Vivir sola
Ya se sabe que, aunque se postergue (normalmente arguyendo razones económicas), que algún día hay que tomar la decisión de irse de la casa de los padres. O incluso es posible que ya lo hayas hecho ya para irte a convivir con tu pareja, pero luego de la ruptura hayas tenido que regresar y ahora decides emprender la cuestión por tu cuenta. O también puede darse el caso de un matrimonio que fracasó, sin hijos de por medio, y haya que enfrentar la soledad.
Más allá de las cuestiones prácticas, como tener que acordarse de pagar las cuentas, hacer la compra, lavar la ropa, limpiar la casa, comer bien (y sola), el asunto es que la sombra que la soledad de pronto despliega sobre ti puede abrumarte, si no estás habituada.
Recuerdo que la primera vez que me fui a vivir sola, un amigo que ya vivía solo hacía años me dijo: "¡Te va a encantar! No habrá nadie que te moleste con imposiciones de horarios, ni que te regañe porque dejaste los zapatos tirados en el salón, ni que te imponga lo que vas a comer…"
Y es cierto, vivir solo tiene ventajas. Pero también desventajas.
A saber, no habrá quién controle nuestros horarios y ni a quién darle explicaciones sobre lo que hacemos o dejamos de hacer. Podremos limpiar y cocinar cuando queremos; decorar nuestro espacio como más nos guste, adueñarnos por completo del placard.
Pero hay que estar preparado para hacerle frente a las desventajas: si te sientes mal no habrá quien te contenga y deberás recurrir a la charla telefónica con alguna amiga (y es sabido que compartir las angustias con otro en un encuentro cuerpo a cuerpo reduce el estrés). Llegar a tu casa y que no haya ni un perro que te ladre puede provocarte desazón (urgente, adopta una mascota). Cuando cae la noche y tu única compañía es el televisor, también puede ser causa de melancolía. Al momento de comer, hay que prestar atención, porque si no estás habituada a hacerlo sola la tendencia será ingerir cualquier cosa rápida para no tener que sentarte frente a un plato humeante sin nadie a quien decirle: "Le falta sal".
Aseguro, garantizo, que todas estas sensaciones al principio pueden llevarnos a sentir arrepentimiento por la decisión tomada (¿Para qué demonios me vine a vivir sola?), pero con el tiempo irán mutando en bienestar.
"Vivir sola, para una mujer, es bueno —concluye Clara luego de un tiempo largo de experiencia-. Una hace lo que quiere, nadie le dice lo que tiene que hacer. Yo vivo desde hace 6 años sola y me siento muy bien conmigo misma. Todas las cosas que uno debe afrontar son solo por una, o sea que solo me encargo de lo mío. ¡No es tanto trabajo!"
Pero, ¿cómo atravesar esa primera etapa?
Lo primero es no escapar, hacerle frente.
Perder el miedo a mirar dentro de nosotras, y afrontar la necesidad de analizar nuestras ilusiones, nuestros miedos, y de fijarnos pequeños objetivos a cumplir.
Fortalecer tus vínculos con los amigos es también importante, porque ahora ellos serán tu compañía habitual.
Tratar de no caer en la papel de víctima ni en sentir lástima por una misma.
Establecer nuevas rutinas, nuevos hábitos para esta etapa nueva.
Mantener tu espacio limpio y alegre.
Estas cosas a mí me funcionaron. Recuerdo que siempre tenía flores frescas en el salón, y que empecé a leer más y a escuchar más música. Adopté una gatita para tener otro ser vivo de quien ocuparme, y solía invitar con frecuencia amigos a casa.
El resto vendrá por añadidura. Basta con ponerle actitud.