Talasoterapia: curarse con el mar

Talasoterapia/ iStockphoto
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El mar ha sido una fuente de inspiración a lo largo de la historia. No sólo los exploradores, artistas y científicos han encontrado en él motivos para aventurarse y dar sentido a la vida. También los especialistas de la salud y el bienestar han recurrido al océano para desarrollar un sinfín de tratamientos con el objetivo de prevenir y aliviar tanto dolencias físicas como emocionales. El conjunto de dichos conocimientos y métodos terapéuticos ha recibido el nombre de talasoterapia, del griego thalasso, mar.

Ya desde la antigua Grecia se recomendaba a las personas convalecientes pasar una temporada cerca del mar con la finalidad recuperar la fortaleza. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XIX que la terapéutica marina se comenzó a desarrollar con fundamentos científicos. Entonces los médicos europeos buscaban remedios para los males que aquejaban a los habitantes de las grandes ciudades. La luz, la brisa, los minerales del agua, el sonido de las olas y el magnetismo propio de la playa devolvían la energía vital a los melancólicos (y tuberculosos) citadinos.

Hoy existen clínicas y hoteles dedicados enteramente a la talasoterapia —sobre todo en países donde escasean la radiación solar y el contacto con la naturaleza—. En estos balnearios se reúnen equipos de médicos y terapeutas que, además de ofrecer tratamientos estéticos, tratan dolencias del sistema locomotor (artrosis, artritis, contracturas, recuperación postoperatoria, lesiones deportivas), problemas emocionales y psicológicos (ansiedad, depresión, neurosis, fatiga crónica y estrés), así como enfermedades respiratorias y de la piel.

Los tratamientos
De acuerdo con la Sociedad Española de Talasoterapia, los tratamientos consisten en la "utilización simultánea, en un entorno marino y bajo supervisión médica especializada, de los elementes marinos". El bioclima, el agua, los lodos y las algas marinas, así como la arena, el plancton y el fitoplancton forman parte de esta cura natural.

Estos son algunos de los usos más comunes de los elementos marinos:

  • Lodo: se mezcla un componente sólido con agua mineromedicinal. Su plasticidad y el poder de retención de agua y calor lo convierten en un elemento ideal para transmitir nutrientes vía cutánea.

  • Algas: se utilizan principalmente cuatro grupos, verde-azuladas, rojas, pardas y verdes. Tienen un poder cosmético, estimulante, tonificante, hidratante y antioxidante.

  • Arena: aquel juego infantil de enterrarnos en la arena tibia tiene un efecto terapéutico favorable para aquellos que sufren artrosis o secuelas de traumatismos.

  • Agua: dependiendo de las dolencias, se recurre a baños en agua fría o caliente, vapor, hidromasaje con burbujas, chorros a presión e incluso aparatos al interior de piscinas de agua marina para facilitar el tratamiento de lesiones.

Más allá de los tratamientos especializados, creo que la sola posibilidad de caminar por la playa, sentarse en la arena y sentir su textura, escuchar el sonido de las olas, dejarse llevar por el vaivén y bañarse con la luz del atardecer es, en sí misma, una forma de ponerse en paz, permitir que la vida fluya y empezar a curar cuerpo y alma.

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