Aída Luz: lo que más la avergonzaba de sus comienzos, la complicidad con su hermano Jorge y el gran amor de su vida
Se llamaba Aída da Lus Borbón, pero todos la conocimos como Aída Luz. Ya de adolescente supo que quería ser artista, y a los 14 años se mudó a la gran ciudad con el objetivo de cumplir ese sueño. Nació en la localidad bonaerense de Alejandro Korn, el 10 de febrero de 1917, y llegó a ser una actriz prestigiosa, gran comediante y cantante de tangos que brilló primero en la radio y luego en el cine, la televisión y el teatro. Murió el 25 de mayo del 2006, de un paro cardíaco no traumático, a los 89 años.
Hija de Juan da Lus de Roca y Josefa Borbón, fue quien guió a su hermano menor, Jorge Luz, por el mismo camino que recorría ella. En su despedida, él dijo emocionado: “ Para mí no murió, prefiero pensar que Aída salió de gira, que se va a tomar unas vacaciones y que algún día me encontraré con ella integrando el lindo elenco del que ahora forma parte. Aída es alegre, no le gusta la tristeza, así que yo no quiero hacer de eso una ceremonia lastimera ”.
Recién llegada a Buenos Aires, Aída ingresó a la academia PAADI (Primera Academia Argentina de Interpretación), dirigida por los hermanos Rubistein, y a los 19 años debutó como cancionista en Radio La Nación, que luego pasó a llamarse Radio Mitre. Estudió con Gregorio Barrios y Hugo Del Carril, y tuvo como maestros a Osvaldo Pugliese y Mariano Mores. Luego participó de varios radioteatros e integró la compañía de Pedro Tocci, donde unos años más tarde se iniciaría su hermano, Jorge Luz.
En sus primeros tiempos viviendo en la ciudad fue secretaria: “Había que trabajar porque éramos muchos, cuatro hermanos, mamá y papá, y además porque era lo que se usaba, trabajar y colaborar”, decía en algunas entrevistas. Fue así como se enteró de la audición en Radio La Nación que le cambió la vida para siempre. Una vez que entró a la radio ya no le pareció raro que la llamaran para hacer cine, ni mucho menos codearse con actores que ella escuchaba en los radioteatros, mientras soñaba con ser amiga de Elena Lucena. También contaba que, de niña, las vecinas le regalaban caramelos cuando cantaba tangos y rancheras.
Muchas veces volvió a Alejandro Korn, que en esa época se llamaba Empalme San Vicente. “Mi hermano Jorge había comprado una casaquinta e íbamos con mamá un viernes y nos la pasábamos limpiando, y cuando estaba todo lindo ya había que volver”, recordaba en las entrevistas con una sonrisa.
Los primeros pasos en el cine, de la mano de Sandrini
En 1936, por recomendación del cantor Ernesto Famá, hizo un pequeño personaje en la película Loco lindo, con Luis Sandrini y Sofía Bozán. Ese mismo año se sumó al elenco de Ya tiene comisario el pueblo, película para la que se cosió su propio vestuario. Mientras tanto, continuó cantando con éxito en Radio Mitre, compartiendo emisiones junto a Carmen Duval, Aída Denis y Yola Yoli. En 1940 entonó su primer tango para el cine, “El pañuelito”, en la película Los celos de Cándida, con Niní Marshall. Ese año protagonizó Amor, junto a Pepita Serrador y Adolfo Stray. Ya para ese entonces Aída estaba más abocada a la actuación que al canto, del que fue despidiéndose de a poco.
Durante años hizo películas, una tras otra: Cuando canta el corazón, junto a Hugo Del Carril donde cantaron a dúo tres tangos: “Buenos Aires”, “La morocha” y “Dónde estás corazón”. También en 1941 filmó Papá tiene novia y luego El viaje, junto a Mirtha Legrand, para la cual Aída debió aprender a manejar. Le siguieron La piel de zapa, Pobre mi madre querida, en 1948; El último payador, en 1950; El patio de la morocha; Patio mío; La retrechera; La honra de los hombres; Deshonra, con Fanny Navarro; El grito sagrado; Aquello que amamos; Sábado a la noche; Mi primera novia, en 1966; Quiere casarse conmigo; En una playa junto al mar, en 1971. Ganó varios premios, entre ellos el Martín Fierro, el ACE de Oro, San Gabriel, Konex, Cóndor de Oro, Estrella de Mar y Blanca Podestá.
En 1945 debutó en teatro en La voz de la tórtola y también participó en otras obras como Una viuda difícil, La dulce enemiga, El mal amor, Delito en la Isla de las Cabras, Un tranvía llamado deseo, El carnaval del diablo, El cuervo. Dirigida por Cecilio Madanes y acompañada por Jorge Luz, integró el elenco del Teatro Caminito participando en varias obras. Al finalizar una temporada teatral, la empresa Odeón la convocó para registrar los tangos “Los pañuelitos” y “Milonguita”.
En televisión, se destacó en ciclos como Obras maestras del terror, Teatro de la noche, Las solteronas, Un cachito de vida, Esto es teatro y Maison Polyana.
Después de una larga inactividad en cine, participó en Gran valor en la Facultad de Medicina, con Juan Carlos Calabró y Mónica Gonzaga, y en varios programas de televisión. Su última participación cinematográfica fue en 2000, en la película Gallito ciego, de Santiago Carlos Oves.
A los 84 años volvió a la televisión luego de mucho tiempo, con Matrimonios y algo más, en Canal 9. En alguna entrevista radial alguna vez se mofó de sus comienzos: “ A veces me veo en las primeras películas y me pregunto cómo fue que me siguieron contratando. Estaba muy mal, con esa vocecita chiquita. Me da tanta rabia que me paro frente a la tele y le digo: ¡Habla fuerte, che! ”. “Ernesto Vilches fue quien me enseñó a dirigir la voz a la última butaca, aunque estuviera vacía”. sumó.
Amor eterno
Se casó con el cantante Fernando Roca y estuvieron juntos durante 11 años hasta que él falleció . Se habían conocido compartiendo elenco en una de las primeras obras de teatro, Yo soy el camino, que dirigía Ernesto Vilches. No volvió a formar pareja, aunque alguna vez reconoció haber tenido “algunos amoríos”.
Los últimos años estuvo acompañada por una perrita yorkshire que se llamaba Emily. “Este montoncito de pelo me llena de amor”, decía a quien quisiera oírla.
Su relación con su hermano Jorge siempre fue muy estrecha: “ Éramos cómplices y amigos. Empezó acompañándome a la radio y tuvo su gran oportunidad cuando se enfermó un actor porque Jorge ya se sabía su parlamento de memoria y lo reemplazó. Tenemos una relación muy especial, nos divertimos mucho juntos ”, decía.
Una villana amorosa
La única vez que encarnó a una villana fue en la obra de teatro Mi Bella dama, en 2000. “No sé por qué nunca me había tocado hacer de mala, pero es una impresión fuerte y fue un desafío”, dijo Aída en ese momento.
“La tengo siempre conmigo y cada vez que aparece en mis recuerdos sonrío y me lleno de emoción”, dice Paola Krum, protagonista de aquella puesta, en diálogo con LA NACION. “ Aída estaba hecha de luz. Tenía sabiduría, un talento exquisito, mucha gracia. Era única. Y compartir una experiencia con ella en Mi bella dama fue increíble y necesario en ese momento. El proceso fue difícil, por la responsabilidad, porque el director era irlandés y no conocía el idioma, pero Aída siempre estaba presente como contención para mí, como un abrazo cálido con sus palabras sabias y amorosas; me cuidaba como si fuese una mamá. Estaba atenta a todo y agradezco tanto eso porque tenerla cerca me daba certeza y confianza. La voy a adorar siempre”, suma.
Krum rememora también un presente muy especial que recibió de su parte: “Tengo conmigo el recuerdo de una bata que me regaló y era de ella, super vaporosa, de diva del cine, y la guardo como si fuese un tesoro. Todo mi cariño y mi amor para ella y su familia”.
Zulma Faiad compartió Matrimonios y algo más con Aída Luz y la recuerda amorosamente: “Solo puedo pasar a Aída por mi corazón. Me emociona hablar de ella, una actriz todo terreno. Estar en Matrimonios... y juntarme todas las mañanas cuando grabábamos era un placer porque era como estar con una hermana, con una hija, con una madre, con una mujer a quien admiraba profundamente como actriz y como ser humano. Tenía un sentido del humor impresionante. Fui muy feliz en esa época y amo con todo mi corazón a esta mujer. Siempre le mando un beso al cielo”.