Pareja: aprender a poner límites

¿Hacer lo que sea "por amor", aun cuando ello implique pasar por encima de uno mismo y hacerse daño? Creo que hay algo raro -por no decir violento- en este concepto del amor. El sacrificio y la abnegación están bien para los dioses, los héroes y las acciones de voluntariado. Sin embargo, cuando uno se niega a sí mismo en una relación de pareja, lo que ocurre tarde o temprano es que terminamos por ser menospreciados, pues al vulnerar nuestros límites perdemos esa fuerza interior que provocó el primer enamoramiento.

Y bien, la pregunta es cómo establecer límites. Aquí hay algunas reflexiones para empezar:

Amarse a sí mismo. El amor es una forma de energía; quien no sabe amarse a sí mismo no recibe el amor que necesita. Esto no quiere decir volverse egoísta, sino aprender a respetar nuestra propia esencia, reconocer nuestras preferencias, establecer límites y saber qué estamos dispuestos a negociar. Pero, ojo: actuar en contra de nuestra voluntad sólo por complacer al otro no es negociar, es ejercer violencia contra uno mismo y sentar un precedente para que el otro haga lo mismo. Si respetamos nuestros propios límites en cada acto, lograremos que el otro los respete. Y si no lo hace, puede que no valga la pena conservar una relación así.

Hablar sin temor. No podemos esperar que el otro adivine nuestros límites. Antes que una situación se convierta en crisis hay que dialogar, sin dramas ni gritos, y establecer qué nos está molestando. Saber en qué aguas nadamos es lo mejor que nos puede ocurrir, pues garantiza la libertad y la autonomía necesarias para que cada uno tome sus propias decisiones y se haga responsable de su vida.

Aprender a decir que NO. Requiere práctica, sobre todo si fuimos educados para complacer al otro (que sigue siendo el caso de muchas mujeres en algunas regiones de nuestro continente). Hay dos temores implicados: a) la reacción del otro puede resultar agresiva o manipuladora y b) tememos decepcionar al otro y provocar que se aleje. No importa cuál pase primero, si van a ocurrir, lo mejor es que sea desde un inicio para evitar hacerse daño después. Una persona que reacciona con agresividad o se siente en permanente decepción, no ha resuelto algo en su interior y pretende que vivamos solo para cumplir sus expectativas, no para ser y hacer lo que en esencia nos corresponde.

Los puntos sobre las íes. La claridad lo es todo: entre más específicos seamos, mejor, aún cuando la otra persona se sienta incómoda con los detalles. En primer lugar, es necesario aclararlo con uno mismo y saber cómo nombrar lo que nos molesta, pues con ello se evita que el otro malinterprete nuestra petición. Por último, hay que asegurarse que el otro haya identificado realmente de qué límite estamos hablando.

Cambiar juntos. Lo único constante en la vida es el cambio: hay ciertos límites que se vuelven más rígidos y otros que se hacen más flexibles con el tiempo. En el ámbito sexual es donde usualmente ocurre lo segundo, ya que la confianza y la práctica ayudan a vencer tabúes o miedos. Lo que ayer era un "No" definitivo, mañana puede ser un "Tal vez". Si hay madurez, comunicación y reflexión, es posible mantener una vida sexual plena.

¿Sabes ponerle límites a tu pareja? ¿Cómo lo haces?