clave: no crear conflicto de lealtades y procurar que no desarrollen un sentimiento de pérdida con respecto a uno de los progenitores.
Ante los procesos contenciosos, donde hay que ir a juicio para dirimir algún acuerdo de divorcio, la legislación permite que los menores sean oídos y escuchados a partir de los 12 años. "No obstante, personalmente, considero una absoluta aberración que un menor acuda al pasillo de un juzgado, viendo a sus padres tensos, esperando a entrar a hablar con un juez, cuando, además, en el momento de salir, es sometido a un interrogatorio por sus padres. He visto muchos menores temblando, llorando, bloqueándose… Es injusto", advierte Susanna Antequera.
Los padres deben apartar el egoísmo y sus intereses para priorizar los intereses de sus hijos
En este sentido apunta cómo esa declaración puede tener impacto en la situación emocional del menor en una etapa tan sensible y compleja como es la del divorcio de sus padres. "Que la legislación les permita intervenir es un claro error del sistema, acomodándose en la decisión de los menores para cerrar el proceso judicial con rapidez. Los procesos deben resolverse con el tiempo y estudio adecuado, pero nos encontramos lamentablemente con una base rota: falta de jurisdicción de familia, falta de recursos, falta de jueces, funcionarios, gabinetes psicosociales… ".
Los menores pueden ser escuchados o bien a través de un gabinete psicosocial o en una entrevista con juez o fiscal (en su despacho o en la Sala, un escenario mucho más frío e impactante para ellos). La clave es no instrumentalizar al niño en esa declaración. "Si hay un menor que desea y quiere hablar con el juez, porque conoce su derecho y quiere tener la oportunidad de hacerlo, por supuesto debe ser respetado, pero, ante todo, debe respetarse su voluntad, no interferir para que lo haga y, sobre todo, que los padres actúen con respeto. Pero esto resulta muy complicado, porque en la mayoría de casos, existe la interferencia parental", comenta la abogada.
Custodia compartida, ¿el régimen más beneficioso para los hijos?
Tal como señala Susanna Antequera, la custodia compartida es la norma actualmente y la excepción es la custodia exclusiva. Ahora bien, para que la custodia compartida funcione, los padres deberían ser compatibles para llevarla a cabo. "Una custodia compartida no es un título, es una fórmula de convivencia para los menores que siempre debe ser beneficiosa para ellos."
De esta forma, ellos perciben cómo sus padres participan y se comunican por igual, sin diferencias, además de convivir con ellos de forma equitativa", destaca. "Insisto, que los padres deben apartar el egoísmo y sus intereses para priorizar los intereses de sus hijos y si pueden por horarios laborales y compatibilidades, inclinarse por la custodia compartida".
Cuando van haciéndose mayores, algunos niños dejan de querer visitar al otro progenitor con el que no conviven. ¿Qué dice la ley sobre ello? "No hay un criterio unificado en la edad para que un menor pueda negarse a ver al progenitor no custodio. Para ello, previamente deben analizarse los motivos y la causa de fondo de su negativa para activar medidas de apoyo como un terapeuta adecuado a instancia de sus padres, porque si no hay fundamento debe recuperarse el vínculo y este profesional puede confeccionar una hoja de ruta para los padres e hijos", explica la especialista.
No obstante, a partir de los 14-16 años, los jueces, en la práctica, no suelen obligarles a respetar el régimen de visitas si consideran que es lo más beneficioso para el menor. "Si, en cambio, hay causa concreta y pruebas documentadas como informes médicos o psicológicos, escolares, etc., corroborando motivos importantes que afectan al menor, por supuesto interrumpe el régimen de visitas para protegerlo, activándose las medidas legales para ello, con independencia de la edad", aclara.
Los padres deben ser conscientes de que un divorcio mal gestionado roba la infancia a los menores
El mínimo impacto emocional posible
La especialista hace mucho hincapié en el aspecto emocional de los niños y adolescentes que se enfrentan a un divorcio: "Los menores de hoy serán los adultos de nuestra sociedad futura y merecen crecer psicoemocionalmente de forma estable y feliz. No merecen una infancia y adolescencia rota". Y, para ello, se debería empatizar con sus necesidades por encima de todo, poniendo por delante la serenidad, la comunicación, la paciencia y el respeto, y dejando a un lado la rabia, los celos, la tristeza, la venganza, el egoísmo o el sarcasmo, como detalla la abogada.
"Sé que es difícil porque una ruptura supone una montaña rusa de emociones y sentimientos, pero solo los adultos podemos controlar la velocidad de las subidas y bajadas. Cuando detecto el enorme desgaste o agresividad emocional en un progenitor, antes de que tome decisiones, le derivo al profesional que le ayude a gestionar sus emociones", confiesa. "Soy consciente de que es muy complicado, pero siempre intento transformar un divorcio para convertirlo en un impacto positivo para todos los miembros de la familia. Es peor convivir infelices que vivir separados, logrando salud y paz mental para todos".