Billy Idol pasó por Buenos Aires y dejó su sello: sus clásicos, su estampa de rockero y sus agudas palabras
“No seré el mejor pero a mí me escuchás y me reconocés”, dice Billy Idol ante la pregunta de LA NACION en una conferencia de prensa en el Four Seasons, horas antes de su show en solitario (el primero en más de 30 años) en suelo argentino. “Tener una voz distintiva es un plus en lo que hacemos. Hay otros que son mejores técnicamente, que cantan increíble, pero se parecen mucho entre ellos”.
Horas después y ante un Luna Park repleto, Billy Idol sacó a pasear sus clásicos, la mayoría de ellos acuñados en la década del 80, como si se tratara de un partido homenaje a sí mismo y a Steve Stevens, el guitarrista que lo acompaña desde entonces, con algún hiato en los 90, y que no erró una nota en todo el show. “Dancing With Myself” fue el encargado de abrir la noche y sufrir las fallas de sonido que se acomodaron para el pop tan climático como hitero de “Flesh For Fantasy”. De allí hasta el final sonaron “Speed”, “Eyes Without A Face” y el cierre que tuvo a “Rebel Yell” y “White Wedding” como los temas más celebrados y mejor performados.
Del punk londinense de Generation X a la new wave con hits de corte pop a un disco de corte tecno (Cyberpunk) y arrebatos de hard rock. Billy Idol contó también en la conferencia que su decisión de convertirse en solista hace ya 40 años tuvo que ver con “hacer música que sonara a Billy Idol. Si tenía que ser punk iba a ser punk, y si tenía que ser una balada, iba a ser una balada. Creo que la actitud punk es lo que se mantiene más allá del estilo, pero me interesa que mi música responda a mis deseos y voluntades más que a un estilo”. Mantener esa idea ahora, que está a punto de editar un EP titulado The Cage, ha sido el motivador parece ser el estímulo para esta suerte de sobrevida artística para un cantante que supo estar 12 años sin publicar material y prácticamente desaparecido de la opinión pública.
Excesos mediante y ya sin el éxito de años anteriores, Billy Idol y Steve Stevens lograron reenfocarse para volver a girar y dar shows que tienen mucho de auto homenaje. “Running From The Ghost”, una de las canciones del nuevo EP y tal vez la más sobresaliente en términos de composición y performance vocal fue, en palabras del cantante, escrita sobre “la suerte de estar en una etapa en la que ambos pueden ver el fantasma de la adicción en el espejo retrovisor. Con sentido de control y con miedo de volver, podemos ver que escapamos del fantasma”.
Su nueva visita a la Argentina incluyó también un show como acto de apertura de Green Day en Vélez, dos días antes de la presentación en el Luna Park. “Hago ejercicio”, contó Billy Idol sobre su estado físico para aguantar las giras a sus 68 años. “Trato de mantenerme en forma, no podés hacer un show sin estar ejercitado, la voz es mi instrumento y tengo que estar capacitado para hacerlo”.
Antes de retirarse del escenario del Luna Park, Billy Idol agradeció a un público que esperó más de tres décadas para verlo. Y también le agradeció a Steve Stevens por la compañía. Dos sexagenarios celebrando su amistad y una música que supo marcar el termómetro de las radios, la televisión y el público joven hace casi 40 años y que hoy su vitalidad está relegada a gestos nostálgicos y debates sobre su muerte. Tal vez haya algo en no preguntarse demasiado al respecto que hace que Billy Idol se vea feliz arriba de un escenario.
“Todavía nos divertimos y tenemos ganas de estar juntos, es una relación mágica la que tenemos con Steve”, dijo en conferencia de prensa y luego remató: “Me encantaría escribir una canción con David Bowie si estuviese vivo. Pero uno también escribe sobre lo que vive y entonces eso va a salir mejor si lo escribís con quien compartiste tu vida”.