Blindado sin salida, un fallido relato policial narrado con el espíritu de un western contemporáneo
Blindado sin salida (Armor, Estados Unidos/2024). Dirección: Justin Routt. Guión: Cory Todd Hughes y Adrian Speckert. Fotografía: Cale Finot. Música: Yagmur Kaplan. Edición: Marc Fusco. Duración: 89 minutos. Distribuidora: Imagem Films. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.
Blindado sin salida tiene como punto de partida una aspiración bastante noble. Este relato policial de presupuesto modesto quiere sumarse a una tendencia bastante sostenida de los últimos años dentro del cine de género: el policial que se mira en el espejo del western y recurre a algunas de sus fuentes de inspiración para tratar de recuperar algo de esa esencia y esa mística a través de escenarios y personajes contemporáneos.
Todas las referencias están a la vista en la ambientación, la banda sonora y la configuración básica de una trama representada por seres más dispuestos a la acción que a la reflexión y con algunos pecados para expurgar. Es lo que le pasa a James (Jason Patric), un expolicía que ahora trabaja de conductor y custodio armado de un camión de caudales.
James tiene de compañero a su hijo Casey (Josh Wiggins), razón suficiente para que reaparezca todo el tiempo un traumático recuerdo familiar que en un momento solo podía mitigar el alcohol. Además de sus responsabilidades trasladando valores (grandes sumas de dinero y también algún otro tipo de elemento secreto y muy codiciado), James lleva adelante una fuerte voluntad de rehabilitación para salir de las adicciones.
En uno de los viajes, padre e hijo se toparán con los villanos de la historia, dispuestos para una acción tipo comando y dirigidos por alguien que a esta altura funciona más como mito que como intérprete: Sylvester Stallone. La trama se complica a partir de las maquinaciones de otro malviviente que opera desde la cárcel como cerebro de las operaciones.
A priori todo parece dispuesto para pasar un rato de tensión con fórmulas sencillas y largamente utilizadas en el thriller que a la vez suelen resultar bastante eficientes. Pero Blindado sin salida no funciona como aquellos títulos que seguramente le sirven de referencia. Recurre a materiales parecidos, pero no sabe usarlos. Primero, porque van apareciendo por acumulación en vez de integrarse a la trama con sentido y lógica suficiente. En vez de funcionar de manera armónica lo hacen como si fueran compartimentos estancos, cada uno por su lado.
En un momento, el transporte de caudales queda atrapado sin salida en el medio de un extenso puente carretero, con los villanos ubicados a cada lado impidiendo cualquier posibilidad de escape. El héroe sitiado que resiste como puede y con medios muy limitados ese asalto hasta el final nos entregó en el pasado espléndidas experiencias cinematográficas, de las que Blindado sin salida se queda muy lejos. Su inequívoca identificación con el policial clase B y la brevedad de la trama son las únicas virtudes que el film tiene a la vista.
Las escenas se suceden de un modo extrañamente apresurado, difícil de entender, y los intérpretes no ayudan demasiado para encontrar la claridad. Sobre todo Jason Patric, que ni siquiera en los momentos más afortunados de su carrera mostró el carisma y la convicción necesarias para ser reconocido como un genuino héroe de acción. Mucho menos ahora.
Sin moverse demasiado, en un punto de observación que pocas veces requiere esa toma expeditiva de decisiones que le reconocemos a sus personajes, Stallone trata de mantener en todo momento cierto equilibrio y dignidad interpretando sin esfuerzo a un personaje que conoce de memoria. Su expresión es inequívoca: sabe mejor que nadie que está en la película equivocada. Al final, el rompecabezas se resuelve a las apuradas dejando a la vista que casi todo lo previo no tenía demasiado sentido. Blindado sin salida solo se recordará por el peor uso de un largo flashback que se recuerde en mucho tiempo en una película de género.