Barbie: antes de Margot Robbie y Greta Gerwig, la muñeca más célebre y el cine no tenían una relación color de rosa

Barbie heroína, uno de las películas que presentaban las nuevas líneas de la muñeca con historias y animación de bajo presupuesto
Barbie heroína, uno de las películas que presentaban las nuevas líneas de la muñeca con historias y animación de bajo presupuesto - Créditos: @DC

A pesar de haber sido presentada en sociedad en 1959, la muñeca Barbie tuvo que esperar más de sesenta años para verse reflejada en pantalla grande. ¿O no? En realidad no, porque lo anterior se trata de una verdad a medias, porque sea con su nombre o en versiones apócrifas, apareciendo en pantalla o desapareciendo de ella, la relación de Barbie con el cine no es nueva. Lleva muchos años, y no siempre fue motivo de alegría.

El juguete nació de la imaginación de la empresaria estadounidense Ruth Handler, quien buscó darle a su hija una muñeca más realista que las existentes en los 50. Inspirada en una versión alemana orientada al público adulto, Barbie (así bautizada en honor de la nena) debutó auspiciada por Mattel, cuyo propietario era Elliot Handler, esposo de Ruth y padre de la pequeña Bárbara. El negocio quedó en casa, y gracias a la publicidad televisiva, en poco tiempo se multiplicó por millones.

A pesar de haberse convertido en un fenómeno cultural de masas, el interés de los propietarios de Barbie tardó mucho en trascender los estantes y vidrieras de jugueterías. ¿Para qué apostar a un mercado nuevo si con cada lanzamiento la muñeca o sus personajes satélite vendían millones? A pesar de ello, cuando llegó el momento de abrir fronteras, el cine fue la primera opción.

La idea de llevar a Barbie a la gran pantalla rondó durante muchos años la cabeza de los directivos de Mattel. Sin embargo, antes de poder desarrollar el proyecto, factores externos dieron por tierra cualquier intento. Hasta incluso amenazaron a la compañía entera.

A comienzos de la década del 70, una denuncia de fraude contra la empresa barrió con toda la cúpula, entre ellos a la propia Ruth Handler, quien fue condenada a pagar una importante suma de dinero y hacer servicios comunitarios.

Este hecho ralentizó la producción de una serie sobre Barbie, y cuando Mattel se recuperó del golpe, los nuevos directivos decidieron apostar a He-Man y los Amos del universo, otra colección que nació de plástico y se convirtió en clásico animado a partir de 1981. El guerrero de Eternia primereó a la rubia curvilínea, y su éxito fue determinante para que en la segunda mitad de la década del 80, finalmente Barbie tuviera una vida animada.

La Barbie original era demasiado
La Barbie original era demasiado "mujer" para algunos de los vendedores de muñecas de la época - Créditos: @Getty Images

Las chicas solo quieren divertirse

Barbie y las estrellas del rock: fuera de este mundo fue un especial de televisión que se lanzó a fines de 1987 en los Estados Unidos. La producción constaba de dos partes, de poco menos de media hora cada una, en la que Barbie aparecía como líder de una banda musical que quería hacer un concierto en el espacio. Por supuesto, que el programa sirvió como promoción de una serie de muñecas con esa temática. El éxito de este debut animado continuó con su correspondiente edición en VHS, y años más tarde en DVD.

Lo curioso de la propuesta fue que el concepto elegido para desarrollar el mundo de Barbie era bastante parecido al presentado dos años antes en la serie Jem and the Holograms que -casualmente- se inspiraba en una colección de muñecas lanzada por Hasbro, histórico competidor de Mattel. Pero como en el universo infantil hay lugar para todos, nada sucedió con este ejemplo de “inspiración asistida”.

La buena repercusión del especial llevó a comienzos de la década del 90 a lanzar un video de ejercicios al estilo María Amuchástegui, con una Barbie animada en stop motion que aparecía unas pocas veces para apoyar el ejercicio de una profesora y un grupo de chicas, las que realmente sudaban la camiseta. Entre las nenas aparecía Jennifer Love Hewitt, mucho antes de conseguir su propia estrella.

Al mismo tiempo que la muñeca se afianzaba en su nicho, en el seno de la empresa de animación Pixar comenzaba a pergeñarse lo que sería la película definitiva sobre juguetes: Toy Story. Por supuesto, los responsables del guion tenían muy en cuenta a Barbie; es más, la idea de los primeros tratamientos de la historia la colocaban como el interés amoroso del protagonista, el vaquero Woody. Con sus fans rendidos a sus pies, era el espaldarazo que le faltaba al personaje para ganarse un lugar definitivo en la historia del cine contemporáneo. Pero Mattel dijo que no.

Esa rubia debilidad

Los motivos por los cuales Barbie no apareció en la primera parte de Toy Story son contradictorios. La versión no oficial habla de una disputa económica. Mattel, consciente de que su personaje sería el gran atractivo del film, pidió una cantidad de dinero tal que Pixar no estuvo dispuesto a pagar. Al fin y al cabo, para los productores, el fuerte de la historia era el enfrentamiento entre un vaquero y un astronauta. A sus ojos, la muñeca rubia sería, como el resto de los secundarios, solamente una figura de apoyo.

La versión autorizada por las partes es mucho menos ambiciosa y más naif. De acuerdo a ella, Mattel estaba preocupado en que la película le diera a Barbie “una personalidad propia”. Ellos consideraban que la muñeca era lo que cada una de sus compradoras quería que fuera, y dotarla de un estilo determinado podía ir en detrimento de la imaginación infantil. El rol perdió peso en la historia final, y pasó a ocuparlo la pastorcita Betty (Bo-Peep en el original).

Lo cierto es que nadie pensaba que la película sería el éxito que finalmente fue. Por eso, cuando comenzó a planearse una continuación, fue la empresa juguetera la que volvió con el caballo cansado ofreciendo a su estrella máxima para en el film. Se pusieron de acuerdo con los números (en un monto menor al original), y cualquier preocupación por cómo afectaría esto a la psiquis de las nenas dejó de ser un problema.

Toy Story 2 se estrenó en las vacaciones de invierno de 1999, y fue un éxito aun mayor que su predecesora. Esta secuela recaudó 500 millones de dólares alrededor del mundo, y permitió ver por primera vez a Barbie en una superproducción cinematográfica.

Los genios creativos de Pixar, con John Lasseter, Peter Docter y Andrew Stanton a la cabeza, coincidieron en que la muñeca tenía que tener una presentación y lucimiento especial, aun cuando la trama no girara en torno a ella. Por eso, su primera aparición fue haciendo una fiesta con sus amigas en la juguetería de Al (algo muy característico de ella), para luego tener un momento simpatiquísimo como azafata guía de los protagonistas por el lugar.

También, y como una forma de fumar la pipa de la paz con Mattel, Barbie fue la que cerró la película hablando directamente con el público, en una escena que se toma en broma su siempre sonriente expresión.

La sociedad creativa continuó en Toy Story 3 (2010), donde el personaje adquirió todavía más protagonismo, al mismo tiempo que significó el debut de su novio Ken. Una subtrama de peso, pero poco interesante, como la película en general. Salvo por su final.

A comienzos de los 2000, la unidad audiovisual de Mattel estrenó todo tipo de historias con su muñeca estrella como protagonista. Barbie en el cascanueces (2001), Barbie Rapunzel (2002), Barbie en el lago de los cisnes (2003), Barbie y la magia de Pegaso (2005), Barbie Fairytopia (2005) y sus correspondientes secuelas, y así, en una producción anual ininterrumpida para el mercado hogareño que continúa hasta hoy, así como también un apoyo para las correspondientes líneas de juguetes que se lanzaron en simultáneo. Sin embargo, el aura pulcro, rubio y perfecto del personaje se iba a ver en poco tiempo manchado de sangre, gracias a una producción independiente que presentó su peor versión.

La muñeca asesina

Como se dijo al comienzo, la inspiración de Barbie fue una muñeca para adultos. Y también una muñeca para adultos pero con sus mismas características, fue la protagonista de The Doll (2017). Allí no solo se jugó con la imagen del personaje sin nombrarlo, sino también que se contó con la única persona de carne y hueso en el mundo que es una réplica exacta del juguete.

Nacida en Moldavia en 1985, Valeria Lukyanova se hizo conocida como la “Barbie humana”. Modelo obsesionada con la creación de Mattel, Lukyanova se convirtió en un verdadero suceso en el mundo nerd, siendo habitué de convenciones, redes, sitios web, todo por su parecido con Barbie. En parte por la genética, y en parte por diferentes modificaciones estéticas pensadas para volverse idéntica al juguete.

Mientras medios de diferentes partes del mundo discutían si su parecido era real o parte de una campaña que mezclaba marketing y Photoshop, la chica aceptó protagonizar una película de bajo presupuesto para la que se convertiría en una “Barbie asesina”.

El film, que curiosamente fue el puntapié de una saga con otras muñecas de malos modos, cuenta la historia de dos amigos que deciden contratar vía Internet a una escort con apariencia de muñeca. Cuando esta se presenta en la casa, con su impecable rubio lacio, los ojos redondos y una cara totalmente inexpresiva, comienza la preocupación de los amigos. Entre chicas con poca ropa, una novia celosa, y una historia sin guion, la protagonista se dedica a masacrar a su entorno con motivación demoníaca, mientras dibuja con sangre y se cose la piel con agujas. El resultado fue tan innecesario como impune pero quedó en la apócrifa historia de Barbie como la primera vez que esta tomó carnadura en el cine.

Y si de experimentos se trata, mención especial merece el cortometraje de Albertina Carri Barbie también puede estar triste (2002). La producción, hecha en animación cuadro a cuadro a partir de muñecos, es una fuerte crítica a la heteronormativa burguesa, la violencia y la dominación, con mucho sexo y las voces de Juana Molina, Eusebio Poncela, Susana Pampín y Divina Gloria.

Un último ejemplo, en clave de escándalo, emparenta a la muñeca con el cine y la polémica. Para la edición en 4K de Toy Story 2, lanzada al mercado en junio de 2019, se eliminó un “blooper” en el que el personaje del capataz, también conocido como “Stinky Pete”, creyendo que nadie lo veía, le decía a dos muñecas Barbie que podía conseguirles un papel en la siguiente película, con tono y mirada lasciva. La decisión de quitar este gag vino aparejada a la renuncia de John Lasseter como jefe de animación de The Walt Disney Animation en 2017, luego de ser acusado de acoso y de conductas inapropiadas hacia algunas de sus empleadas.

Con la llegada de la versión de Barbie de Margot Robbie, la muñeca más famosa del mundo abre un promisorio camino cinematográfico que, si bien no es nuevo, reafirma su condición de ícono cultural. Que avanza a ritmo sostenido y sin límite a la vista desde hace más de medio siglo.