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A 'Blonde' le salió el alegato feminista por la culata

Blonde parece haber cumplido eso de “mucho ruido y pocas nueces”. Porque después de tener a su favor uno de los elementos esenciales para asegurarse el éxito en el mundo del cine, como es la expectación anticipada del espectador, su paso por Netflix se ha desinflado más rápido de lo que hubiéramos imaginado. O eso nos dicen las cifras que claramente sentencian que el alegato feminista le ha terminado saliendo por la culata.

Ana de Armas como Marilyn Monroe. Cr. Netflix © 2022
Ana de Armas como Marilyn Monroe. Cr. Netflix © 2022

La película protagonizada por Ana de Armas se estrenó en la plataforma el 28 de septiembre, hace justamente dos semanas. Y si bien vivimos una especie de ‘blondemanía’ durante los primeros días como fruto de la curiosidad y expectación que le rodeaba desde hacía meses -que hizo que el título estuviera en la cima de las películas más populares del servicio- no tardó en decaer poco a poco. Y así lo demuestran los datos de Netflix.

Porque por más que algún día apareciera en el #1 de lo más popular de la plataforma, lo cierto es que en su primera semana fue vista unas 37.340.000 de horas, siendo superada por una película de acción previsible y del montón como Lou (46.190.000 de horas) (Datos: Top10.Netflix). Es más, si bien sabemos de sobra que el punto fuerte de Netflix son las series, llama la atención que los datos de Blonde suponen la octava parte de las 299.840.000 de horas que el mundo vio de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer. Sin embargo, la conversación en torno a Blonde continuaba, en redes y en la calle, con reacciones de todo tipo mientras la película seguía apareciendo en el ranking de lo más popular que nos recibe al entrar a la plataforma.

Pues en su segunda semana, según los datos actualizados por Netflix, sus cifras bajaron estrepitosamente hasta las 17.410.000 de horas vistas, siendo superada por más películas del montón, olvidables y carentes de la intención artística que tiene Blonde (nos guste o no, es de las producciones más arriesgadas y de gran envergadura artística del momento). Hablo de La chica que lo tenía todo (43.080.000 de horas) y El teléfono del señor Harrigan (35.420.000 de horas), dos largometrajes que olvidas a los minutos de verlos. Cintas pasajeras que no dejan huella.

Además de estas cifras, existe un detalle que personalmente me llama la atención. Y es la diferencia con el ranking de películas más populares dentro de la plataforma, ese que contabiliza una película o serie dándola por vista cuando hemos superado los dos primeros minutos de visionado. No sé ustedes, pero me ha pasado un par de ocasiones que al hablar de Blonde con varias personas me dicen que no pudieron terminarla. Que no la entendían, que les daba rechazo pero que, al final, compartían la misma reacción de apagarla antes del final. Un detalle que nos haría entender el que se mantenga en el Top10 de lo más popular muy cerca del podio en algunos días (dado que muchos la empiezan a ver) pero luego, a la hora de la verdad y durando casi tres horas versus las menos de dos horas del resto, haya sido superada por otras producciones de calidad argumental inferior.

Ana de Armas como Marilyn Monroe y Adrien Brody como The Playwright en 'Blonde'. Cr. Netflix © 2022
Ana de Armas como Marilyn Monroe y Adrien Brody como The Playwright en 'Blonde'. Cr. Netflix © 2022

Confieso que personalmente no me lo esperaba y creo que muchos, probablemente ni Netflix, tampoco. Es más, me esperaba que fuera un bombazo que generara conversación hasta el punto de despertar la curiosidad de todos aquellos que no pensaban verla, provocando una posible sensación viral aupada por el fervor crítico al tratarse de una cinta que genera tanto debate.

Pero entre la práctica de Netflix de bombardearnos con estrenos que, a priori podría ser contraproducente al apagar el momento de auge que puede tener una película, y el boca a boca negativo que le ha perseguido, Blonde no parece haber sido el fenómeno esperado. Y es curioso porque, básicamente, en el mundo del cine llevábamos más de un año esperando verla, motivados por la curiosidad de descubrir si el director Andrew Dominik había llevado la historia por los mismos derroteros ficticios y polémicos que hacía la novela de Joyce Carol Oates en la que se basa. Motivados también por las decisiones de darle calificaciones adultas en muchos territorios, con noticias que hablaban de “contenido sexual” en una película sobre un icono como Marilyn Monroe.

Y si buscamos un motivo claro del resultado creo que podríamos encontrarlo en lo más evidente: el retrato victimista utilizado como alegato feminista que no ha colado, ni entre la crítica o la audiencia. Porque si bien Blonde no pretender ser una biografía, sino que es una re-imaginación ficticia de la figura de la actriz, termina convirtiéndola en una víctima perpetua de los hombres, la industria y la vida general. En una mujer sin la valentía ni agallas de romper con las cadenas del trauma sino mantenerlo, incluso permitirlo a pesar de la experiencia, como si fuera inocente, débil y sin poder alguno. Cuando, en realidad, si bien Marilyn vivió etapas difíciles y tuvo que lidiar con los estereotipos machistas, luchó por romper con ellos.

Victimizándola con cada etapa de su vida, Blonde desnuda a Marilyn de sus logros y contagia la sensación de querer resumirla en el rol de mujer abusada por un mundo dominado por hombres, convirtiéndola en mártir de un alegato feminista que acaba por minimizar el poder de la mujer. El poder de la superviviencia. Quizás, y esta es mi opinión, por estar contada a través de una mirada masculina ajena a la experiencia femenina. Y a pesar del debate que genera, la conversación que provoca y el fervor crítico que le persigue, no ha conseguido ser un fenómeno de masas para Netflix.

En mi opinión, es probable que se deba justamente a eso mismo: al rechazo contra su alegato que, en lugar de provocar más curiosidad entre los espectadores, ha terminado generando lo contrario. Indiferencia o desinterés entre aquellos que no la han visto todavía, decayendo en visualizaciones mientras la historia de Jeffrey Dahmer, el pobre intento de hacer algo nuevo de Stephen King (El teléfono del señor Harrigan) o Mila Kunis tanteando el #MeToo con una trama melodramática (La chica que lo tenía todo), le roban la partida.

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