La autora Ana Clavel “reivindica el poder del deseo” con una autobiografía hecha de piel
Ciudad de México, 16 feb (EFE).- “Me he desnudado”, afirmó la autora mexicana Ana Clavel en una entrevista con EFE sobre su nueva novela ‘Autobiografía de la piel’, y es que la habitante de este libro lleva su nombre, además “es escritora”, una que busca entre la ficción y la huella vivencial “reivindicar el poder del deseo como un ejercicio de libertad al que todos tenemos derecho”.
“En principio no era Ana-piel, en principio era un personaje ficticio en el que la piel hablaba y se refería a la habitante de esa piel, de esa habitación como una gemela, una suerte de personalidad múltiple. Pero poco a poco ese ‘yo’ fue tocando temas que he desarrollado anteriormente”, confesó Clavel para explicar que el texto publicado por Alfaguara se inspira en muchas lecturas, entre ellas ‘El yo-piel’ (1947) del psicoanalista francés Didier Anzieu.
A través de esta conversación con su epidermis y de transformarla en un personaje literario, la también creadora de ‘Las Violetas son flores del deseo’ (2007) narró que fue ahí, en la profundidad de la piel, donde pudo “reivindicar el placer como una fuerza fundacional”, que considera se tiene “muy minimizada por la religión, la moral puritana que nos dice qué es lo que está bien y lo que no en el cuerpo”.
“Pareciera que hay deseos que aunque surjan dentro de ti debes negar”, esclareció Clavel, una de las pioneras -desde su encuentro con la escritura hace más de 40 años- de la labor de poner luz sobre temas tabú que atraviesan el cuerpo, como el incesto, el deseo de la niñez, el dolor y la transgresión.
Cómo escribir con la piel
Reflexiva y con la mirada fija en la piel de sus manos, la mexicana pronunció el refrán hindú: “El deseo que no se cumple se pudre”, y por eso “hay que buscar maneras de ritualizar el deseo y de convertirnos en paraísos propios, darle lugar al placer, lejos de la invisibilización a la que nos está orillando la virtualidad”.
“Y es mediante el arte, la literatura, el psicoanálisis, la amistad, el amor con lo que se ritualiza el deseo incumplido, a través del límite y de la contención encontrar una nueva forma, una alquimia de la sombra que la convierta en una realización luminosa”, animó la literata, pues ‘Autobiografía de la piel’ fue eso para ella.
La piel comparte con el cerebro la misma capa embrionaria, el ectodermo, entonces ese sentido pensante que “abarca todo el cuerpo” se puede unir a la metáfora, y ahí en esa “zona liminal donde está lo tangible y lo intangible surge la revelación de una nueva mirada, de asimilar y escribir”, sostuvo.
En ese laberinto de más de 200 páginas donde Clavel se pierde y se encuentra, como la Alicia de Lewis Carroll, hay un sinfín de paradas, algunas visitan la relación incestuosa con la figura del padre.
Otras son más visuales y reflexionan pinturas de artistas incómodos para la época, como Balthus y su cuadro ‘Thérèse revant’ (1938), que exhibe la convergencia entre la inocencia, el deseo de la infancia y el rastro inicial de la menstruación.
La deshumanización a velocidad luz
Con este libro, la narradora también presenta muchas expresiones de la violencia y el odio que puede sufrir la piel, como los feminicidios en México, un país con un promedio de 10 mujeres asesinadas al día.
Para Clavel, en este mundo donde “nos estamos deshumanizando a una velocidad luz” entre la virtualidad, la brutalidad y la devastación natural, es necesario “regresar a lo que nos da esencia como humanidad, y eso es la cercanía entre nosotros”.
Entonces, comentó, para ella, “el mayor premio” es que el lector de la ‘Autobiografía de la piel’ goce de ese contacto con su epidermis, “que perciba su propio cuerpo, el placer que tiene la piel hacia adentro y la piel hacia afuera, por lo menos desde la imaginación”.
(c) Agencia EFE