Vacaciones por separado

Desde hace seis años, Adriana y su marido parten de vacaciones por separado. Durante una semana dejan a sus hijos encargados con los abuelos y se regalan unos días, cada quien por su lado. Ella suele quedarse en un spa, conocer algún pueblito desconocido o visitar a sus parientes que viven en el norte. Él prefiere entregarse al buceo -hobby que no comparte con su esposa- y a la fotografía urbana.

A pesar de que vuelven renovados y contentos, no dejan de recibir comentarios que van de lo más inocente hasta lo más suspicaz: que si tienen problemas de pareja, que cómo "se dan permiso", que si no les da miedo que tengan una aventura, que si lo hacen para ver a sus respectivos amantes... Él suele responder: "Cuando se decidan a viajar solos y a confiar uno en el otro, verán lo importante que es regalarse una semana al año". Adriana, por su parte, señala un poco en tono de broma: "Cada año paso 51 semanas con él y sólo una conmigo misma. Pero con esa semana me basta para reencontrarme con mis necesidades y mis afectos, y regresar renovada a la vida de pareja. Por donde lo veas, sale más barato que la terapia".

Como ellos, hay muchas parejas que se toman una o más semanas al año para vacacionar por separado. Los motivos son distintos, pero tal vez el más importante sea romper la rutina conyugal. Después de mirar algunos casos a mi alrededor, llego a la conclusión de que esta iniciativa tiene más ventajas que desventajas:

Ventajas

  • Uno puede reencontrarse consigo mismo, recordar que no se ama porque se necesita, sino que se necesita porque se ama.

  • En la pareja, las decisiones se toman por dos, se piensa en el "nosotros" más que en el "yo". Al viajar solo, se renueva la satisfacción de tomar decisiones para uno mismo.

  • ¿Vacaciones solitarias? No siempre, también se puede ir con amigos. Viajar en una pequeña comunidad hace más festiva la ocasión y la energía se renueva de manera distinta. Incluso se llega a revalorar el placer de viajar en pareja, pues siempre será más fácil ponerse de acuerdo entre dos que entre siete.

  • Como en todas las parejas, también se hacen concesiones a la hora de vacacionar: por ejemplo, suele ocurrir que uno ceda sus ganas de actividad a favor del descanso del otro. Sin embargo, el tomar vacaciones por separado permite que cada quien cumpla (por lo menos una vez al año y a su entera satisfacción) con sus expectativas de descanso o diversión.

  • Vacaciones sin pareja también son vacaciones de la pareja. Aún cuando la vida conyugal funcione bien, en el día a día hay presiones y adaptaciones de las que vale la pena descansar para así poder revalorarlas.

  • Tomar vacaciones por separado genera un espacio necesario para echarse de menos. Quien lo haya vivido sabe que, en general, esta distancia atiza el deseo y hace que la comunicación se vuelva más significativa.

Desventajas

  • Hay muchas parejas que lo asimilan bastante mal. Cuando uno de los dos expresa la necesidad de irse solo unos días, el otro se lo toma personal y piensa que se trata de una huída o que es una reprimenda. Incluso, aunque en apariencia diga que está de acuerdo, en el fondo genera cierta frustración.

  • Otra desventaja (que afortunadamente se convierte en ventaja), es que viajar por separado permite tomar distancia de los problemas cotidianos, ponerlos en su justa dimensión y reflexionar. Es probable que al regreso haya alguna conversación importante para reajustar la dinámica de la pareja. O incluso detonar aquella ruptura que ya venía cocinándose desde antes del viaje.

  • Cuando uno va a un lugar hermoso, quisiera que la pareja lo viera y lo disfrutara por igual, y eso imprime cierta nostalgia al viaje. Sin embargo, esta añoranza también puede convertirse en ventaja: hay un pretexto para regresar, esta vez, en pareja.

¿Ustedes qué piensan de tomar vacaciones por separado?