Pudimos atravesar una crisis
La resiliencia, que es la entereza más allá de la resistencia, es la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso. Y esto es, por ejemplo, en el caso concreto de las parejas y sus crisis. Pese al temor que nos crean los momentos de convulsión, alejamiento, discusión con la persona que amamos, esos momentos, bien entendidos y aprovechados, nos brindan la oportunidad de reafirmar nuestra intimidad y reformular los acuerdos de nuestra convivencia.
Al principio el otro es mágico, y todo lo que hace es perfecto. Pero después, aquello que era ideal pasa a molestar, incluso a transformarse en detestable. Las parejas dicen que el pacto inicial se rompió, que el otro ya no es el mismo, que cambió, y que quieren que sea el de antes. Imposible. Hay que pactar de nuevo, renovar los acuerdos y compartir las diferencias. No borrarlas: aprender a convivir con ellas.
La vida sexual de muchas parejas que me consultan es, muchas veces, una especie de "termómetro de la relación".
Mónica, 36 años y Carlos, 45 años me consultaron porque sentían que "la relación se caía a pedazos: ya no nos hablábamos", y llevaban dos años sin tener relaciones sexuales. Tenían una nena de 4 años y él, además, otros cuatro hijos de tres matrimonios previos. La incomunicación era casi total. En la primera consulta, sólo escuché críticas cruzadas. La sesión fue un verdadero campo de batalla. Ambos tenían una larga lista de recriminaciones para hacerle al otro. Fue entonces cuando les pedí que hicieran memoria y recordaran qué cosas los había atraído del otro en el momento de conocerse. Les di un ejercicio para hablar sin herirse: todos los días cada uno debía hablarle al otro durante tres minutos seguidos, sin interrumpirse. Eligieron que fuera a la mañana, antes de que la nena se despertara. Así pudieron empezar a dialogar y a construir un espacio de intimidad. Trabajamos con los aspectos positivos que los habían unido y se terminaron las recriminaciones. Cada uno pudo hacerse cargo de sus propias dificultades. La terapia duró dos meses. Fueron diez sesiones.
Comunicarse y clara y honestamente, expresando abiertamente lo que se desea y necesita, sin esperar que sea el otro quien lo adivine, es una de las claves de la vida en pareja y muchos inconvenientes pueden ser resueltos. Para esto es imprescindible que ambas partes se escuchen y sean lo suficientemente flexibles como para aceptar el punto de vista del otro, que no tiene por qué coincidir con el propio, porque no hay una sola manera de ver la realidad.
La terapia de pareja, puede ser un espacio muy propicio para el re-encuentro de la pareja: puede aclarar panoramas y ayudar a que se tomen decisiones, ofreciendo miradas con perspectivas nuevas para una comprensión más rica de lo que pasa en el vínculo. Pero no se trata de un espacio milagroso, sino que requiere la colaboración activa y protagónica de la propia pareja.
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