Arrasa en Netflix, es una comedia española, tiene 10 capítulos y se ríe de los ”machos alfa”
“Con la comedia, todo viene lubricado”, sostiene el actor Fele Martínez. Quizá por eso Machos alfa, después de llevar a sus cuatro protagonistas a un curso de deconstrucción de la masculinidad para intentar adaptarse a la nueva realidad social, se lanza en su segunda temporada —que se estrenó con mucho éxito en Netflix— a tratar temas como el acoso sexual en el trabajo o los límites del consentimiento. Para hablar sobre los asuntos que aborda la serie, reunimos a cuatro de sus actores protagonistas, Raúl Tejón, Kira Miró, Raquel Guerrero y Fele Martínez. Se sentaron en las oficinas de Netflix en Madrid mientras comentaron entre ellos los guiones de la tercera temporada, que empiezan a rodar en pocos días. Y tras muchas risas y bromas, la conversación se fue poniendo seria.
La serie lleva al extremo y con humor, situaciones que cualquiera pudo haber vivido. También cualquiera puede verse identificado en esos ocho perdedores, como describen los actores a sus personajes. Aunque las acciones y las palabras que salen de sus bocas son a veces cuestionables, tratan de no juzgarles. “Si yo tuviera que juzgar a los personajes, me habría quedado sin carrera. He hecho pederastas, violadores, asesinos, psicópatas...”, repasa Tejón. Él defiende que la comedia logra que temas serios lleguen mejor al espectador, pero hay un requisito: que la comedia sea buena. “ El humor no puede ser la excusa de todo y hay tipos de humor que hace que nos enfademos mucho. Lo bueno de esta serie es que no señala al distinto para hacer burla o mofa, nos iguala a todos porque todos estamos perdidos, y ahí sí que, como espectadores, nos podemos identificar. Con el humor mal escrito no pasa eso. Ese discurso de que hoy no se puede hacer humor de nada es mentira, se puede hacer humor de todo, pero buen humor, no humor del que señala al distinto para reírnos de él”.
En los nuevos capítulos, uno de los protagonistas tiene que lidiar con situaciones de acoso en su nuevo trabajo. También se pone sobre la mesa el consentimiento sexual . Son asuntos que afectan a todo el mundo y problemas estructurales de la sociedad, pero la publicación reciente de acusaciones de violencia sexual hacia el director de cine español Carlos Vermut han puesto a la industria audiovisual en el centro de la conversación en los temas que trata Machos alfa. La pregunta es obligada: ¿han vivido los actores o conocen situaciones de acoso sexual en el entorno del trabajo? “El patriarcado es estructural, nos hemos criado en un sistema patriarcal donde todos lo hemos vivido, visto, consentido. No es una cuestión de nuestra industria, pasa en los despachos de abogados, entre arquitectos, entre cajeros de banco…”, dice Tejón. “Tiene que servir no solo a la industria audiovisual, sino a todos los niveles. Es que ya está bien, ¿por qué tengo que aguantar ciertos comportamientos?”, continúa Guerrero.
“Estamos en Netflix, y ellos sí tienen un compromiso con esto. Antes de empezar a trabajar para la casa, tuvimos una charla de hora y pico hablando de todas las situaciones que no se van a consentir, incluso situaciones que nosotros no pensábamos que podían serlo, pero que pueden molestar a alguien”, explica Tejón, que también menciona la importancia de la introducción en series y películas de la figura del coordinador de intimidad: “Ellas deciden ahora qué sí, qué no y hasta dónde. Antes decidía el director. Y esto no se puede tolerar porque el director tiene que contar una historia, pero no decide sobre el cuerpo de una compañera”, prosigue el actor.
Llama la atención que el movimiento del MeToo que explotó en 2017 en los Estados Unidos no llegara a España y sí a otros países del entorno. Para Kira Miró, una de las posibles explicaciones es que “tenemos más inculcado el hecho de callar”. “En los Estados Unidos, los actores incluso se posicionan políticamente y no tienen mucho problema. Aquí, si te posicionas puede que te veten”, dice la actriz. “Yo creo que buscar un MeToo como tal no tiene sentido, lo que importa es que se hable de las cosas, que se pongan sobre la mesa y se busquen soluciones”, añade Guerrero. “Y que cada uno tiene derecho a hablar o no hablar”, continúa Miró. “Por el hecho de callar no te estás posicionando. Igual estás en un momento determinado de tu vida y prefieres no exponerte o no te apetece contar cosas. Pero hablo de esto como de la maternidad, la soledad, tus trabajos... Parece que siempre hay una necesidad de tener los discursos sobre todos los temas muy bien formados, sólidos, y que tengamos que opinar de todo. Y es terrible porque a veces estás perdida y te ves vampirizada al tener que hablar sobre un tema que igual no te apetece por lo que sea o no quieres verte relacionada con un titular cualquiera”. “Por eso me encanta cómo hablan los personajes, algunos tienen cero filtro y es una puñetera liberación”, intercede Martínez.
Tanto Tejón como Guerrero coinciden en las dificultades para saber qué hacer a la hora de separar al artista de su creación. “No podemos confundir el hecho artístico con el creador porque, si no, tendríamos que cancelar a la mitad del cine universal, escritores, artistas... Cuando me planteo estos temas, me asaltan un montón de dudas, llevo años pensando en esto, me genera mucho conflicto”, dice Tejón y asiente Guerrero.
“Lo que está claro es que en esta profesión hay una parte física, una barrera que rompemos desde el primer día. En otras profesiones la gente no se toca hasta la fiesta de Navidad, y aquí el primer día a un señor que no conoces de nada le tienes que mirar con amor, tocar, besar. Por eso empieza a haber cierto cuidado con lo de la intimidad, porque durante muchos años pudo haber confusiones que en otras profesiones no ocurren. Sí hay abusos de poder en todas partes, pero no ese contacto físico que hay aquí desde el primer momento”, reflexiona Miró. Continúa Guerrero: “Yo es que creo que el abuso de poder existe en todos lados. Los casos que he podido vivir personalmente, algunos han sido en el entorno audiovisual, pero otros no tienen nada que ver”. “Es que, ¿a quién no le han metido mano en el metro? Incluso a mí”, continúa Tejón. “Pero los límites cambian, gracias a Dios”, prosigue. “Sí, pero desaprender lo aprendido es complicado. Yo también estoy perdida en eso y ando buscándome”, prosigue Miró. Y, precisamente, de todo eso trata Machos alfa. Pero con comedia, para que entre mejor.