Estos autores latinoamericanos darán la cara por sus verdades, sus familias y sus pasiones en LéaLA 2023
Entre el 14 y el 17 de septiembre, LA Plaza de Cultura y Artes se convertirá en la sede de la edición 2023 de LéaLA, el festival literario que realiza anualmente la Universidad de Guadalajara a través de su fundación en los Estados Unidos, y cuyo acceso es completamente gratuito.
Como suele suceder, el evento convoca de manera prioritaria a autores mexicanos, lo que limita un tanto el alcance de su propuesta. Pero no evita a los creadores procedentes de otras áreas geográficas, como lo demuestra en esta ocasión la adición de Alicia Kozameh, una reconocida novelista y poeta argentina que se distingue además por estar radicada en nuestra ciudad.
Estas fueron razones suficientes para incorporarla al artículo que te presentamos a manera de adelanto antes del inicio de la feria, y que incluye también a dos escritores mexicanos que están considerados ya entre los mejores exponentes de la literatura latinoamericana de nuestros días: el capitalino Emiliano Monge y el tapatío Antonio Ortuño. Te dejamos con ellos.
Secretos de familia
El 16 de agosto a las 5 p.m., Emiliano Monge participará al lado de sus compatriotas Alma Delia Murillo y Trino Camacho en un panel titulado “¿Existen las familias felices?” Cualquiera que esté familiarizado con la obra del distinguido novelista, cuentista y politólogo, sobre todo en lo que respecta a su etapa más reciente, sabrá ya que, en su caso, la respuesta no es necesariamente positiva.
Y es que tanto su antepenúltima novela, “No contar todo” (2018), como la última, “Justo antes del final” (2022), lo metieron de lleno y por primera vez en el terreno autobiográfico. La primera reconstruye las vivencias del lado masculino de su parentela, mientras que la segunda hace lo mismo con el lado femenino, más precisamente, con su madre.
“Son dos novelas que exploran un universo que tiene que ver conmigo, pero también con mi país y, en el caso de ‘Justo antes del final’, con la historia del mundo entero, porque cada capítulo incluye [el nombramiento y la descripción de sucesos] que han tenido lugar en el planeta a lo largo de los años en que se desarrolla la historia, desde 1947 hasta 2016”, nos dijo el escritor a través de una conexión de Zoom con la Ciudad de México.
Pese a sus profundos rasgos biográficos y autobiográficos (eso que ahora se define como ‘autoficción’, un término que para Monge es simplemente comercial), “Justo antes del final” revela su inclinación hacia la invención en varios momentos, como sucede cuando aprovecha la enumeración de las noticias más importantes de cada año para incluir en ellas los supuestos acontecimientos relacionados a un Sindicato Único de Trabajadores del Trueno que simplemente no existe.
“Una lectora me dijo que revisó esos datos, uno por uno, y que descubrió que el 93 por ciento de ellos son reales”, nos contó el escritor. “Es un juego con la ficción que, además, tiene que ver con el asunto de la memoria. Nuestros recuerdos no suelen corresponder con la realidad”.
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Sin embargo, la mayor parte de lo que aparece en esos momentos es no sólo real, sino que viene marcado por un afán selectivo que da fuertes indicios de la línea de pensamiento que maneja Monge. Fuera de su interés por resaltar proezas científicas y tecnológicas (la invención de la cámara instantánea, la de la píldora anticonceptiva, los avances de la carrera espacial), los listados mencionan en más de una ocasión las concesiones hechas por los Estados Unidos al gobierno fascista de Francisco Franco en España y las circunstancias que rodearon al Proyecto Tuskegee, un experimento demencial que se extendió a lo largo de cuatro décadas y que se dedicó a estudiar la progresión de la sífilis no tratada en sujetos afroamericanos de bajos recursos, con la autorización del gobierno federal.
La novela habla también de la locura -a la que se refiere de manera directa y sin eufemismos- que ha afectado de diferentes maneras a la familia de Monge. Y no deja de lado las acciones violentas cometidas por los hombres contra las mujeres del mismo clan, como sucede en los capítulos que describen las golpizas recibidas por la madre de parte de su hermano y de su padre.
“Esas cosas sucedieron, aunque están noveladas”, comentó el escritor. “Pero hay que tomar en cuenta que en ‘No contar todo’ busqué el origen de ese machismo en los hombres que lo practicaban para entender cómo se fue heredando de un miembro a otro, cómo se fue reciclando y cómo fue impidiendo la existencia de una masculinidad sana”.
“Al final, la conclusión es que, para no estar condenados por el machismo, hay que aprender a cuidar del otro, hay que tratar de recomponer a los demás”, aseguró. “Y eso es lo que hace la protagonista”.
La invención del Sindicato Único del Trueno tiene una explicación directa. En plena pandemia, mientras se encontraba sentado en una mecedora de metal al aire libre, Monge fue alcanzado por un rayo que, para fortuna suya, no lo impactó directamente y no le dejó secuelas de consideración.
“Me tumbó, se me descompuso el teléfono, se me quemaron el pelo y todos los vellos del cuerpo y me desmayé”, recordó el afectado. “Desde entonces, tengo la posibilidad de que me caiga otro, porque una vez que te sucede algo así, se te cambia la polaridad”.
Durante su primera participación en LeaLA, el 15 de septiembre a las 3 p.m., Monge formará parte de un panel llamado “Descifrando la escritura: consejos y reflexiones”, lo que le permitirá probablemente hablar del constante cambio de temáticas en una obra literaria que incluye una novela sobre un asesino de origen rural -“El cielo árido” (2012)-, otra sobre una pareja de secuestradores - “Las tierras arrasadas” (2018)- y una más sobre un futuro apocalíptico -“Tejer la oscuridad” (2020)-.
“Para mí, cada vez más, la literatura tiene sentido única y exclusivamente en la escritura”, afirmó el autor. “Y para que la escritura tenga sentido, cada vez que me meto en un nuevo proyecto, debo conseguir de algún modo, ya sea desde la historia o desde la forma, que ese proyecto me obligue prácticamente a volver a aprender a escribir”.
Por ese lado, y a pesar de que la crítica internacional ha comparado su prosa con la del legendario escritor estadounidense Cormac McCarthy, Monge asegura que no tiene autores de cabecera. “Pero no puedo dejar de lado a José Revueltas, a Elena Garro y a Inés Arredondo en el plano mexicano; y si quieres que llegue a otros países, te puedo mencionar a Julio Ramón Ribeyro [de Perú], Mario Beneditti [de Uruguay], Juan José Saer [de Argentina] y Clarice Lispector [de Brasil]”, detalló.
“Además, leo constantemente lo que hace mi generación, las que vienen y las anteriores”, dijo. “Si uno pretende ser escritor, tiene que quemarse los ojos tal y como se quema los dedos”.
Emociones desbordantes
Cuando se siente en la mesa del panel “El sur en el norte”, dedicado a la poesía, compartido con el chileno Cristian Gómez Olivares y programado para el 16 de septiembre a las 4 p.m., Alicia Kozameh tendrá mucho que decir.
No solo porque, además de ser una prolífica novelista (ha publicado siete volúmenes dentro de este género), es una fecunda poeta (tiene seis libros en esa modalidad), sino porque ha desarrollado esta segunda faceta tanto en prosa como en verso.
Su proyecto más reciente ha sido la culminación de una pentalogía que, en términos generales, se llama “Sal de sangres”, y que en su última entrega, “Sal de sangres en sangre” (2022), se convierte en un homenaje a su tío Eduardo Kozameh, quien fue asesinado a balazos por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) en septiembre de 1974.
Este último volumen combina de manera ingeniosa momentos narrativos que reconstruyen tanto los sucesos previos al crimen como el crimen mismo a través de los ojos del doctor y de la misma autora, y que llegan a veces hasta la infancia de la segunda.
“La voz de mi tío es la principal, aunque se establece una especie de diálogo entre él y yo”, nos dijo la nativa de Rosario, Argentina, a través de una conexión telefónica. “Mi tío era un militante, pero mi intención aquí era mostrarlo como un ser humano que ayudaba todo el tiempo a las personas mas necesitadas”.
“Sal de sangres en sangre” es un texto poético en prosa que fue escrito de ese modo porque, para su autora, la poesía es la única vía posible para plasmar su emotividad expresiva. “Yo admiraba mucho a mi tío”, nos explicó. “Cuando hay tantos sentimientos juntos, me resulta muy difícil escribir una novela”.
Eso no quiere decir que Kozameh no haya hecho novelas en las que narra experiencias propias de tinte doloroso. De hecho, su obra más famosa sigue siendo “Pasos bajo el agua” (1987), que empezó a escribir entre Los Ángeles y Ciudad de México y que se inspira en el periodo carcelario que le impuso la dictadura.
De todos modos, “Pasos bajo el agua” no es un trabajo convencional en términos narrativos, sino una conjunción de voces que reúne también circunstancias vinculadas a sus compañeras de encierro. “Si tuviera que escribir en forma testimonial directa sobre todo esto, no lo haría”, retomó la escritora. “Para mí, el pasado no existe; todo es presente”.
Kozameh, que formó parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), fue arrestada un año después de la muerte de su tío. Tras irse al exilio, decidió regresar a su país de origen en 1983, cuando se acabó la dictadura militar. Sin embargo, tres años después, luego de la presentación pública de “Pasos bajo el agua”, fue amenazaba en la calle por unos tipos con chaquetas negras que le exigieron que se fuera nuevamente de Argentina y que le dijeron que, de no hacerlo, acabarían con su vida y con la de su hija, que tenía cuatro años en ese momento.
Pese al retorno de la democracia, la novelista y poeta considera que el poder de estos militares no ha desaparecido del todo, como lo demostraría el hecho de que muchos de los inculpados por crímenes de lesa humanidad en las décadas recientes han obtenido de manera insólita permisos para cumplir sus condenas bajo arresto domiciliario. “En este momento, todo está tremendamente ‘derechizado’ en Argentina”, se lamentó.
Para ella, la popularidad creciente de Javier Milei, un libertario radical que se encuentra en la cima de intención de voto para las elecciones presidenciales de octubre no es, por supuesto, nada deseable. “La idea de que pueda convertirse en presidente de Argentina es tremendamente preocupante”, reflexionó. “El gobierno actual [del peronista Alberto Fernández] ha dejado mucho que desear, y los jóvenes, que no saben lo suficiente de Historia, están dispuestos a votar por alguien que, para ellos, representa simplemente lo opuesto a lo que tienen ahora”.
En 2009, Kozameh publicó “Manos en vuelo”, un poemario sobre la invasión de Estados Unidos a Irak que, en sus palabras, surgió de la “desesperación y la impotencia” que le provocaba la muerte de tantos inocentes.
En vista de que vive y trabaja en este país -es maestra de Creación Literaria en la Universidad de Chapman de Orange-, nos pareció razonable preguntarle si había recibido críticas directas por pensar como piensa. “No se han animado a hacerlo”, nos respondió. “No soy una persona agresiva, pero siempre digo lo que pienso. Aquí hay mucha más gente que concientizar que en cualquier otro lugar”.
Resulta de todos modos curioso que dicte clases en una zona del Sur de California que se ha distinguido por su aspecto conservador y en la que se han producido incluso marchas neonazis. “Bueno, hace diez o hasta cinco años, tenía alumnos que eran hijos o nietos de personas latinoamericanas de mi generación y que reconocían los hechos que les contaba porque ya se los habían contado a ellos”, señaló.
“Eso ha cambiado; los nuevos estudiantes han perdido la memoria sobre estos temas y es mucho más difícil tratar de educarlos”, añadió. “Pero lo sigo haciendo”.
Apología del ruido
Su obra más conocida es probablemente “Recursos humanos” (2007), una feroz novela desarrollada en un ambiente laboral particularmente tóxico, protagonizada por un oficinista cargado de odio, que llegará pronto a la pantalla grande gracias a una adaptación fílmica que se exhibirá por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Morelia, a realizarse en octubre, y que se estrenará en salas mexicanas en el mes de noviembre.
Se trata de la primera adaptación de un trabajo de Antonio Ortuño que llega a la pantalla grande o a la chica, lo que sorprende en vista de que, más allá de su talento literario, este oriundo de Guadalajara, Jalisco, crea historias profundamente visuales que se prestan para esta clase de formatos. Y su novela más reciente, “La Armada Invencible” (2022), no es la excepción.
Pero es también una novela dedicada a celebrar su pasión por el heavy metal, plasmada en un relato que imagina a una banda tapatía de thrash que se reúne veinte años después de su separación mientras trata de lidiar con los problemas que la disolvieron y los dramas personales en los que se encuentran involucrados sus ex integrantes, ahora cuarentones.
“La música ruidosa ha sido el tono en el que ha girado mi vida”, nos dijo a través del Zoom Ortuño, quien se declara también fanatico del punk. “Pero, para esta novela, que trata sobre la madurez de las pasiones, me gustó la idea de que todo girara en torno al metal”.
“Me gustó además porque los metaleros tienen una característica que para mí es maravillosa: la de luchar por seguir siendo lo que son y por seguir escuchando lo que escuchaban”, agregó. “Conozco a varias personas que eran punks y que ahora escuchan jazz o cosas así, pero la mayor parte de los metaleros que conocí de adolescente siguen siendo metaleros”.
Ortuño resalta que, en Latinoamérica, el metal se mantiene en la precariedad y continúa siendo mal visto, lo que hace que sus devotos se encuentren en pie de guerra. “Eso me parecía sumamente fértil para la narrativa”, precisó. “Si alguien hiciera ahora mismo ‘la novela de la salsa’ o ‘la novela de la cumbia’, habría un montón de intelectuales echándole porras; pero el heavy metal tampoco le gusta a los intelectuales”.
Ortuño se atreve a decretar que, para su trabajo como escritor, la cultura del rock ha resultado mucho más decisiva que los referentes literarios, pese a que esto se ha hecho recién evidente gracias a “La Armada Invencible”, que es su décima novela.
“He dicho muchas veces que me han influenciado más los Pixies que [Juan] Rulfo, y mucho más Motörhead y los primeros Metallica, los Ramones y The Clash”, afirmó. “O, en todo caso, me influenciaron tanto como los autores que me marcaron más, como [Jorge] Ibargüengoitia, Patricia Highsmith y [Mikhail] Bulgakov”.
En “Descifrando la escritura”, el panel de LéaLA del que hablamos párrafos arriba, Ortuño compartirá la mesa con Emiliano Monge, que es colega y amigo suyo. Al igual que Monge, Ortuño ha cambiado mucho de temas en el transcurso de su prolífica carrera.
Ya mencionamos a “Recursos humanos”, pero su obra incluye a “La fila india” (2013), que retrata los sufrimientos de los inmigrantes centroamericanos que pasan por México; cuatro novelas juveniles, entre las que se encuentra “El ojo de vidrio” (2018), que transcurre en L.A. y está protagonizada por punks; y hasta un par de libros infantiles, basados en los cuentos que inventó para sus hijos cuando estos eran pequeños.
“Soy un espectador al que le interesan cosas muy diversas, pero que en realidad se unen porque lo que suele llamarme la atención es lo ridículo y lo malvado”, proclamó. “Soy de los que van a las ciudades y toman fotos de los letreros chuecos con faltas de ortografía o de la rata que está en la banca”.
“Ese humor involuntario de la realidad es lo que me interesa”, insistió. “A veces lo tiene el crimen, a veces lo tiene la vida cotidiana, a veces lo tiene el deporte. La evidencia de que la condición humana es bastante ridícula está por todos lados. Y, sin embargo, encuentras siempre momentos cargados de nobleza”.
Feria del Libro en Español y Festival Literario LéaLA 2023
Cuándo: Del 14 al 17 de septiembre
Dónde: LA Plaza de Cultura y Artes (501 N Main St., Los Ángeles, CA 90012)
Admisión: Libre
Información y programación completa: Aquí
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.