EFE Latam Videos
Moscú, 6 dic (EFE).- El Teatro Bolshói repone este viernes Cipollino tras once años de ausencia en las tablas, un divertido regalo para los amantes más jóvenes del ballet dedicado a la eterna lucha entre el bien y el mal, entre las ansias de libertad y la injusticia. "Cipollino refleja valores eternos, el bien y el mal. Puede que cambien los tiempos, pero esta lucha perdurará y esto interesa a los niños", comenta la coreógrafa Ana Mayórova, responsable de esta reposición e hija del coréografo creador del ballet, Guénrij Mayórov. El ballet Cipollino, la historia infantil del italiano Gianni Rodari con música original del compositor Karén Jachaturián, fue estrenado hace medio siglo, en 1974, en el Teatro de Ópera y Ballet de Kiev, y luego ocupó un lugar permanente en la cartelera del Bolshói hasta diciembre de 2013. Poco antes de la tercera campanada y de alzarse el telón, los bailarines retocan sus maquillajes y vestuarios y calientan en el escenario: se toman muy en serio este espectáculo que no por estar dedicado a los niños lleva menos esfuerzos ni reclama menos talento. "Este espectáculo infantil tiene una coreografía totalmente 'adulta', es muy compleja, difícil, y exige una alta concentración y maestría", afirma la bailarina María Vinográdova, que interpreta el papel de Magnonia en el ballet. Pese a la dificultad que entraña Cipollino para los bailarines, Vinográdova confiesa recibir "un gran placer al bailarlo". Para el público más perspicaz Su colega, el bailarín kazajo Ratmir Dzhumalíev, a cargo del niño-cebolla que protagoniza esta historia, reconoce que es un ballet que "dan ganas de encarar, porque la coreografía es musical" "La música es increíble, te carga las pilas. No es difícil de bailar, aunque se trate de pasos muy complejos", dice. Confiesa haber "logrado interpretar a un chiquillo travieso que lucha contra la injusticia" "Es un rol heroico, sobre todo a los ojos de los niños. Es importante ser un héroe para ellos. Pienso que hallé mi propio Cipollino, tal como yo lo siento", comenta con timidez. En sus antípodas está el Príncipe Limón, el villano de la obra que representa a la autoritaria aristocracia que busca pisotear a todos, encarado por Ígor Gorelkin, quien define la puesta en escena como "una tempestad de emociones y colores". "Me hace muy feliz actuar ante el público infantil, que es el más emotivo y al que es imposible engañar ni un solo segundo", dice minutos antes de salir a escena. Cipollino retorna al cabo de once años replicando con la mayor exactitud posible la puesta original, al rescatar al mínimo detalle la escenografía, el vestuario y la coreografía anteriores. "Conozco bien este ballet porque durante muchos años fui asistente de coreografía de mi padre", señala Mayórova, al defender su fidelidad a la puesta en escena original, ya que ésta "tenía todo lo necesario" para cautivar al público. (c) Agencia EFE