La gratitud nos hace más fuertes

Es curioso, cuando se trata de criticar, emitir quejas o juzgar, todos somos expertos y capaces de hablar durante horas, pero al momento de reconocer nuestros logros y ser agradecidos con la vida, generalmente somos muy tacaños. Decimos "gracias" como una mera formalidad, pero no siempre lo sentimos como algo genuino.

Es impresionante la cantidad de energía invertida en sabotearnos y criticarnos, eso nos mantiene estacionados en un nivel de vitalidad bajo cero. Pero no nos damos cuenta que estamos desperdiciando oportunidades de oro cada vez que estamos ante algo positivo y omitimos su reconocimiento.

Expresar gratitud por un acto de amabilidad beneficia a ambos, al que da las gracias y a quien las recibe; aun cuando sean extraños, aun cuando la acción haya sido tan pequeña como ceder el paso, entre ambos se crea un espacio de valoración mutua, un puente de reconocimiento, un vínculo que va tejiendo un entramado social más positivo y constructivo.

La gratitud como fortaleza
No sé por qué nos enseñaron a asociar la gratitud con la debilidad, quizás para mantener al otro en calidad de "inferior" y no tener que respetarlo como un igual. A ciencia cierta, no tengo una sola respuesta, lo que sí sé es que la gratitud nada tiene que ver con la debilidad. Es como si dijéramos que alguien es débil porque se da la oportunidad de amar.

Decir que la gratitud es tan poderosa como el amor tampoco es una exageración, ambas comparten el poder de confirmar nuestra existencia a través del otro, son las palabras y las acciones del otro las que nos sacan del marasmo de nuestra cabeza para traernos de regreso al aquí y ahora.

¿Cuantas oportunidades tenemos para ejercer la gratitud, las hemos contado? Quizás no, porque tampoco nos enseñaron a reconocerlas.

¿Cómo es la gratitud? La gratitud es como un fruto de tres capas, cáscara, pulpa y semilla.

La semilla no está expuesta, pero determina la forma del fruto; es un nivel íntimo, un diálogo interno entre nuestro espíritu y una energía trascendente, que algunos llaman Dios y otros simplemente Vida. En la semilla de la gratitud reconocemos los regalos recibidos, agradecemos lo que somos, lo que tenemos y también lo que no, porque eso nos mueve hacia otras metas.

Si lleváramos un diario de gratitud, nos daríamos cuenta de todas las razones que nos da la vida para sentirnos agradecidos. Hacer una lista de ello es muy útil para ejercitar el autoreconocimiento; conocer nuestro valor nos da seguridad en la vida, y nadie puede despojarnos de ello o hacernos daño si no lo permitimos.

El siguiente nivel del fruto de la gratitud es la pulpa, carnosa y generosa en oportunidades para reconocer el esfuerzo de otros. Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir estamos interactuando con gente. Independientemente de lo que opinemos de una persona, nuestra disposición a la gratitud puede estar ahí como una oportunidad para construir un puente. Practicar la gratitud también implica reconocer y abrazar el presente, agradeciendo la diversidad como una oportunidad de aprendizaje.

Nada nos cuesta agradecer a los demás por su amabilidad (aunque sea su trabajo, vaya), por su atención, por haber sostenido la puerta para que pasáramos. Todos lo hemos experimentado: un pequeño pero auténtico "gracias" es tan poderoso que puede cambiar el día o la vida de alguien.

Pero también hay que tener cuidado con las sorpresas, quien es amable o hace favores sólo para recibir algo a cambio, es un fruto artificial e insípido.

El tercer nivel de gratitud es la cáscara, en este caso es delgada pero duradera, porque implica acciones de gratitud para corresponder al gesto de alguien. Aquí es importante cómo interpretamos las acciones de los demás. Uno no debe sentirse obligado a corresponder de igual manera a quien le hizo un regalo o le brindó ayuda. Muchas veces el agradecimiento se guarda y se cultiva en el corazón esperando incluso años para corresponder a la solidaridad de alguien.

Mientras llega la oportunidad, basta dar las gracias de todo corazón y no sentirse en deuda eterna, porque entonces la gratitud se convierte en falta y pierde todo su efecto positivo. Sentirse en deuda es una forma de mantener una relación con alguien, pero eso no quiere decir que exista un lazo de solidaridad entre ambos.

El siguiente paso
Para quien quiera dar un paso más, la gratitud también implica saber recibir el reconocimiento de los demás si llega la ocasión. Cuando alguien agradece y valora nuestro esfuerzo, está devolviéndole el sentido a los pequeños actos cotidianos; muchos de ellos son "obligaciones" laborales o tareas domésticas, pero es importante renovar su significado día tras día, de otra manera terminamos por sentirnos desmotivados y nos convertimos en burócratas de nuestra propia vida.

Termino este post con una frase de Meister Eckhart: "Si la única oración que rezaste en tu vida fue 'Gracias', con eso es suficiente".