Mi hijo tiene fea letra, ¿es eso un problema?

Por: Silvia Renata Figiacone

A partir de los cuatro o cinco años, los chicos comienzan a demostrar interés por dibujar las letras, reconocerlas y nombrarlas. Es común que al finalizar los cuatro años, si están escolarizados, sean capaces de reconocer o incluso escribir su nombre así como de nombrar gran cantidad de letras.

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Cada vez más temprano los niños tienen acceso a la lectoescritura y los adultos les acercamos el mundo literario a través de libros, imágenes, carteles y, en los últimos años, dispositivos electrónicos.

Al llegar a la escolaridad primaria los chicos comienzan a utilizar la escritura como medio de expresión y a refinar su grafía y producción escrita. Dos años después, la letra manuscrita es bastante armoniosa ya y suele ser legible aún por adultos que no están acostumbrados a leer caligrafía infantil.

Sin embargo, algunos niños no desarrollan la capacidad de ostentar una letra legible por todos y escriben con una tipografía angulosa, apretada, despareja, abierta en lo cerrado y cerrado en lo abierto que hace difícil su decodificación.

Cuando la letra similar a la que describimos arriba es posible que ello represente un problema con nombre y apellido: la disgrafía.

La disgrafía es la dificultad para expresarse por escrito con claridad y afecta tanto la visibilidad de la letra como la traducción del pensamiento en palabras escritas. Los chicos disgráficos tienen más facilidad para decir lo que piensan que para escribir lo que piensan, y eso se traduce, muchas veces, en dificultades que se expresan en el aula y entorpecen el rendimiento académico.

La disgrafía es un trastorno específico del aprendizaje que puede ocurrir en soledad pero suele ocurrir en compañía de otros desórdenes que afectan el aprender como la dislexia, la discalculia, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o trastornos de espectro autista entre otros.

Que sea una alteración puntual de mecanismos de aprendizaje implica que responde a la presencia de alteraciones en el desarrollo del sistema nervioso central y debe ser atendido y comprendido como tal.

El mundo de mañana (el de hoy en realidad) depara teclados que harán más felices a los chicos que hoy son disgráficos, y que atenuarán las dificultades de escritura con teclas o incluso grabadores de voz. Sin embargo, estos no son recursos siempre bienvenidos en las aulas, y las personas que sufren esta dificultad pueden encontrarse con la triste experiencia de docentes que repiten una y otra vez que deben ser más prolijos y cuidadosos con como escriben, o que devuelven tareas por considerarlas desprolijas.

Los síntomas de la disgrafía son visibles para todos y pueden resumirse en:

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- Dificultades con el modo de tomar el lápiz (es inmaduro para la edad o incluso disfuncional)

- La postura del cuerpo, el papel o la mano al escribir llaman la atención

- Mezclar letras minúsculas y mayúsculas, cursiva o imprenta

- El tamaño y la forma de las letras es irregular

- Se invierten letras y números

- Se sustituye una letra por otra o se agregan letras que en realidad no forman parte de la palabra

- Se utilizan mal los márgenes y renglones

- La velocidad de copia o escritura es menor

- Existe dificultad para organizarse en el espacio gráfico

- La letra es poco a nada legible

- Existe dificultad para responder a comandos verbales que involucran secuencias o acciones que implican la escritura

Todo ello facilita que, especialmente los primeros años de la escolaridad básica, representen un problema para un niño que padece este trastorno. Completará sus tareas con demora, tendrá un cuaderno menos prolijo, experimentará reiteradamente que los adultos no logren leer lo que escribe, y sufrirá al momento de escribir en pluma si su escuela lo exige. Estará a merced de la empatía de sus docentes…

¿Cómo ayudarlo?

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Más allá de recursos profesionales que pueden mejorar las posibilidades de escritura de un niño que sufre disgrafía, en el aula es posible ayudarlo a través de diversas estrategias:

- El uso de un grabador minimiza la cantidad de información a copiar y facilita que rinda en exámenes de manera acorde a su potencial

- Comprender el origen de la desprolijidad y no penalizarlo por ello

- Aprovechar el auxilio de elementos que facilitan la pinza, lápices triangulares, reglas con letras o números etc.

- Trabajar en arena con el dibujo de las letras para mejorar la expresión

- Permitir el uso de computadoras o tabletas para que aprenda desde pequeño a usar el teclado

- Facilitar que use tiempo extra para concluir sus actividades

- Enseñar de manera explícita estrategias compensatorias para minimizar el impacto de la dificultad (uso de agendas, gráficos, colores, etc.)

Cuando los adultos comprendemos las dificultades de aprendizaje, los chicos sufren mucho menos.

Referencias

East V & Evans L (2006) At a glance 2nd edition: a practical guide to children´s special needs. Continuum International Publishing Group

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