Las apuestas bursátiles de Barbra Streisand fueron aterradoras y emocionantes

Las apuestas bursátiles de Barbra Streisand fueron aterradoras y emocionantes credit:Bang Showbiz
Las apuestas bursátiles de Barbra Streisand fueron aterradoras y emocionantes credit:Bang Showbiz

Barbra Streisan alguna vez tuvo una obsesión con los juegos de azar en el mercado de valores.

La actriz y cantante de 81 años reveló que comprar y vender acciones le dio emoción entre 1998 y 2000 cuando negoció millones de dólares, incluida la inversión en el fabricante de Viagra, Pfizer.

Según el Mirror, escribió en sus memorias tituladas 'My Name is Barbra':

'Desde 1998 hasta 2000 aproximadamente, operaba de lunes a viernes, de 6:30 a.m. a 1:00 p.m. A las 6:25 a.m. mis ojos se abrían de par en par, sin alarma. Me levantaba, me ponía la bata de baño, me sentaba en mi nuevo escritorio con una taza de chocolate caliente y comenzaba a operar. Esa fue una experiencia de aprendizaje completamente nueva. Me gusta apostar. Siempre que cantaba en Las Vegas, jugaba al blackjack'.

Barbra reveló que sus métodos para seleccionar nuevas acciones eran inusuales y se basan en preferencias personales más que en una investigación a profundidad.

Comentó:

'Tuve que seguir las noticias y elegir acciones. Leí acerca de este nuevo medicamento para hombres llamado Viagra y pensé: -¡Va a ser muy popular!- Fue fabricado por Pfizer, así que inmediatamente compré algunas acciones. Elegí Apple porque me gustaban sus productos. A Renata [mi asistente personal] le encanta el café de Starbucks, así que compré Starbucks'.

La cantante continuó:

'Una vez elegí una acción porque tenía mis iniciales. Fue divertido. Estaba aprovechando el impulso del mercado como en una montaña rusa, y fue aterrador y emocionante al mismo tiempo'.

Aunque le encantaba pasar su tiempo haciendo trading, Barbra reveló que finalmente lo dejó porque se volvió demasiado estresante.

Ella escribió:

'La principal razón por la que me encantó fue porque era privado. No tenía que actuar ni cantar. Nadie me miraba. Podía hacer todas mis transacciones por teléfono, en camisón. Ya no juego con sumas tan grandes. Después de haberme quemado varias veces (perdí mi camisa, mi vestido y mis nervios en la crisis financiera de 2008), decidí quedarme con los bonos'.