Tomar mejores decisiones
Soy de esas personas a las que se les dificulta elegir cuando hay muchas opciones; entre más haya, más me confundo y pierdo tiempo calculando la probabilidad de cometer un error. Como temo que la decisón pueda dejarme insatisfecha, termino por bloquearme. Al final, para aligerar la responsabilidad, elijo a ojos cerrados o lo dejo al azar. Y entonces pienso (ilusamente): "fue el destino quien decidió por mí".
La vida es una gran secuencia de decisiones que van desde lo más superficial hasta lo más trascendente. Pero es en estas últimas en las que más dificultades o dudas se nos presentan. Es sólo después de haber tomado la decisión que podemos analizar de qué manera lo hicimos y si fue buena o no la estrategia.
Aunque nadie experimenta en cabeza ajena, quisiera compartirles algunas de las estrategias que he recopilado a lo largo de los últimos años. Quizás les puedan serivr para algún momento de indecisión o incertidumbre.
Cuando hayas analizado muchas opciones y ninguna te convenza, habla con un amigo y pídele su opinión. A partir de eso reduce tus opciones hasta que te quedes con dos o tres máximo, y no pierdas tiempo haciendo pronósticos pesimistas. Dicen los psicólogos que cuando sufrimos una pérdida, en realidad nos duele menos de lo que temíamos.
A veces, el simple hecho de tener que dar explicaciones a los demás hace que posterguemos el momento de tomar una decisión. Si ya estás convencido de lo que quieres, prepárate para hablar sobre ello. Por ejemplo, busca datos y argumentos que respalden tu decisión, pero plantea también aquellos que indiquen que puedes estar cometiendo un error. Haz un balance, evalúa los objetivos, los riesgos, las posibles pérdidas y también las ganancias. Eso también te dará más claridad y humildad al momento de actuar y de exponer tu decisión.
Confía en tus tripas, sigue tu intuición. Es difícil hacerlo cuando nos han enseñado a defender nuestras elecciones con pruebas tangibles y argumentos. Sin embargo, la intuición es tan válida y poderosa como cualquier razonamiento, simplemente porque forma parte de nuestro instinto de superviviencia. La prueba es que, según un estudio de la Universidad de Princeton, cuando vemos una cara nueva, tardamos sólo una décima de segundo en formarnos un juicio sobre la persona. Y si nos dan más tiempo, en lugar de rectificar nuestro juicio instantáneo, lo reafirmamos.
Dicen las mamás que no se debe tomar una decisión cuando uno está enojado, y tienen mucha razón. El enojo nos ciega, nos vuelve impulsivos y agresivos. En cambio, dicen que las mejores decisiones se toman después de un periodo de tristeza. Salir de una depresión implica un gran esfuerzo, un trabajo de resilencia en el que la mente y el espíritu hacen todo para evitar volver a sufrir una pena grande, y eso incluye mirar las cosas de forma realista para tomar mejores decisiones.
Cuando algo sea tan bueno que parezca sospechoso, hay que recurrir a la comparación. El ejemplo de la oferta del supermercado es muy útil. Un artículo se anuncia con un descuento del 40%. Al mirar el precio original nos parece que la oferta es magnífica, insuperable, y ahí se activa la sospecha. Entonces hay que comparar el precio reducido con el precio original del mismo artículo pero de otra marca. Es ahí donde se empiezan a disipar las dudas.
Hay momentos en que las opciones se nos presentan con baño de oropel, y cuando las comparamos con aquellas que se anuncian tímidamente, nos parece que lo que brilla puede generar más satisfacción o ganancia. Para no dejarse llevar por el "bling-bling" y evitarse desilusiones, lo mejor es analizar las opciones desde varios ángulos.
¿Y tú, cómo haces para tomar buenas decisiones?