Tato Bores: Homenaje al Actor Cómico de la Nación
Hace 86 años nacía una de las personas más amadas de la televisión argentina: Tato Bores. Su sagacidad, su crítica sutil y sus monólogos inolvidables marcaron un antes y un después en el humor político de nuestro país. En el día de su nacimiento, repasamos la vida de un grande indiscutido.
Hijo de un comerciante de pieles con importante interés sobre el judaísmo, Mauricio Rajmín Borensztein compartió su infancia en el barrio porteño de Once junto a sus hermanos. Luego de ser expulsado del colegio Julio Argentino Roca, consigió ingresar a la escuela técnia Otto Krause, pero abandonó en el tercer año del secundario. Fanático del jazz, trabajó como "plomo" de una orquesta a los 15 años donde empezó a codearse con músicos y compositores. Así conoció a en una fiesta a Julio Porter, uno de los mejores guionistas de aquella época, y el cómico Pepe Iglesias. El reconocido Iglesias lo convocó en 1945 para que sea su partenaire en Radio Splendid, y Porter le asignó el seudónimo por el cual fue reconocido mundialmente: Tato Bores.
Después de hacerse un nombre en la radio, trabajó en cine y en teatro antes de ingresar a la televisión. Entre 1957 y 1960 acompañó a Dringue Farías en "La familia GESA", por Canal 7. En 1957 debutó por el mismo canal en "Caras y morisquetas", con libretos de Landrú (Juan Carlos Colombres), donde realizaba monólogos vestido con lo que luego se convertiría en su marca registrada: el frac, la peluca y el habano. La idea del frac había sido propuesta por el guinista César Brutto, ya que "había que tener el traje puesto porque quizás con el constante cambio de ministros durante el gobierno de Arturo Frondizi, él podía ser elegido para ocupar un cargo".
Continuó durante los '70 alternando trabajos en el teatro y la TV (en 1973 un Secretario de Prensa de Isabel Perón ordenó sacarlo del aire con la excusa del duelo nacional por la muerte del Perón, pero luego regresó en 1978), y fue allí precursor, junto con Mirtha Legrand, de comer delante de las cámaras. Bores invitó a su mesa a figuras políticas como Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa, entre otros. Sin embargo, el que más frecuentó su programa fue Carlos Menem, que concurrió en tres oportunidades a lo largo de su primera presidencia (1989–1995), motivo por el cual Tato Bores tuvo que aclarar: "No somos amigos".
Quien sí era su amigo era Alberto Olmedo, con quien filmó varias películas en los '80. Continuó con su labor televisiva en varios ciclos, pero mantuvo ciertos personajes, quienes también se convirtieron en hitos de la comedia, como la madre embarazada eternamente porque su hijo no quería nacer en Argentina, interpretada por Gabriela Archer, o el político corrupto que interpretaba Roberto Carnaghi.
Volviendo a la primera presidencia de Carlos Menem, fue durante ésta que Tato fue víctima de uno de los casos de censura más famosos de nuestros medios. En 1992, la Jueza Federal María Romilda Servini de Cubría recibió una multa de la Corte Suprema de Justicia, y Tato decidió hacer una mención al respecto. Cubría se enteró antes que salga al aire, y presentó un recurso para que no fuera transmitido ese fragmento. Fue censurado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal. El domingo siguiente, y en repudio a la censura, un grupo de personalidades de los medios ofrecieron su apoyo a Bores cantando: "La jueza Barú Bubú Budía es lo más grande que hay". Ese mismo año fue declarado "Ciudadano Ilustre" por el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.
Su último ciclo fue "Good Show", en 1993 por la pantalla de Telefe. Al año siguiente, durante una operación de una hernia de disco, se le diagnosticó un cáncer óseo que yo no le permitió volver a trabajar. El 11 de enero de 1996, a los 69 años, falleció en su departamento de Palermo rodeado de su familia. Sus hijos, Sebastián y Alejandro, decidieron homenajearlo unos años más tarde haciendo un ciclo denominado "La Argentina de Tato", un compilado de sus mejores trabajos en los últimos años. Su hijo Alejandro continúa la linea de su padre realizando actualmente una columna de humor político en el diario Clarín, mientras que Sebastián es un exitoso productor televisivo. Visto desde afuera, ambos tuvieron el privilegio de crecer y trabajar con una de las personas más talentosas y perspicaces que albergó la televisión argentina. Por siempre, Tato.