Anuncios

Soltar y avanzar

Para algunos de nosotros, tomar decisiones en la vida no es tan sencillo. Veo con admiración a los que parecen tener un conocimiento innato sobre lo que quieren hacer y hacia dónde se dirigen en lo cotidiano, en lo laboral y lo emocional. A veces pienso que no soy capaz de apegarme a un solo plan, temo viajar por la vida como un nómada hacia donde el paisaje parece más cálido o más próspero, ahí donde parece estar la respuesta que busco. Y a pesar del impulso que me lleva a moverme de lugar, dar el primer paso resulta atemorizante, porque he generado una apego hacia los ritmos y las actitudes que me hacen sentir segura y confiada.

Dar el primer paso puede resultar atemorizante - iStockphoto
Dar el primer paso puede resultar atemorizante - iStockphoto

Sin embargo, lo que he aprendido en estos días es que el apego y el compromiso son dos cosas bien distintas, tan distintas como la costumbre y el amor. El apego sirve para sobrevivir, mientras que el compromiso es con la propia vida.

La pregunta es cómo avanzar sin perderme en el camino. Lo pregunto un poco para mí misma y otro tanto para un par de amigas que, como yo (como muchos), estamos tratando de caminar hacia la salida, de tomar una decisión sin drama, inteligentemente, sin ser impulsivas, comprometidas con la vocación. A modo de respuesta, he hecho un pequeño plan para soltar y avanzar. No sé si funcione, pero hay que intentarlo:

Un proyecto, un día a la vez. Justo al final de los ciclos se nos presentan todos esos proyectos que hemos dejado pendientes. Ante tal panorama, envueltos por el temor, se hace difícil tomar la decisión. ¿Qué sigue? Un paso muy simple es hacer una lista, mirar los proyectos, luego mirarse al espejo y ser honestos. ¿Cuánta energía tengo? Este proyecto es muy atractivo, ¿pero tendré la fuerza para emprenderlo? Tal vez se trata de elegir un proyecto menos ambicioso, ese que nos permita avanzar de a poco, que nos dé el impulso hacia a la salida.

Ensaya la experiencia. Dedícale tiempo a tu proyecto, digamos, media hora diaria. Pon algunas reglas sobre cómo vas a usar ese tiempo. No divagues en dudas o lamentaciones, enfócate, profundiza, imagina. Si lo que quieres es iniciar un nuevo camino en lo profesional, conversa con aquellos que hacen lo que tú quieres hacer. Si lo que buscas es una relación de pareja, sal, conoce a otras personas, platica, comparte, reinventa tu forma de relacionarte. No tienes que comprometerte con la primera oferta que aparezca; toma tu tiempo, pero hazlo activamente. Lleva un registro de tus experiencias para que al momento de tomar una decisión mayor, tengas frescos tus propios referentes.

No descartes a la primera. Es asombroso cómo ha influido la velocidad de las telecomunicaciones en nuestra perspectiva. Tenemos la impresión de que los resultados de un proyecto deben ser tan rápidos como una búsqueda en internet. No es así. Los ritmos de las relaciones y los emprendimientos siguen siendo tan lentos como hace cien años, y esto no es un defecto del ser humano. La lentitud con la que suceden las cosas importantes es necesaria para que las miremos con atención y nos demos el tiempo de resolver las preguntas fundamentales: ¿es como lo imaginé?, ¿tiene que ver con lo que realmente soy?, ¿será que no estoy vinculándome con la gente correcta?, ¿acaso estoy repitiendo un viejo patrón de comportamiento que no me deja avanzar?

Suelta, sé flexible. Los relatos actuales han cargado al individuo de un sinfín de responsabilidades; pareciera que uno es el único responsable del éxito o fracaso de los proyectos, pero se nos olvida que hay todo un sistema social que atraviesa nuestras relaciones. A veces vemos "casos de éxito" y pensamos que si hacemos lo mismo que esa persona ha hecho, tendremos los mismos resultados, los mismos aprendizajes. Pero es un espejismo, una mirada superficial. Hay que tomarlo como es: una inspiración. Lo que anhelamos, en el fondo, no son los millones (ni la felicidad ni el "éxito") de los otros. Lo que nuestra mirada proyecta en ellos es la búsqueda de una experiencia. A veces hago este ejercicio: ¿qué veo en los otros que me parece tan atractivo? La libertad que proyectan, la calidad de vida que parecen tener, el disfrutar de lo que tienen como si siempre lo hubieran tenido. Entonces: no soy como esas personas y tampoco me interesa serlo, sin embargo, en mis propias circunstancias puedo construir libertad, el disfrute y calidad de vida que anhelo. ¿Cómo lograrlo? Hacer hasta lo imposible por no generar deudas (monetarias o emocionales), hacer todo por conservar la libertad de decidir sobre mi tiempo y mis recursos, por aprender a disfrutar los placeres simples.

Pocas decisiones son irreversibles. O como dicen en mi pueblo: lo único que no tiene remedio es la muerte. Tememos comprometernos con una sola decisión porque pensamos que "es para siempre", pero ni siquiera los hijos son para siempre, nos fueron prestados y tarde o temprano van a volar por sí mismos. La clave, quizás, es hacer que las situaciones se adapten a uno conforme uno va cambiando. Dicho de otra forma: abraza el cambio activamente, deja que la vida que estás construyendo te cambie. Aun cuando todo parece fallar, siempre queda la certeza de que estás moviéndote en la dirección que elegiste. La vida es más larga que un desamor o un fracaso. Si hacemos el ejercicio de mirarla como una gran película (como dicen en inglés, the big picture), veremos que las caídas y las equivocaciones forman parte del guión.

¿Y tú, cómo haces para avanzar?

Tal vez te interese:
Libera tu creatividad
¡Basta de autoexigencia!
La mujer salvaje