Estrechando los lazos familiares, todos más felices
Por: Silvia Figiacone
La pertenencia a una familia que construye estrechos lazos entre sus miembros y otorga así una red de contención y sostén implícitamente percibida por sus integrantes, es una ventaja para el desarrollo con la que nada puede competir.
Pertenecer a una familia donde los lazos son estrechos y amorosos y donde cada uno de los participantes vela y se ocupa de los demás de manera natural y cariñosa es, sin duda, un respaldo que ayuda a hacer frente a cualquier adversidad.
En su libro “A parent´s guide to building resilience in children and teens. Giving your child roots and wings” (2006), K. Guinzburd expresa que “lazos cercanos con las personas que nos proveen estabilidad y atención son esenciales para el desarrollo de chicos sanos y la promoción de la resiliencia”. Un adulto marca la diferencia en la vida de un chico en lo que a capacidad de ser resiliente se refiere.
F. Walsh (2011), por su parte, sugiere que “identificar y fortalecer procesos claves de interacción que permiten a las familias resistir y recuperarse de situaciones de vida adversas”, es radical para sostener los rasgos de salud familiares. Muchas veces, de la fortaleza de los lazos depende la superación de la adversidad.
La resiliencia, en palabras de Walsh, es “la capacidad para salir de la adversidad fortalecido y con nuevos recursos”. En ese sentido, trabajar a favor de la resiliencia de los chicos es construir una familia más feliz. Un chico resiliente tiene más capacidad de resolver problemas fuera de casa de manera espontánea y es menos vulnerable a los estresores del entorno (o más fuerte para hacer frente a ellos).
Importate dato que Walsh señala: hacer un cambio de foco hacia la resiliencia implica ver las situaciones de adversidad familiar no como episodios traumáticos que dejan heridas, sino como desafíos al crecimiento y unidad familiar.
La autora refiere que detrás de la palabra resiliencia debemos escuchar el sentido chino de la palabra crisis: peligro + oportunidad. La actitud resiliente frente a la vida implica ver una oportunidad en cada situación adversa, una nueva chance ante cada desafío o traspié. Como familia ello lleva a que los lazos sean, cada vez, más estrechos. Como individuo, pertenecer a una familia cuyos lazos son cada vez más estrechos, es una plataforma que promete salud, bienestar y sensación de felicidad subjetiva.
¿Cómo estrechar los lazos para que se sientan mejor?
El primer paso, de acuerdo a Guinzburg, es ser empático. Estar atento a las necesidades y emociones de los chicos. Tener interés por conocer sus creencias y opiniones sobre el mundo que los rodea. Aprender a ver las cosas desde la perspectiva del otro (en este caso de nuestra pareja y nuestros hijos).
No utilizar frases como “ya pasará”, “eso no es grave”, “no te preocupes”. Los problemas son reales desde la perspectiva de los chicos. Aún cuando para los adultos parezcan menores, para ellos son reales y muchas veces graves. El ser empático permite que comprendamos (desde la perspectiva de ellos) la gravedad del problema.
Los chicos necesitan ser escuchados y comprendidos en sus propios términos.
No penalizar sus errores sino ayudarlos a comprenderlos y retomar el camino también es importante para fortalecer lazos y sensación de bienestar. La familia es el lugar donde equivocarse siempre tiene que ser una opción de bajo riesgo porque es el terreno de ensayo para toda salida al mundo.
Guinzburg hace además una mención especial: es importante dejar que los varones expresen libremente sus emociones. No penalizar el llanto o la tristeza como algo femenino o como signo de debilidad.
Hacer conciencia sobre la manera en que nos expresamos acerca de las emociones de los chicos. Nuestros hijos prestan especial atención a ello y la manera que nosotros tenemos de expresarnos frente a sus emociones modela el cómo ellos se expresarán frente a las nuestras.
El sistema de creencias (Walsh, 2011)
Finalmente, aquello que los miembros de una familia creen, tiene alto impacto en la manera en la que la familia vive, y es de especial consideración frente a la intención de estrechar lazos en pos del bienestar de todos.
El sistema de creencias implica “valores, convicciones, actitudes, sesgos y asunciones” que influye la manera en la que nos relacionamos con otros, actuamos y tomamos decisiones.
En una familia de estrechos lazos, las creencias se construyen conjuntamente y se comparten. Los padres defienden el punto de vista familiar con sentido común y de manera amorosa y ayudan a los hijos a construir conciencia sobre él. Cuando una familia comparte creencias acerca del entorno también se ve fortalecida en su unión y posición frente al mundo. Para ello es de radical importancia que los padres vivan de adentro hacia afuera y eviten el existir de afuera hacia adentro, algo que ocurre hoy en muchos hogares y es, muchas veces, el corazón desde el que se construye el malestar familiar.
“Las creencias compartidas dan forma a las normas familiares expresadas a través de patrones y reglas predecibles que gobiernan la vida familiar” (Walsh). Así, un sistema de creencias y reglas firme otorga seguridad emocional a los miembros de la familia.
Estrechar lazos entre los miembros de la pareja primero, y con los chicos después, es posiblemente uno de los secretos de la armonía y bienestar familiar. Para ello, la familia tiene que ser el espacio, la plataforma de despegue y llegada para cada uno de sus miembros; y el mundo exterior, simplemente, el espacio que se atraviesa cuando se vuela. Pero no es posible volar seguro sin un aeropuerto desde el que partir y otro al que llegar.
Referencias:
Guinzburg KR (2006) A Parent´s Guide to Building Resilience in children and teens. Giving your child roots and wings. American Academy of Pediatrics
Walsh F (2011) Strengthening Family Resilience, second edition. Guilford Press.
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