¿Cómo beneficia al medio ambiente comer productos frescos?
A todos nos preocupa el cambio climático, las constantes advertencias sobre el calentamiento global y la amenaza de extinción de diversas especies animales y vegetales. A pesar de que el esfuerzo en casa representa relativamente poco para mitigar estos daños, sí beneficia al medio ambiente poner algunas cosas en práctica como consumir y comer productos frescos.
Aunque no lo creas, esto significa un cambio en diferentes ámbitos de la naturaleza como también en la salud y el bienestar de las personas. Te explicamos algunos detalles:
Al comer productos frescos se reduce la huella de carbono en el medio ambiente
Imagínate que de cada seis chiles poblanos que se consumen en México, cuatro vienen de China de acuerdo a cifras develadas por la Unión Nacional de Productores de Chile Poblano. Esto quiere decir que, en contraste con lo que pensamos, el ingrediente más típico de los chiles en nogada deja una huella de carbono muy importante pues se debe mover en avión o en barco para llegar hasta nuestras mesas.
Consumir productos frescos -y en este caso, de cercanía- ayudarían a que las emisiones se redujeran y el medio ambiente pudiera prosperar.
Se favorece a una economía circular
Consumir, por ejemplo, una fruta fresca, genera residuos que pueden aprovecharse para hacer composta o para favorecer la siembra de otras frutas. En contraste, comer una barrita de granola ultraprocesada hace más basura no reciclable de la que se ve a simple vista.
Alimentos con empaques o plásticos delatan que su elaboración implicó, además, químicos que no siempre son amigables con el medio ambiente que sirven como conservadores o aditivos.
Se crea comunidad
Los productos frescos -y de cercanía- tienen las dos ventajas anteriores y una más: se favorece la economía de escala, esto quiere decir que los pequeños agricultores tienen oportunidad de competir en el mercado. ¿Por qué? Al tener mayor demanda pueden mejorar sus precios y apostar a crecer.
Otra cosa importante es que, al consumirles directamente, el beneficio económico es solo para ellos y no tienen que bajar precios y someterse a competencias desleales.
Personas sanas, mejor medio ambiente
El abuso en los productos ultraprocesados como las galletas empaquetadas, las barritas energéticas, la leche envasada y las fórmulas lácteas ha abierto la puerta a que las personas tengamos más comida pero menos nutrientes.
Esto es un problema pues son graves los problemas de obesidad y desnutrición, que resultan en una amenaza para el medio ambiente pues al no tener personas sanas, no existen las comunidades sanas en un entorno.
Se favorece la biodiversidad
Un huerto y milpa en las faldas del Tepozteco. // Foto: Paloma García Castillejos
Al consumir productos frescos variados, se preservan las especies vegetales principales y también aquellas variedades que viven en su mismo ecosistema. De la misma manera sucede con los animales, que crean una cadena alimenticia que da equilibrio a sus entornos.
Este punto tiene truco, pues así como se debe fomentar la siembra y ganadería para mantener a las especies también se debe hacer de forma responsable y sin químicos, hormonas o aditivos que dañen el medio ambiente.
Se respetan los tiempos de la naturaleza
Si un producto está fresco es porque es la temporada en la que debe estarlo, en la mayoría de los casos. Respetar el ciclo de los suelos, su regeneración y pensar en que todos los ingredientes tienen un momento preciso ayuda a que el medio ambiente siga el curso de la naturaleza.
Apuesta por frutas como la tuna en agosto, las granadas en septiembre, la guayaba en diciembre y el mango en mayo. Suena rico ¿no crees?