Todos los baches que ha superado Isabel II en el primer año sin su marido, el duque de Edimburgo

La primera imagen de Isabel II como Reina viuda es imborrable. Sola, sentada en los larguísimos bancos del castillo de Windsor sin nadie a su lado, de riguroso luto y protegida por una mascarilla. Las restricciones de la pandemia que obligaban a la distancia social contribuyeron a subrayar la soledad de la monarca que comenzaba una nueva etapa sin su marido, el duque de Edimburgo, el hombre que estuvo 73 años a su lado, siempre un paso por detrás. Un año después del fallecimiento del príncipe Felipe, Isabel II reaparecía para honrar a su marido en la solemne misa que tuvo lugar en su recuerdo en la abadía de Westminster. No se daba su asistencia por segura ya que los últimos achaques de salud la mantenían con la agenda muy mermada, pero ahí estaba, la soberana de acero, con todo un año lleno de baches a la espalda.

El pésame de Europa a la reina Isabel II

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Isabel II en el funeral de su marido
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Isabel II y Felipe de Edimburgo
Isabel II y Felipe de Edimburgo

Su fortaleza siempre ha estado fuera de toda duda, fue imprescindible para soportar el peso de la corona con 23 años, y también para hacer frente a las siete décadas de reinado que ahora celebra. Sin embargo, no es inmune, aunque a veces lo parezca, al paso del tiempo. A punto de cumplir 96 años, ha superado el covid y varios problemas de salud que le obligaron a bajar el ritmo sensiblemente en los últimos meses. Ella misma se quitaba la coraza recientemente para admitir su fragilidad durante una audiencia con dos cargos militares. "Como pueden ver, no me puedo mover", admitía mientras se ayudaba con un bastón, un instrumento tan útil y básico para tantos personas mayores, y tan inusual en ella. Pero se repuso a estos problemas para rendir homenaje a su marido el pasado 29 de marzo en Londres, rodeada de la realeza europea que, esta vez sí, pudo acudir a la misa en su recuerdo. Isabel II llegó acompañada de su hijo, el príncipe Andrés, retirado de la vida pública desde hace más de tres años años y a cuyos escándalos también parece haberse repuesto, al menos de momento.

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Isabel II y el príncipe Andrés
Isabel II y el príncipe Andrés

Al tercer hijo de la Reina y el duque de Edimburgo le acompaña la polémica desde agosto de 2019, cuando su nombre se comenzó a asociar con el de Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense que apareció muerto en su celda mientras esperaba su condena por delitos de tráfico de menores. Su relación personal con el millonario llevó al duque de York a retirarse de la vida pública en noviembre de 2019, pero no por ello el revuelo llegó a mitigarse. El último año ha estado marcado por la denuncia de Virginia Giufree, que le acusaba de abuso de menores. La posibilidad de que un Windsor se sentara en el banquillo llevo a la Reina a despojar a su hijo de sus títulos militares y patronazgos a través de un comunicado en el que aseguraba que haría a frente a la Justicia como un ciudadano privado. Aunque finalmente un acuerdo extrajudicial con la demandante le libró del trance, el gesto de la monarca fue férreo. Sin embargo, no era solo la monarca la que llegó a la abadía de Westminster por la puerta lateral para que el camino fuera más corto, también era la madre y viuda, acompañada del que siempre se dijo que era su hijo predilecto.

Isabel II en la misa homenaje a su marido
Isabel II en la misa homenaje a su marido

Si en ocasiones su papel de Reina tuvo que imponerse al de madre, y viceversa, también el de abuela le causó el mismo dilema. Hace ya dos años que el príncipe Harry y Meghan Markle renunciaron a sus obligaciones reales para iniciar una nueva vida en Norteamérica, pero desde entonces, las aguas nunca llegaron a encauzarse y la brecha entre el matrimonio y los Windsor no ha hecho más que crecer. Esta distancia quedó más que patente tras su ausencia en la misa homenaje a su abuelo. El duque de Sussex sostiene que no se siente seguro en Reino Unido desde que no cuenta con la protección de los servicios de inteligencia, y mantiene desde hace unos meses una batalla legal con el Ministerio de Interior británico para reclamar que, previo pago, se permita a su seguridad privada acceder a esa información policial. De este modo, hasta que no se pronuncien los tribunales, el hijo menor de Carlos de Inglaterra no parece dispuesto a pisar suelo británico y, por tanto, tampoco su mujer y sus hijos. La Reina aún no conoce personalmente a su bisnieta, Lilibet Diana, nombrada así en su honor y en el de su recordada abuela Diana de Gales.

Pese a todo, Isabel II tiene la mirada puesta en el futuro y en la continuidad de la monarquía, encarnada en el príncipe Carlos y Camilla de Cornualles. En la celebración de su Jubileo de Platino, dejó claro su deseo de que la esposa del heredero sea reina consorte llegado el momento. Un gesto de enorme importancia teniendo en cuenta que la hoy Duquesa llegó a la familia real con la opinión pública en contra y no se le concedió el título de princesa de Gales por deferencia a la memoria de Diana. Sin embargo, su trabajo a lo largo de los años junto a Carlos de Inglaterra, con el que cumple 17 años de matrimonio, le ha hecho ganarse la confianza de la soberana y también su hueco en la familia real.