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Belfast y la magia de hacer una película tan personal

Belfast y la magia de hacer una película tan personal
Belfast y la magia de hacer una película tan personal

El mes pasado llegó a la pantalla grande Muerte en el Nilo (78%), una adaptación de la novela escrita por Agatha Christie que, además, funcionó como secuela de Asesinato en el Expreso de Oriente (58%). Ambas películas tuvieron deficiencias narrativas, y aunque la segunda entrega obtuvo una mejor calificación de la crítica, sus problemas e incoherencias siguen siendo los mismos. Lo curioso en el trabajo de Kenneth Branagh es que en su filmografía como director puede contar con grandes logros como Henry V (100%) y notables tropiezos como Frankenstein – que, si bien es una cinta recordada por la participación de Robert De Niro y Helena Bonham Carter, no es de las mejores adaptaciones del clásico de Mary Shelley –.

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A lo largo de los años, ha quedado claro que el también actor tiene cierta afinidad por las adaptaciones de libros provenientes de grandes mentes, pero tal parece que su última película obtuvo un resultado mejor tratándose de una historia original, y prueba de ello es su presencia a la temporada de premios siendo una fuerte contendiente para ganar el Óscar como Mejor Película y Mejor Director. En esta ocasión, nos encontramos ante una de sus películas más honestas y personales.

Como muchos otros directores lo han experimentado, Kenneth decidió ofrecer una historia semi-autobiográfica, y es una biografía a medias porque sólo se enfoca en un momento específico de su vida sin la necesidad de decir que a quien vemos es él mismo. Cada cineasta tiene un momento en su carrera en donde le hace un homenaje a su historia de amor con el cine de algún modo. Guillermo del Toro lo hizo con La Forma Del Agua (92%) que, a pesar de que no hay un personaje que lo represente a él, sí nos muestra su relación con las salas y lo que significa emocionalmente para él, por eso el recinto como tal tiene cierto lugar en la película.

David Fincher lo hizo con Mank (90%) que conecta su historia con el cine, no lo hace poniéndose a sí mismo dentro de la trama, pero sí al usar un guión escrito por su fallecido padre Jack Fincher en donde habla directamente de la industria de Hollywood en la época de Oro en medio de la realización de El Ciudadano Kane (100%). Finalmente, está el trabajo que hizo Alfonso Cuarón con Roma que resultó más social basándose en un recuerdo de su infancia, dando esos pequeños vistazos de lo que significaba ir al cine cuando él era un niño.

En el caso de Branagh, decidió hacerlo todavía más íntimo. Muchos han comparado Belfast (95%), su más reciente producción, justo con la película mexicana mencionada líneas arriba por retratar el lugar en el que creció el director con todo y los conflictos sociales que le rodearon incluyendo ese detalle de la imagen en blanco y negro para darle la esencia de un recuerdo plasmado en una fotografía. Sin embargo, lo que este director logró fue ver la crudeza de un enfrentamiento político e ideológico a través de los ojos de un pequeño.

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Casi al estilo de Jojo Rabbit (75%), en donde Taika Waititi pinta el nacismo desde la inocencia de su personaje, aquí Buddy [el retrato infantil de Kenneth] comparte sus experiencias de niño en medio de los enfrentamientos que se vivieron en Belfast en los años 60, claro, dándole cierto protagonismo al cine como ese escape de la realidad o como la puerta a un mundo nuevo y fascinante por más ridículo o fantasioso que parezca, eso sin olvidar sus muy pequeñas referencias a la importancia de los libros de Agatha Christie durante su infancia.

La cinta se desarrolla específicamente en 1969, en medio de los disturbios protagonizados por católicos, protestantes y policías en Irlanda del Norte debido a la violencia que se venía arrastrando desde 1968 por las campañas que surgieron a partir de la lucha de los católicos por sus derechos civiles. La película, de hecho, muestra en sus primeros minutos a un barrio que parece tranquilo en donde los vecinos conviven tranquilos y los niños sólo se preocupan por jugar, y de un momento a otro surgen imágenes contrastantes cuando llegan los protestantes a atacar los hogares católicos de manera violenta.

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Como es de esperarse, algunas familias que vivían en las mismas calles sufrieron consecuencias a pesar de ser protestantes y los grupos radicales les ponían un ultimátum para que funcionaran como informantes o mensajeros. Mientras todo eso sucede, Buddy sólo se preocupa por los únicos problemas que debería enfrentar un niño, desde el aprendizaje hasta lidiar con el hecho de que le guste una niña – que por cierto es de familia católica – o que quiera pertenecer a una pandilla que, más adelante, nos enteramos que está involucrada con los saqueadores y agresores que tenían a la ciudad de cabeza.

La magia de Belfast, es que no se vuelve una película trágica y dolorosa a pesar de su contexto, aunque sí da para reflexionar mucho. El director consiguió un equilibrio perfecto entre el drama y lo divertido de la inocencia gracias a que fue algo que proviene de sus recuerdos, emociones y sueños. Un de las partes más interesantes, fue el retrato de aquellas familias que temían salir de Belfast porque ese era su hogar, hasta que, literalmente ven su reflejo en donde por ese afán de quedarse en el lugar que conocen arriesgan la vida de sus hijos; así como la necesidad de muchos padres de familia de salir de la ciudad por un mejor empleo para darle una mejor vida a sus hijos.

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En este caso, el homenaje que Branagh le hizo al cine fue demostrándole al público cuál es su relación con él desde la niñez, un refugio, un lugar en el que su familia podía estar reunida sin temor a lo que pasa afuera. Sin duda, Kenneth encontró el camino correcto para contar una historia, y aunque es probable que continúe con las adaptaciones de novelas, ha dejado en su repertorio una película que será importante para quienes busquen un retrato de los conflictos de la época, así como para aquellos que gustan de historias divertidas o de las representaciones del significado emocional que tiene el cine en la vida de muchos.