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Damasco, 11 dic (EFE).- La escasez y limitación de recursos y productos básicos es una de las grandes preocupaciones de los ciudadanos en la capital siria, sobre todo ahora por el caos de los primeros días tras el derrocamiento del régimen de Bachar al Asad, mientras que las nuevas autoridades buscan cómo regular los precios, que van bajando poco a poco. En una gasolinera pública de la capital, ahora cerrada, uno de los empleados que pidió no ser identificado asegura a EFE que están en proceso de arreglar los dispensadores de combustible y ver si les empieza a llegar el carburante para reabrir. "La crisis es a causa del régimen que restringía a la gente y no le daba su porción total de combustible de la que tienen derecho, entonces poco a poco se irá recuperando el combustible y las instituciones del Estado y todo a la normalidad", asegura. Hace referencia al sistema de la "tarjeta inteligente", en la que los sirios pueden comprar cada mes productos subvencionados por el gobierno en los comercios autorizados, entre ellos gasolineras. "Esta es una gasolinera pública para todos, en la que no hará falta tarjetas ni nada. Ofrecerá su servicio a la gente, a cada ciudadano que esté en este país", afirma, y añade que igualmente ahora los precios del combustible son "liosos", pero "en los próximos días" se va a determinar "un precio asequible para todos". Los precios por las nubes, aunque bajando La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) para Siria señaló este martes que hay "escasez de alimentos" en ciudades como Damasco, tras el derrocamiento del régimen de Al Asad el pasado domingo, y afirmó que el precio del pan ha subido en algunas urbes hasta 900 %. "Se ha informado de escasez de alimentos en las principales ciudades, como Deir al Zur, Damasco y Hama. Sólo el precio del pan en Idlib y Alepo ha aumentado un 900 % entre el 27 de noviembre y el 9 de diciembre", indicó la oficina en un informe. Al menos en Damasco, en los barrios donde pudo comprobar EFE, el problema no era tanto la falta de comida como los precios, imposibles para un ciudadano común y corriente. Otro hombre que sólo se identificó como dueño de una tienda de teléfonos y hombre de negocios en Damasco afirma a EFE que nutre su compañía de fundas de teléfono y móviles que a veces trae de contrabando desde el Líbano. "Ahora es un poco confuso cómo comerciar para ser sincero con toda la libertad de dinero en efectivo", afirmó riéndose. "No puedo creer que pueda cruzar de Turquía a Idlib y traer material para vender aquí. Es un sueño. Pero una cosa que es un poco difícil es el tema de los bancos. Los bancos están abiertos, pero el cajero automático sólo permite 40 dólares (100.500 liras sirias, al cambio oficial) por día, así que ¿cómo puedo hacer grandes operaciones ahora? Pero, afortunadamente, esperamos que mejore", señala. Tras el derrocamiento del régimen por la coalición insurgente -que inició la ofensiva el pasado 27 de noviembre desde Idlib, el bastión opositor en el noroeste de Siria- los caminos se han abierto de norte a sur y ya no hay divisiones, como pasaba antes con Idlib. A esto se añade que en el Líbano no hay apenas control en las fronteras. El mercado paralelo de la lira siria sigue bajando: un dólar es 14.500 liras. Mercado negro La economía siria, devastada por los 14 años de guerra y las sanciones internacionales, depende también del mercado negro, sobre todo del combustible. "Ahora el mercado negro está a 25.000 liras sirias (alrededor de 10 dólares) por 1 litro de combustible en las calles. Hay un montón en la carretera a Homs o incluso para traer de Líbano", dice un hombre en una gasolinera privada que pidió no ser grabado. Precisamente, un vendedor del mercado negro de combustible señala a EFE que al no haber nadie en el lado sirio "al que sobornar", en referencia a los que tenía que hacer "a diario" en los puestos de control, "es mucho más fácil traerlo". La economía siria se contrajo un 85 % durante casi 14 años de guerra civil, que diezmó las infraestructuras y desencadenó una hiperinflación. Los retos son enormes y la recuperación requerirá el apoyo del resto del mundo, según el Banco Mundial, que calculó que siete cada diez personas viven en Siria en la pobreza. Ana María Guzelian (c) Agencia EFE