Saber decir no a los hijos
Por: Doctissimo
La tentación de ceder o de no imponer límites a tus hijos está siempre presente ya sea porque la idea de que se frustren te preocupa, porque no quieres ser la "mala", como ellos se encargarán de recordarte, o porque prefieres evitar un conflicto.
El que juega con fuego se quema. ¡Y el que se quema crece!
Sin embargo, ceder ante esta tentación es como dejarle conducir por la montaña de noche, sin luces, sin guardarraíles y sin que sepa conducir...
La frustración es necesaria. Debes asumir que los desacuerdos no pueden faltar en la relación con tus hijos. Es más, estos desacuerdos deben existir. Es bueno para el niño poder oponerse a sus padres y enfrentarse a sus comentarios. ¡El adulto es el que tiene que aguantar el tipo! Contesta respetando la posición del niño que, por supuesto, es legítima: "¿Te gustaría...? Entiendo" o "Creo que estás decepcionado, triste, enfadado... Lo entiendo. Es difícil no hacer siempre lo que queremos cuando queremos. Es verdad".
Los niños necesitan llegar hasta los límites de la realidad para crecer y son sobre todo los "noes" los que establecen estos límites. Imagina lo que pasaría si los límites de la realidad se desvanecieran cuando comprobamos su solidez. Para retomar la imagen de la carretera de la montaña, imagina que los guardarraíles desapareciesen cuando llegamos a ellos...
Nada de ceder pero…
El niño necesita que "no" sea "no". Necesita el marco que se le pone al "no" para poder atreverse a crecer. Si las prohibiciones y los rechazos que le das tienen sentido, lo entenderá muy rápido. Desde ese momento, dan seguridad.
Sin embargo, no hay que caer tampoco en la rigidez absoluta. Hay que encontrar el equilibrio entre demasiadas prohibiciones y demasiado pocas... Lo que hay que tener en cuenta es que, desde que lo decimos, "no" es "no". El niño pondrá a prueba este "no". Es su papel.
De esta manera, nos invita a conocer nuestros "noes": no, ¿por qué? ¿Porque es la ley? ¿Porque soy muy joven? ¿Porque tienes miedo? ¿Porque papá no está? ¿No-no o no-sí? ¿No todo el tiempo o sólo cuando está la abuela?…
Si no es no, sí es sí
Conocer (y reconocer) nuestros diferentes "noes" nos ayuda a afrontar serenamente la cuestión. Tres clásicos: "No, porque es la ley, está prohibido, es peligroso y vale para todos, grandes y pequeños, adultos y niños"; "no, porque todavía eres muy joven, pequeño/a, no tienes fuerza, habilidad, etc. Pero no te preocupes que un día podrás"; y "no, porque estoy cansado/a, hoy no, no tengo ganas, etc..."
En el primer caso no hay nada que rebatir. En el segundo, el niño puede convencerte del contrasentido de este rechazo que pierde así la razón de ser: "Ahora has crecido. Ahora tienes el derecho de hacer esto, aquello...". En el último caso, el niño aprende que tu disponibilidad, tus límites son como la vida: están en continuo movimiento.
También ayudarás al niño explicando tu "no": "te vas a cortar", "no tengo tiempo", "no quiero"… Estas precisiones serán breves y concretas con un niño que no tiene todavía edad de razonar. Si el niño tiene más de 7 años podrán convertirse en verdaderas explicaciones. Y con un adolescente puede abrir un debate (por qué no fumar, por qué no salir de fiesta con la moto, etc.).
Y si tus "noes " son verdaderos "noes", tus "síes" han de ser verdaderos también: al igual que las negativas, también son escalones de crecimiento para los niños…
G. Hervier
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