Bailando 2023: Marcelo Tinelli da pelea desde su nueva casa, con la misma fórmula y las mismas mañas
Marcelo Tinelli depende de América. Y América depende de Marcelo Tinelli. En esa ecuación de mutua necesidad se apoya la reaparición del conductor más exitoso de la televisión argentina de los últimos 30 años en una pantalla inédita. Tinelli ya la siente como propia, o al menos así se lo hizo saber en el debut de este lunes delante de todo el mundo a las autoridades del canal. Lo escuchaba muy atento el empresario Daniel Vila, dando el presente en un lugar simbólico del estudio, muy parecido al que ocuparon en otros tiempos Constancio Vigil, Carlos Fontán Balestra, Adrián Suar y Pablo Codevilla. La historia se repite, y no solo a través de estos rituales.
A Vila y al resto de los dueños de su nueva casa, cuidadosamente mencionados uno por uno, para que no faltara nadie, Tinelli les dulcificó de entrada los oídos cuando dijo que “Buenas noches América”, el saludo tradicional de bienvenida de cada emisión de ShowMatch por fin tenía sentido, dicho desde su nueva pantalla, “después de 34 años de ensayos”. Las buenas noticias para el canal siguieron durante las dos primeras horas de aire del “Bailando 2023″ con números de audiencia medidos en tiempo real superiores a los del poderoso Got Talent de Telefe.
Ahora le toca a Tinelli el arduo desafío a largo plazo de volver mirar a sus competidores desde lo más alto del rating, aunque en las planillas haya quedado unas décimas debajo de Got Talent en la suma general de los números del lunes. Tendrá que hacerlo acomodando su propio espacio al resto de la programación del canal, sobre la cual también tiene ahora la máxima responsabilidad. Todo indica que en lo que queda de 2023 América girará al ritmo del “Bailando...” durante las 24 horas. En esta agitada etapa preelectoral de la Argentina asistiremos cada día a un nuevo voto de la gente en una competencia que el creador de ShowMatch decidió que fuese mano a mano. Por lo pronto, nadie le quitará el mérito de haber tomado la iniciativa y llevarse el primer round.
Si el “Bailando 2023″ sostiene en el tiempo los números del debut asistiremos en primer lugar a un escenario de recuperación del encendido para la TV abierta, a partir de los números de audiencia de su prime time. En ese marco, Tinelli quiere tallar fuerte en la búsqueda por el liderazgo del rating con una fórmula, como la del “Bailando...”, que no acerca ni una sola sorpresa. Tan parecido es este ciclo a los anteriores que la única novedad genuina del ciclo 2023 es la cabellera platinada de su conductor.
Este visible regreso al pasado (o, por lo menos, a una fórmula que descree de los cambios) es tan evidente que el desfile de competidores se inició con el regreso de Noelia Pompa, la ganadora del concurso en 2011 y 2012. La presencia de nuevas caras entre los participantes (tanto “famosos” como bailarines profesionales) no hace más que confirmar todo este sesgo inmutable. No llegan para renovar el certamen, sino para sumarse a la antigua e invariable fórmula que lo puso en marcha allá lejos y hace tiempo.
Lo mismo puede decirse de la transmisión en streaming, simultánea a la de la TV por aire, que se incorpora este año con el propósito de diversificar la difusión de un mensaje televisivo inalterable. Si el público lo confirma en los próximos días y semanas, Tinelli reivindicará su estrella, bastante apagada en los últimos años, y la TV abierta confirmará en la Argentina una vez más su eterna resistencia a la innovación en aquellos formatos que se probaron exitosos.
Quedará una vez más para otra oportunidad (¿habrá alguna?) la expectativa de ver a Tinelli al frente de un verdadero big show de variedades televisivas, dentro del cual un certamen como el “Bailando…” podría funcionar como herramienta, accesorio o complemento, pero no como fin en sí mismo como ocurre desde hace demasiado tiempo.
No parece haber demasiada voluntad de salir a buscar algo distinto a lo conocido, pero un eventual tándem con Noche al Dente, que con la llegada de Tinelli deberá resignarse a un horario más acotado y marginal, podría resultar atractivo como experimento televisivo integrado y no solo como apéndice de lo ya visto.
La propia dinámica interna que empieza a configurarse en la programación de América con la llegada de Tinelli condiciona lamentablemente esta posibilidad. Una pantalla más “fría” como la del canal palermitano aparece en los papeles como la más propicia para hacer pruebas o ensayos innovadores. Pero ShowMatch, con todo el peso de su inconmovible estructura, parece imponer otras reglas bastante más convencionales.
La estrategia quedó a la vista en algunos detalles del gran movimiento de gente que formó parte de la escenografía del “Bailando…” en el debut. Hubo allí, entre otras presencias, un acompañamiento amplio de los conductores estrella del canal. Y los que no dieron el presente fueron mencionados de manera destacada. En una grilla que tiene a lo largo de toda la jornada programación en vivo, Tinelli será prioridad. Se hablará allí a toda hora de su programa, más que de Boca y de River en las señales deportivas del cable.
Como América es un canal más chico que Telefe y El Trece, esa tendencia a la concentración y a la reducción a la unidad se notará mucho más. Uno de los grandes triunfos televisivos de Tinelli fue el armado durante su paso por los canales líderes de un gran campo magnético propio que funcionó como polo de atracción para que un número considerable de programas y personas se dediquen a hablar en ellos solo de él y de su programa.
También se encontrará en un hogar más pequeño con algunas complicaciones que ni siquiera se tenían en cuenta en los años previos. Hubo notorias deficiencias de audio en la emisión inaugural del “Bailando…”, sobre todo por el bajo volumen y la saturación del micrófono del conductor cada vez que su voz interactuaba con la de sus compañeros, sobre todo la locutora Marcela Feudale.
No hubo manera de disimular esos desacoples, ni siquiera cuando Tinelli destacó el despliegue de “las 14 cámaras” y el dron que el canal puso a su servicio. La presentación del programa dejó a la vista que ShowMatch cuenta en América con menos recursos de los que tenía en sus temporadas previas. En un contexto de estrechez económica que no da lugar para aventuras audaces, extravagantes o sofisticadas. Por eso, el vistoso show danzante que abrió la temporada resultó bastante austero, más allá del lleno completo que tuvo en el estudio la transmisión en vivo. No costaba mucho alcanzar ese clima dentro de un estudio de dimensiones reducidas para lo acostumbrado en el programa.
Todo se hizo allí y ni siquiera se recurrió, como en otras aperturas, al aprovechamiento de la calle como escenario de alguno de los cuadros. Eso explica también la rara inclusión de un segmento pregrabado, con el muralista Alfredo Segatori lanzando veloces descargas de pintura con colores vivos sobre los cuerpos de los bailarines en pleno movimiento.
En esa apertura, concebida como en años anteriores a partir de la simple acumulación de secuencias coreográficas dispersas, brilló por un momento la espléndida figura de Pampita Ardohain. A la hora de cantar, Cristian Castro ratificó en medio del playback su enorme histrionismo y algunos cantantes urbanos muy jóvenes (BM, Callejero Fino, el cordobés Luck Ra) exhibieron con sonido directo sus letras blindadas a cualquier cuestionamiento. Por mucho menos de lo que dicen temas como “Mejores amigos” hubo campañas y pedidos ruidosos de cancelación para artistas de larguísima trayectoria.
El segmento se cerró cuando una de esas nuevas figuras, Callejero Fino, hizo un pedido público de libertad para L-Gante (Elián Angel Valenzuela), notorio representante de toda esta corriente, detenido desde junio último y acusado por los delitos de privación ilegal de la libertad y amenazas.
Fue la única mención de actualidad dentro de un programa que nunca se apartó de las rutinas que caracterizan cada debut de temporada de ShowMatch. No se cumplieron en esta apertura las promesas de un desembarco político a cargo del staff de imitadores encabezado por Fátima Florez. Tinelli ni los mencionó. Fuera del público habitual del “Bailando...” había bastante expectativa por saber cuál será el tono elegido en el programa para hablar de la actualidad. Tal vez el conductor pensó que un segmento político iba a forzar en el debut un cambio de foco no deseado y, quizás, incomodar a alguno de los invitados a esta reaparición.
La prioridad pasaba por otro lado. El “Bailando...” se movió por los andariveles más previsibles y Tinelli, en su comportamiento, también fue el de siempre. Vivió ese infaltable momento de toda apertura de ShowMatch en donde solo se habla de él (el extracto de una película famosa, en este caso Barbie, con doblaje paródico) y mostró una vez más que sabe moverse como nadie en un estudio lleno de gente haciendo televisión en vivo y en directo. No hubo en esta reaparición nada que le no hayamos visto antes: la euforia de tono futbolero, las chanzas a sus compañeros, algunas vulgaridades dichas al pasar. Solo cambió de domicilio. Esta vez, la liturgia se representa en una nueva casa, que se puso desde el primer momento del “Bailando 2023″ a su completa disposición.