Arnaldo André: su romance secreto con una famosa, el acoso que sufrió por parte de una fan y por qué nunca estaría en un reality
Su nombre es sinónimo de telenovelas; sin embargo, en el último tiempo Arnaldo André decidió cambiar los sets de televisión por las tablas. “Eso de levantarte a las 6 de la mañana, irte a dormir prácticamente abrazado a tu libreto, ir a grabar todos los días... Lo he hecho durante años en este país y en distintos países de Latinoamérica. Y no es que no lo haría más, pero no es lo que estoy deseando”, confiesa el actor que encontró una gran salida laboral en el teatro.
“Ese mes y medio de ensayo cuando estás descubriendo el personaje, estás descubriendo a tus compañeros, es único. Y cuando llega el momento de debutar no tiene comparación alguna con la televisión. Eso sí, todo esto lo puedo hacer gracias a la tele ”, asegura quien en el último tiempo protagonizó obras como Nunca es tarde, Mentiras inteligentes y, recientemente, Amor en redes junto a Luisa Albinoni.
Tras asegurar que hizo todo lo que se propuso a lo largo de su vida y su carrera, el intérprete de Piel Naranja cuenta que fue tentado para estar en MasterChef Celebrity y en el Cantando, pero rechazó ambas propuestas, ya que jamás podría ir a un programa donde lo juzguen. “ El único que me puede juzgar es el público ”, aclaró.
-¿Cómo va la vida?
-La vida muy bien, gracias a Dios. Mientras uno tenga salud y trabajo… ¿Qué más puedo pedir?
-En los últimos años sin tele, el teatro fue tu salida...
-Exacto, pero gracias a la tele. La gente se acuerda de todo . A pesar de que en estos momentos estoy inactivo, me mandan muchas obras de teatro y para mí eso es un halago, un mimo. Es decir, la gente está interesada en uno y eso es maravilloso. Y ni que decirte lo que pasa cuando hacemos gira, lo que pasa en el interior con la gente que es tan cariñosa, es tan amable.
-¿Qué fue lo más raro que te pasó con una fan?
-Estos días vi que la televisión se ocupó un poco de lo de Celeste Cid y yo me sentí identificado. A mí me pasó exactamente lo mismo. Yo tuve que ir a la comisaría en varias ocasiones por acoso presencial, porque nunca me tocó ni nada esta mujer. Era cuando yo hacía Piel Naranja. Ese fanatismo hizo que de pronto esta mujer (de cincuenta y pico de años) se descontrolara y pretendiera que formara parte de su familia. Me impedía tener mi vida normal, mi privacidad porque se aparecía en cualquier parte donde yo iba. Me acuerdo que hice una gira en Montevideo y yo no la conocía a esta persona en ese momento, solamente por cartas que me mandaba al canal y al volver me dice: “Estabas muy bien viajando con tu camisa blanca. Yo estaba sentada en la misma fila que vos. Vos estabas al lado de tu representante”. Hacía de todo para estar detrás de mí.
-¿Y qué hiciste?
-He tenido que ir dos o tres veces a la policía, pero lo que me decían en ese momento es: “Mientras no te haga daño físico, no podemos hacer nada. No podemos tomar la denuncia”. Después algo pintoresco que me pasó es cuando hacía la novela de Migré, había una mujer que vivía en Santa Fe y me mandaba cartas, donde mezclaba la realidad con la ficción. Entonces ella me hablaba a mí como si yo fuese el personaje. “No me gustó lo que le hiciste a fulano de tal…”. Ella creía que yo era el personaje.
-Eso fue lo más raro… ¿Y lo más lindo qué te pasó con una fan?
-Lo más lindo es lo que permanentemente te pasa: el cariño del público. Gracias a los años de televisión que uno ha hecho, ese público es fiel, está siempre ahí. Los que trabajamos para la gente, lo que le entregamos a esa gente que está en su casa, es como que convivimos con el espectador. A mí me pasó en pandemia que veía las novelas turcas como un fan más y decía “tengo que esperar hasta mañana a las 21″. Y de pronto entendí lo que le pasa al espectador.
-Argentina fue un país que te recibió desde muy joven. Te pusiste una familia al hombro tras la muerte de tu papá…
-Yo le compré un piso a mi familia en la calle República de la India, al costado del zoológico. Cada vez que paso por ahí, no me agarra tristeza sino que miro hacia el edificio (que está igual) con satisfacción de que logré que mi mamá viviera allí. A ella le encantaba vivir ahí. Yo me propuse no vender nunca ese piso en vida de mi mamá. Y así lo hice. Por eso cada vez que hablo con amigos que de pronto se quejan de los padres, les digo: “Agradecé que los tenés, brindáles todo el amor así cuando mañana la vida te pone frente a la desgracia de tener que perderlos no te queda ninguna culpa”. Es el mejor consejo que yo le puedo dar a la gente.
-Recién hablábamos del teatro y una de las noticias de los últimos días fue que la obra que tenían pensado hacer en temporada finalmente no se hace. ¿Qué pasó?
-Es una obra que ya la veníamos haciendo con Luisa Albinoni desde julio en el Regina y después en la gira. Nos daba mucho placer hacerla. Es una obra donde el pago era la risa, como se reía la gente y eso es un placer para nosotros que hacemos comedia. Se cortó porque hubo una desinteligencia entre el autor y el productor. No se pusieron de acuerdo y mi productor decidió finalmente cortarla. Es una pena porque nosotros teníamos todo el verano programado por Mar del Plata y la Costa.
-¿Qué te pasa cuando suceden esas cosas?
-La verdad que nunca me había pasado. Generalmente una temporada se termina porque decimos “estamos hasta tal fecha y se termina”. Me sentí raro pero yo soy una persona de recuperarme tan rápidamente. Creo que me duró 12 horas la rareza. Hablé con mi productor, Alberto Raimundo, que me dio las razones. Hablé con el autor y me dio sus razones. Al día siguiente, ya desapareció el tema para mí.
-Y ahí empezás a ver qué hacés…
-Yo no veo nada. Cuando se enteran que voy a estar inactivo, me mandan obras. Ayer me entregaron una obra que no la he leído todavía. He leído otra a la que no he dado ninguna devolución aún al autor pero bueno, eso también es un gran premio a la labor de uno. Están pendientes de querer trabajar conmigo .
-Te diste el gusto de contar tu historia en un libro y una película; una especie de homenaje a la familia y a los amigos. ¿Sentís que fuiste plantando todo lo que quisiste en el camino o te faltan muchas cosas?
-Creo que hice todo lo que me propuse. Cuando nos trasladamos a Asunción (yo estuve ahí como dos años o tres años viviendo antes de venirme a la Argentina), tenía muy claro lo que quería. Yo sabía que quería ser actor y que iba a venir a la Argentina a estudiar y luego, a pedir trabajo que es la parte más difícil de toda esta carrera. Y estaba convencido de que iba a lograr el éxito. No sabía dónde, por qué, pero apostaba a eso. Es cierto que no fue nada fácil. Es cierto que hasta hubo épocas de renunciamiento donde dije: “Bueno, esto no es para mí evidentemente”. Yo estaba en Paraguay trabajando muy bien como locutor de radio y pensé en que tal vez debería volverme. No lo hice, gracias a Dios.
-¿Cuál fue esa propuesta que te hizo quedar?
-De pronto, empezó a sonar el teléfono para la televisión, para reemplazar a un actor que nunca debutó en ese programa… Entonces tuve mi primer contrato en televisión. Pero tampoco fue fácil. Yo esperaba que a partir de ahí todo el mundo me conociera y en realidad lo que pasó fue que me contrataron para un programa de televisión que era la segunda parte de El amor tiene cara de mujer (se llamaba Enamoradas) y eran historias. Cada protagonista -que eran cuatro o cinco- tenían protagonismo una semana y yo entraba una semana al mes. Era muy poco lo que se me veía pero bueno, por lo menos había un contrato. Hasta que de pronto vino lo de Mirtha Legrand y ahí sí, cuando la prensa se preocupa por uno, quiere hacerte notas y demás, te das cuenta que ya formás parte de este mundo.
-Con la prensa siempre te llevaste bien
-Nunca fallé. Vamos a poner un ejemplo. Esta mañana, me tuve que levantar antes de lo previsto. Todo porque alguien me tenía que hacer una entrevista pero jamás podría haberte fallado. No porque sos Pía Shaw, a quien amo, sino a ningún periodista. Creo que eso hizo que yo tuviese siempre una buena relación con la prensa. Es cierto que he sido sincero en muchos casos al decir: “Mirá, no tengo mucho de qué hablar”, pero siempre he tenido esa buena relación, nunca les he fallado.
-¿Te inventaron muchas historias de amor?
-Dos. Una fue con Elvia Andreoli. Había terminado de trabajar con ella e hicimos una foto y como que eran muy románticas. Y después con Alicia Bruzzo, porque protagonizamos una mini novela en Canal 9 escrita por Migré y teníamos muy buena relación. Sí hubo una relación... Es la primera vez que hablo de esto... Hubo una relación que podría muy bien haberse dado a conocer, pero me cuidé mucho de que no trascendiera, y a ella tampoco le interesó mucho. Ella es la hermana de Zulma Faiad, Virginia. Mi mamá la conoció y me decía: “Esta es la chica con la cual yo quiero que te cases”. Lo que mi mamá no sabía es que yo no quería casarme (risas).
-¿Duró mucho tiempo? ¿Cómo hiciste para ocultarlo?
-Habrá durado meses. Yo no voy a lugares donde hay mucha gente, no voy a lugares de onda, no voy a las fiestas del espectáculo y eso hizo que, de pronto, pasara desapercibido.
-Alguna vez te escuché decir que te rompieron muchas veces el corazón…
-Habré exagerado al decir muchas veces, eh. ¿Por qué habré dicho muchas veces? Solamente me pusieron en el mes de julio un stent (risas).
-No sabía…
-No fue este julio, fue el otro julio (2023). Una tarde fuimos a tomar un café con una amiga y hasta que llegó el café yo sentía como una sequedad rara en la boca, muy rara. A la mañana siguiente, volví a sentir lo mismo pero ya con un hormigueo en el brazo. Me vestí e inmediatamente me fui a una guardia y me hicieron todos los estudios. Finalmente apareció el neurólogo de turno y me explicó que había que poner un stent. Volviendo al tema de por qué a veces uno pasa desapercibido, yo no quería que nadie se enterara porque no es bueno que digan: “Arnaldo está internado”. Yo quiero que la gente se entere de las cosas buenas .
-¿Te asustaste mucho? Porque en un momento contaste que le tenés mucho miedo a la muerte
-Ya no. Obviamente no me arriesgo a nada pero no estoy pensando en mi muerte. En ese momento, no tuve miedo para nada. El cardiólogo me explicó todo y no sentí nada. Sí estoy más atento pero no me privo de nada.
-Vos te cuidás igual. Contame cómo es un día en tu vida...
-Me levanto a las 9.30, 10. Desayuno un vaso de agua, después un pomelo o una naranja (la fruta entera) y luego, mi café con leche con dos tostadas. A la 1 me voy al gimnasio, aunque no me gusta ir. Estas son las cosas que yo no soporto de mí. Tengo todo el día para ir pero yo tengo que ir a la 1. Me acostumbré así (risas). Y después viene mi cafecito con mis entrevistas, ya sea amigos, periodistas o productores. Todo a media cuadra de mi gimnasio, en el restaurante Olivetti. Todos ya saben y me dicen: “Nos vemos en tu oficina” (risas). Después de ahí, ya vuelvo a mi casa y pienso en lo que voy a cocinar a la noche. Para mí la cocina es una terapia .
-Si estás solo, ¿también te cocinas para vos?
-Nunca estoy solo; siempre vienen a mi casa. Me gusta recibir gente. Después veo un poco la tele, los noticieros, sobre todo. Me acuesto a las 11, 11.30. Lo que no significa que yo a esa hora duermo. Me gusta ver Netflix en la tablet o leer.
-¿A Luisa Albinoni la veías en el Cantando?
-Sí, a ella la veía. A veces veía que sufría, pobrecita.
-¿Te gustaba el reality o no?
-Me gusta el reality pero al principio del programa se ve que el casting no fue muy bueno, entonces cualquiera iba, cantaba y yo decía: “¿Pero no tiene vergüenza de cantar esta persona?”. Y Luisa un día me dice: “Arnaldo, viste que vamos a hacer el Family Day, ¿no te gustaría venir a cantar conmigo?”. Yo le dije que no. Imaginate peleándome con el jurado (risas).
-O sea que no participarías de un reality
-Me llamaron cuando estaba haciendo Mentiras Inteligentes con Fede Bal para MasterChef. Me habían llamado de la producción y como yo no contesté nada se ve que Fede fue el enviado para convencerme. “Jamás podría ir a un programa donde me juzguen. El único que me puede juzgar es el público”, le dije. No lo necesito. Imaginate en el Cantando yo, no puedo; no lo soporto.
-Sos un hombre que le da mucha bolilla a lo estético y que se cuida. De hecho, en la mesa de Mirtha contaste que te inyectás semen de toro. ¿De qué se trata y qué repercusiones hubo al respecto?
-Yo voy a lo de mi médico, Adrián Jaime, cada 15 días y una tarde me dice: “La próxima vez, te voy a inyectar algo que he traído de Suiza que es semen de toro. Ya se lo he inyectado a Betiana (Blum)”. Salí de ahí y la llamé para que me cuente. Nos reímos mucho. Él nunca me lo aclaró, salvo después cuando sucedió esto de la tele, pero no es semen; es un nombre que se le puso pero en realidad es celuloterapia. Cuando fuimos a lo de Mirtha, estábamos en la previa y ahí salió el tema. Lo que nos hemos reído....
-¿Qué pasó al día siguiente?
-Me llamaron de todos los medios. La única que no me preguntó nada porque se quedó muda fue Mirtha (risas). Lo llamé al médico porque yo no sabía de esta cuestión y ahí me dijo que era celuloterapia y tuve que salir a aclararlo pero así y todo hasta el día de hoy quedó que era semen de toro. Ya los periodistas no me preguntan más sobre las cachetadas sino sobre el semen de todo (risas).
-Pero te gusta hacerte cosas y sentirte bien...
-Sí, en realidad ese tratamiento no es solamente estético. Por dentro te sentís de otra manera, más jovial, con ganas. Una de las cosas que a mí me mantiene bien es el humor. Yo le hago una broma a cualquiera que pasa. Me gusta arrancarle una sonrisa a cualquiera. Si bien he hecho drama, disfruto mucho de la comedia.
-¿Qué planes tenés para el 2025? ¿Te vamos a ver en alguna plataforma?
-Absolutamente nada. Hace casi dos años me hablaron para una ficción. Me interesó mucho la historia, pero yo empezaba una gira por el interior del país y tuve que decir que no. Salvo eso, nunca sonó el teléfono para decirme: “¿Querés hacer esta historia?”. Igual no me preocupa mucho. La mayor satisfacción para mí es el teatro. Eso de levantarte a las 6 de la mañana, irte a dormir prácticamente abrazado a tu libreto, ir a grabar todos los días... Lo he hecho durante años en este país y en distintos países de Latinoamérica. Y no es que no lo haría más, pero no es lo que estoy deseando. El teatro, ese mes y medio de ensayo cuando estás descubriendo el personaje, estás descubriendo a tus compañeros, es un placer único. Y cuando llega el momento de debutar no tiene comparación alguna con la televisión. Eso sí, como dije al principio todo esto lo puedo hacer gracias a la tele.