La ley del deseo sexual
Las últimas encuestas realizadas demuestran que, en el siglo XXI, la incertidumbre laboral, los problemas económicos, el estrés, las tensiones cotidianas, son, los factores que más afectan la sexualidad de la pareja. Las exigencias cotidianas, han hecho que el sexo se plantee como una cuestión de eficacia y rendimiento, similar al trabajo.
A las personas no les sobren deseos de iniciar ningún tipo de actividad nueva, mucho menos sexual, que requiera cierta dedicación, y esto hace que disminuyan los estímulos y se empobrezca la relación íntima con uno mismo y con el otro.
¿Por qué el desgano emocional repercute tanto en el deseo sexual?. Es que el deseo sexual comienza siempre en nuestro más poderoso órgano sexual: la cabeza. Allí se generan los pensamientos y se procesan las imágenes y sensaciones que encienden o no nuestro deseo sexual.
Diferentes motivos provocan en mujeres y varones, la disminución de su deseo. En las mujeres:
Sentimientos de culpa y vergüenza, "qué va a pensar Juan si soy yo la que inicio la relación".
Recuerdos traumáticos de experiencias previas o incomodidad frente a un pedido de sus parejas. De ahí que resulte tan importante que la pareja converse sobre sus preferencias
Temor al embarazo.
Depresión, sentimientos de tristeza, baja autoestima
Cuestiones médicas: problemas tiroideos, cambios en los ciclos menstruales, retención de líquidos; ciertos medicamentos, como algunos anticonceptivos orales, tranquilizantes y antidepresivos; el alto consumo de alcohol o drogas;
Mala higiene corporal, mal aliento, olores desagradables y sobrepeso de la pareja.
Sentimientos de vulnerabilidad y desconfianza.
Muchas veces, el "no siento deseo", esconden miedos a la mujer, a la penetración, a enamorarse y a perder la libertad
Ataques de pánico que generan una sensación tan angustiante, que pueden anular la vida erótica.
Represión por educación sexual o conceptos religiosos muy cerrados;
Fracasos amorosos o sexuales.
Miedo a fracasar durante el acto, ya sea por eyacular precozmente o por no poder conformar a una pareja muy exigente, puede llevar al varón a decir no tengo ganas en vez de decir tengo miedo.
Los inhibidores masculinos son:
Muchas veces, el "no siento deseo", esconden miedos a la mujer, a la penetración, a enamorarse y a perder la libertad
Ataques de pánico que generan una sensación tan angustiante, que pueden anular la vida erótica.
Represión por educación sexual o conceptos religiosos muy cerrados;
Fracasos amorosos o sexuales.
Miedo a fracasar durante el acto, ya sea por eyacular precozmente o por no poder conformar a una pareja muy exigente, puede llevar al varón a decir no tengo ganas en vez de decir tengo miedo.
Indudablemente el goce sexual no viene de la mano de un manual de posturas, roces o caricias más o menos habilidosas. Tiene que ver con una actitud positiva hacia el placer y una comunicación abierta, serena y de encuentro. Este encuentro puede terminar en un orgasmo, pero no es su único fin. La seguridad y la autoestima son espirales seguros que abren la puerta del deseo. Admitir que ese deseo existe y aprender a gozar es una opción consciente y educable a cualquier edad, sólo se necesita libertad para desarrollarla.
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