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Santiago de Chile, 4 feb (EFE).- El cantante Rodrigo Cuevas, que está revolucionando la escena musical española, dice a EFE que el folclore ha estado muchos años arrinconado en España porque la dictadura franquista se lo "apropió", pero que cada vez más gente está volviendo a él gracias a propuestas "agitadoras" como la suya. Le han bautizado como "la nueva diva folclórica", "emblema del neofolk" o "el Freddie Mercury de Asturias" (por su parecido físico con el cantante británico), pero él prefiere denominarse "agitador folclórico". "A veces las etiquetas son necesarias para explicar de forma rápida lo que eres. Yo, a través del folclore, toco temas muy variados, sociales, políticos o puramente folclóricos", indica Cuevas (1985), que rescata cantos tradicionales asturianos y los mezcla con ritmos modernos como la electrónica o el reguetón y este fin de semana debutó en los escenarios chilenos con su show 'La Romería'. En el espectáculo, "hay muchas canciones que celebran el paisaje y la amistad y la gente se da cuenta de la vida tan guapa que tiene y que tiene que defender toda su libertad para que no se la quiten", añade en un entrevista en el Centro de Cultural de España en Santiago, antes de participar en el festival Santiago Off. A la ultraderecha "les hace cortocircuito" Defensor de la convivencia entra la tradición y la vanguardia, Cuevas recibió en 2023 el Premio Nacional de las Músicas Actuales no solo por la singularidad de su propuesta artística sino también por su "fuerte compromiso por la diversidad", según apuntó el jurado. Con un estilo que él mismo tilda de "cabaretero rural", con montera, madreñas y plumas, Cuevas reformula el folclore "desde lo queer" y en sus tonadas asturianas y muñeiras hace reivindicaciones a favor de los derechos LGTBIQ+. Una de sus más famosas es la habanera 'Rambalín', que forma parte de su aclamado disco 'Manual de Cortejo' (2019) y en la que cuenta la historia de Rambal, un transformista gijonés que cantaba coplas y que fue asesinado y quemado en 1976. Cuevas lamenta que el folclore haya estado olvidado durante tantos años, "pese a su increíble belleza", porque se le relacionaba con la dictadura franquista, que usó los bailes y los cantos populares "para trasladar una agenda política y una agenda ideológica". Hoy en día, asegura, "hay mucha gente que está acercándose al folclore" y "se están dando cuenta de lo divertido que es". Su particular estilo le ha convertido en blanco de críticas de una ultraderecha que, subraya, "se creen los dueños de muchas cosas y toman símbolos para explicar las naciones cuando es imposible explicar las naciones con símbolos". "Ellos intentaron apropiarse del folclore para explicar una forma de ser español. Cuando coges su símbolo, les enseñas realmente cómo es y les enfrentas a la realidad, les hace cortocircuito", resalta. "Falta de autoestima generalizada en el campo" Seguidor de la folclorista chilena Violeta Parra y de ritmos latinoamericanos como la plena puertoriqueña, Cuevas decidió hace más de una década irse a vivir al campo para "comprender mejor a la sociedad tradicional que produjo y cultivó el folclore tanto tiempo". En sus canciones también busca ensalzar la vida rural frente a la "falta generalizada de autoestima" del campo: "La gente se va porque se cree que está perdiendo algo, sobre todo la gente joven, cree que está viviendo una vida menos intensa que la que ven por las redes sociales o en la tele". "Desde luego que tenemos infraestructuras mejores que hace 50 años. Ahora tenemos carreteras, agua corriente, luz, lavavajillas y, sin embargo, eso no detuvo la despoblación. Tenemos que pensar que no solamente es eso, sino que hay que producir cosas que nos den motivos para quedarnos en ese lugar", resalta. Su propuesta es La Benéfica de Piloña, un antiguo teatro abandonado que compró con varios amigos en la pequeña aldea asturiana donde vive y que está convirtiendo en un centro cultural "para generar cultura desde el pueblo y no solo replicar cosas que pasen en la ciudad" Consciente también de que el campo empieza a "romantizarse" y a ponerse de moda entre algunos jóvenes urbanitas, el autor de "Manuel de romería" (2023) pide "no utilizar los pueblos como ciudades dormitorios y no aprovecharse egoístamente de lo que la vida rural te da para luego seguir generando toda la riqueza intelectual y económica en la ciudad", concluye. María M.Mur (c) Agencia EFE