Educar para el cambio
Debo asumir públicamente como madre de dos varones y una mujer que por más moderna que una sea, no los cría a unos igual que a otros. Y no me refiero solo a la obvia diferenciación producto de sus distintas personalidades, sino al legado cultural que nos determina a la hora de educarlos. Para simplificar el análisis: a las nenas las vestimos de rosa, les regalamos muñecas; a los varones, de azul y les compramos autos, espadas, pelotas.
Confieso que aún hoy, con décadas de crecimiento público de las mujeres a cuestas, me descolocaría que mi hija me dijera que quiere ser futbolista en vez de docente, y que alguno de mis hijos, me confesara que muere por ser diseñador de moda, en lugar de ingeniero o cirujano (para citar algunas de las profesiones más encasilladas por género).
Los padres determinamos en gran medida el destino de nuestros hijos. Y es bueno que seamos conscientes de hasta dónde influimos, si es que realmente pretendemos terminar con las diferencias de género; superar los estereotipos tradicionales; y dejar a nuestros hijos realizarse en la vida.
En lo personal, creo que el feminismo ya pasó de moda. Que hay que educar en la integración hogar-trabajo a nuestros hijos más allá del sexo. Y que para lograrlo hay que bajar las exigencias culturales que aún pesan sobre varones y mujeres. Ni sobre los primeros deben recaer todas las responsabilidades en torno a la sustentabilidad de la familia (lo que provoca grandes depresiones entre los desocupados varones cuando sus esposas son el único empleo). Ni sobre las mujeres, debe pesar la entera obligación de sostener la casa sin por eso aflojar con la profesión (objetivos simultáneos que no tenían nuestras abuelas).
Considero que el cambio tiene que darse en la educación que impartimos a niños y niñas, por eso va esta encuesta realizada en el Reino Unido y publicada en la revista Child Development , según la cual en los primeros años de vida, los pequeños tienden a adaptar su comportamiento a lo que se espera de ellos.
El trabajo realizado por Bonny Hartley de la Universidad de Kent, aporta otro dato importante: los varones consultados tenían asumido que son más torpes y traviesos que las niñas, lo que condiciona desde la infancia su rendimiento y conducta.
Este viernes se celebra el Día Internacional de la Mujer, otra buena oportunidad para reflexionar acerca de cómo podemos hacer en el día a día que nuestros hijos estén más cerca de la igualdad de géneros. Más cerca de la felicidad.
¿Por qué crees que aún continuamos educando de acuerdo a viejos estereotipos de género?
@BalaguerAdriana
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