¿Puede un perro mejorar la lectura de un niño?

A simple vista, parece que se tratara de una película de ciencia ficción, aquella en la que de pronto un perro habla con su dueño. Pero no lo es. Efectivamente, estas mascotas pueden ayudar mucho más de lo que pensamos y aún sin saber hablar.

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Hace poco, la publicación Science Daily dio a conocer un estudio de especialistas canadienses que demostraban que, gracias a la presencia de estos animalitos, los chicos se sienten más seguros cuando leen en voz alta.

Aunque suena bastante razonable, no entendía muy bien la conexión que puede existir entre un perro, un niño y la lectura. Para saber si realmente esto podría ser posible, acudí a la ayuda del Profesor Doctor Diego Glasbauer, que es el director de un proyecto para la rehabilitación y reeducación de alteraciones físicas, psíquicas, sensoriales y sociales, especialmente de niños y de personas mayores, a través de la zooterapia.

¿Por qué se da esa conexión tan especial entre perros y seres humanos?

“Los animales nos ayudan a través de mensajes que entran directamente en nuestro inconsciente y que nos enseñan a valorarnos, relajarnos y a descubrir quienes somos y por qué estamos aquí. Las interacciones con ellos nos ponen en contacto con el instinto más íntimo y puro, y el desenlace suele producir una mayor conexión con nuestra ‘parte animal’ instintiva y un mayor grado de aceptación de la misma.

Un perro le devuelve la sonrisa a una persona deprimida, ayuda a socializar a un tímido, enseña el autocontrol a los impulsivos y violentos, bajan la tensión arterial y relajan a alguien que está nervioso. Pero sobre todo ayudan a las personas a aceptarse a sí mismas; esto es así porque nos aceptan tal y como somos. Podemos ser gordos, delgados, altos, bajos, ricos, pobres, inteligentes o no, personas con éxito o sin él. Los animales nos reconocen e incluso nos emiten señales de ánimo cuando no nos encontramos en el mejor momento. ”

¿Usted piensa que es posible que un perro pueda ayudar a un niño a leer? ¿De qué manera?

"Estoy convencido de ello. Nosotros en nuestro centro utilizamos a los perros para trabajar porque son desarrolladores de habilidades. Cuando un niño aprende una palabra nueva y se la explica a un animal deja de ser el último en la cadena. Ya tiene a alguien a quien cuidar y no es él siempre el cuidado.

Por ejemplo, en nuestro gabinete creamos un salón de lectura con animales, en el que llevamos perros que están acostumbrados a que les lean. Para un niño, de esta manera se minimiza el hecho formal de entrar en un gabinete psicológico y entonces desvía el foco de atención. Así comienza a interpretar lo que lee para contárselo a un tercero. Se olvida de a dónde está cuando comienza a leerle al animal.”

¿Cree que sería bueno implementar este sistema en las escuelas?

“Sería muy positivo para los chicos. Pero lamentablemente en la mayoría de las escuelas aún no existe este modo de trabajar”.

¿Esto sirve tanto con nuestra mascota en casa como con estos animales entrenados?

"No. Hay que diferenciar muy bien lo que es un perro como mascota de un perro trabajador. En el primer caso es una compañía, que le da seguridad y tranquilidad a una persona. No juzga, sólo le importa estar acompañado. Y sobre todo es un cable a tierra que puede ayudar a resolver conflictivas tanto familiares como personales.

En el caso de los perros entrenados, se utilizan para lograr objetivos con ciertos tipos de personas. Son más tranquilos y confiables porque se eligen especialmente para este tipo de tareas; por eso tienen mucha más paciencia que un animal cualquiera. Esta unión entre un ser humano y una mascota suele tener mucho éxito."

¿Entonces, usted no recomienda que incentivemos la lectura en casa a nuestros chicos con una mascota común?

“Depende. Siempre hay más posibilidades de error. Cuando un perro se cansa tiene dos maneras de demostrarlo: irse o dar un tarascón. Lo que puede terminar por desencadenar una mala experiencia para el niño. En cambio, los perros entrenados no tienen la misma reacción que uno doméstico.

Por otra parte, cuando una madre le dice a un niño que le lea un libro al perro, por lo general termina logrando el efecto contrario. Si el niño se da cuenta de que la mamá quiere inculcarle la lectura de esa manera, en vez de leer, cuando crezca, va a aprender a decirle al hijo que le lea un libro al perro.

En cambio, es muy diferente si se predica con el ejemplo. Tiene que leer junto a su hijo y su perro como una rutina cotidiana. Hasta que sí, de pronto un día le pide que sea él el que le lea al perro porque está ocupada. Es ese caso puede ser que logre buenos resultados. Pero no hay que olvidar que el ejemplo es la base de todo aprendizaje para los niños.”

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