El vestido rojo
El rojo fulmina, deslumbra, distingue. Por eso siempre está presente en la red carpet de cualquier premio o estreno hollywoodense, como se pudo comprobar en la reciente entrega de los Globo de Oro, donde se lucieron llevándolo actrices como Jennifer Lawrence, Zooey Deschanel, Claire Danes y Marion Cotillard. Pero debo admitir que, en lo personal, siempre me convenzo de que cualquier ocasión me parece indigna para semejante color. Y termino escondiéndome en el negro, que será elegante y puede ser sexy, pero nunca es rojo.
¿Puede lucirse el colorado en la boda de tu mejor amiga? No. ¿Y en la fiesta de quince años de tu hija? Tampoco. ¿Cuál es entonces la ocasión ideal para llevarlo? ¿Cómo hay que lucirlo? ¿Con qué accesorios? ¿Con qué maquillaje?
Ponerse un vestido rojo implica estar lista para ser el centro de las miradas. Aún si toca compartir el escenario con otro vestido rojo habrá que saber que estarán estableciendo comparaciones sobre cuál es el más lindo, a quién le queda mejor… Por eso, porque ser observada tiene sus pro y sus contras, hay que estar listas para portar con naturalidad tanto protagonismo.
Un dato que conviene no pasar por alto a la hora de elegir el vestido, es graduar el nivel de impacto que una puede generar al lucirlo. Si además de destacarse por el color, el diseño es corto, ceñido al cuerpo o con alguna transparencia, todo junto puede resultar abrumador. Más allá de que combinar todas esas características es una posibilidad que solo está al alcance de una celebridad de cuerpo privilegiado, lo mejor es priorizar qué mostrar. Las de buenas piernas pueden optar por un modelo largo con un tajo respetable; las que tengan escote pueden inclinarse por un strapless; las más altas y delgadas, por dejar un hombro o la espalda al descubierto.
Otro punto clave es que el rojo obliga a no descuidar ningún detalle, por el magnetismo que ejerce sobre las miradas ajenas. Maquillaje, peinado y bijouterie deben estar a la altura de la prenda que decidimos portar. El último sacrificio que impone esta elección es subirse a unos zapatos que no desentonen.
La última pregunta que demanda el vestido rojo, pero no por ello menos importante, es: ¿sola o acompañada? ¿Es una prenda con la que una asistiría a un evento con su pareja o es más propicia para una fiesta con amigas en la que puede aparecer un príncipe azul a quien encandilar? La respuesta es que no existe tal dilema. Todas nos hemos ganado el derecho de envolvernos en rojo. Lo único que necesitamos es actitud y saber que hay un modelo que nos está esperando. Solo debemos decidirnos, e ir por él.
¿En qué ocasión te gustaría lucir un vestido rojo?
@AdrianaBalaguer
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