Bodas de sangre: amor, violencia y traición según Lorca
Después de postergaciones, pandemia y modificaciones en su elenco original, hoy se estrena en el Teatro San Martín Bodas de sangre, emblemático texto de Federico García Lorca en manos de una directora como Vivi Tellas, creadora vinculada con al mapa de la vanguardia, de la experimentación escénica. “La tragedia contemporánea sucede en medio del festejo, del rumor. El deseo es una forma de trance que no se detiene, que no tiene límites”, reflexiona la directora de tantos biodramas, la que llevó a John Cage al Teatro Colón, la que alguna vez integró la banda de rock Bay Biscuits, la creadora que reconoce que le gusta “andar por caminos que no conozco ni controlo”. Esta trama rural de un deseo descontrolado se estrenó en Madrid, en 1933. En Buenos Aires, ese mismo año, tuvo su versión a cargo de Lola Membrives. Desde ese momento, hubo más de 40 versiones locales dirigidas, entre otros, por creadores como Juan Carlos Gené y Alejandra Boero. En 1986, también en San Martín, el gran director español José Luis Gómez presentó la suya en la que actuaba la gran Blanca Portillo.
Ahora es el turno de este elenco definido por el talento y variedad en un puesta que, seguramente, no pasará inadvertida como sucedió cuando Vivi Tellas estrenó, hace 20 años y en la misma sala Martín Coronado, La casa de Bernarda Alba. “Desmitificar podría ser la mejor palabra para explicar la intención de Vivi Tellas a la hora de poner en escena a Bernarda Alba, comenzaba la crítica de LA NACION sobre ese montaje en el que Lucrecia Capello, como la abuela, aportaba una cuota de delirio extraordinario que tenía su punto más impactante con un desnudo en escena de esa mujer que condensaba el deseo reprimido de la casa. En esta puesta, como en la actual, Vivi Tellas contaba con un aliado fundamental de todo esto: la escenografía del artista plástico Guillermo Kuitca.
A 94 años del estreno de este clásico, en el escenario de la sala Martín Coronado la madre es María Onetto, la actriz que formó parte de aquel elenco de Bernarda Alba, la protagonista de la película de La mujer sin cabeza y de tantas obras de teatro; Leonardo es Nicolás Goldschmidt, el actor que hizo de Maradona en Sueño Bendito, el exintegrante de Chiquititas como de tantos montajes de neto corte experimental; y la novia es Miranda de la Serna, la intérprete que en la película Bruja actuó junto a Érica Rivas, su madre; la hija de Rodrigo de la Serna que hace de hija del personaje de Leonardo Sbaraglia en la película Corazón errante. Y juntos a ellos, Luciano Suardi, como el padre; Alfredo Staffolani, como el novio; y un variado y numeroso elenco en el que conviven intérpretes claves de la escena alternativa.
El viernes pasado fue el momento de tomar contacto con el vestuario diseñado por Pablo Ramírez. Luciano Suardi no puede creer la capa con forro violeta impecable que le acaban de dar. Tampoco sale de su asombro Miranda de la Serna con los vestidos que tiene colgados en su camarín, que está frente al de Nicolás Goldschmidt, el galán de la obra. Nerviosismo, asombro, energías diversas circulan por esta gran fábrica de producción artística.
El metejón de Vivi Tellas con Bodas de sangre tiene claves que ella misma cuenta en modo entusiasmo. “La idea de Lorca sobre la represión, sobre el qué dirán, de lo que hay que hacer en manos de un poeta asesinado por una dictadura siempre me pareció muy atractiva. En general elijo textos que cruzan mi propia historia, mi biografía. Desde siempre, Bernarda Alba me remitió a mi propio pasado en una casa en donde los hombres se iban al trabajo y nos quedábamos todas las chicas en bombacha en la cama de mi abuela”. En ese casa vivían la abuela, dos tías, su madre y ella. Claro que no era una casa dominada por el encierro, era una casa de mujeres libres. “Acá, en Bodas, lo dominante es el misterio y el dolor del amor, la diferencia entre el amor y la pasión, el deseo y el amar a la persona equivocada. Y desde lo social muestra cómo se venden a las chicas, cómo se negocia con las nenas, cómo una madre y un padre hacen casar a su hija como pacto de poder, de negocio que termina en tragedia”, señala la directora trazando paralelismos con la actualidad.
La mayoría de los dramas de García Lorca están basados en hechos de la realidad. De hecho, Bernarda Alba existió. El “crimen de Níjar”, tal como se lo conoció en la época, fue el que inspiró a Lorca para escribir Bodas de sangre. Aún hoy, los familiares de los implicados en esa tragedia repudian que los hechos se hayan convertido en una obra de teatro. “Hay una especie de silencio familiar que increíblemente perdura. Se sienten protagonistas indeseados de un caso famoso mundialmente. Todavía los habitantes de esos pueblos hablan mal de Lorca”, apuntaba el historiador Miguel Caballero en un reportaje con LA NACION, el autor del libro Lorca: basado en hechos reales. Y agregaba que durante mucho tiempo curiosos se acercaban a sacarse fotografías en las tumbas de los protagonistas, por eso sus descendientes ordenaron borrar los nombres de las lápidas.
El investigador reconstruyó aquella boda frustrada que iba a celebrarse el 22 de julio de 1928 en el Cortijo del Fraile, actual Cabo de Gata, Almería. Una tal Francisca, alias “Paca la Coja”, iba a casarse con un hombre que no amaba, Casimiro. La joven se fugó con su primo Leonardo, a quien sí amaba, pero pronto fueron descubiertos. El joven terminó herido de bala y la propia hermana de Paca intentó estrangular a la novia. Lorca había leído el caso en una noticia publicada en El Defensor de Granada. Claro que en la historia recreada por Lorca hay algunas modificaciones.
En su camarín, ahora Miranda de la Serna es la que reflexiona sobre su personaje de la novia. “Es el más complejo que tuve hasta el momento porque atraviesa emociones muy extremas. Hay algo del entender y no entender permanente. Está en el medio de dos hombres, en el medio del padre y de la madre; es un personaje que se está cuestionando todo el tiempo. En el proceso descubrí que esta novia que hago yo es resalvaje, es más parecida a Leonardo. Se va al campo, en patas, con un cuchillo; aproveché esa salvajada para encarar por ahí. Creo es una novia muy parecida a Leonardo y lo exploté a la hora de actuar”.
Nicolás habla del desafío de encarar a Leonardo, el único personaje que tiene nombre en la obra. “Es alguien peligroso, que está en contacto con la violencia, aunque, al mismo tiempo, es un tipo muy sensible. En una escena tenés que trabajar en el borde de lo agresivo y, en la siguiente, ser un tipo extremadamente sensible. Pasar por estos matices fue muy complejo. Por otra parte, al ser una obra clásica, la visión de lo que es el ser masculino impone otra reflexión sobre el rol actual del hombre como el de la mujer. Leonardo al mismo tiempo es un ser muy sensual, felino, misterioso y, en muchos momentos, como una aparición fantasmagórica. Trata de evitar los núcleos y habitar los márgenes. Desde lo interpretativo, me permite transitar algunas temperaturas conocidas en algún punto pero que esta vez será para un público más numeroso. Al mimo tiempo, debo afirmarme en lugares desconocidos de la actuación”, apunta el intérprete de obras tan radicales como Coreamanía, no puedo parar, de Josefina Gorostiza; Ametralladora, de Laura Sbdar y de trabajos mas mediáticos como cuando hizo de Maradona en la serie.
María Onetto lo escucha hablar sobre Leonardo y reconoce que parlamentos de su personaje que podrían ser de Diego Armando. “A mí me pueden matar, pero no me pueden escupir”, dice entre risas cómplices sobre este dicho tan maradoniano. Esta exquisita actriz que había formado parte del elenco de Bernarda Alba toma la palabra. “Mi personaje tiene algo de ser la fuerza trágica de la obra, es la que la anuncia o la intuye desde el principio. Dentro de su cosa conservadora y machista, el papel de la madre tiene su lado vulnerable. En cierto sentido podría ser una Madre de Plaza de Mayo porque vive atravesada por los muertos de sus seres queridos y tiene temor que muera su hijo. La obra reflexiona sobre los mandatos, los mandatos del deseo, sobre las fricciones entre la necesidad, el deseo y la obligación. Es un gran personaje para actuar, tiene muchas puntas que todavía sigo tirando”, apunta quien viene de hacer el unipersonal La persona deprimida, que dirigió Daniel Veronese. Recién ahora, rodeada de tanta gente en una sala teatral, siente que su cuerpo salió de la pandemia.
Las idas y vueltas de Bodas de sangre
Como hace veinte años cuando Tellas montó Bernarda Alba, esta vez los veinte artistas en escena componen una paleta sumamente particular. Por postergaciones en su fecha de estreno y por compromisos previos, no pudieron ser de la partida de Bodas de sangre Cecilia Roth, Maite Lanata, Mauricio Paniagua y Esteban Meloni. Pero el criterio de armado del elenco siguió siendo el mismo. “La apuesta fue ir por fuera del canon. Por ejemplo, Agustín Daulte hace de la criada, pero no hace de mujer, sostiene ese rol. Tampoco busqué al típico galán para el personaje de Leonardo que hace Nicolás. Todos están corridos del lugar establecido. Los leñadores son Maruja Bustamante y Julián Ekar, que es un actor trans; no son dos típicos grandotes. O está Mbagny Sow, uno de los actores del biodrama que hice con dos senegaleses. Es un elenco definido por lo diverso y la mayoría de ellos son creadores integrales, pensadores. Y sumale a dos bestias hermosas como los bailarines Pablo Lugones y Eugenia Roces. Fue muy importante rodearme de creadores de este tipo que ayudan a levantar la piel de este texto bello y descubrir que hay ahí abajo”, admite. Alfredo Staffolani, Laura Nevole, María Inés Sancerni, Claudia Cantero, Florencia Bergallo, Rita Pauls, Nadia Sandrone, María Soldi, Max Suen y la cantaora Nina Loureiro completan el elenco de uno de los títulos más esperados en lo que se refiera a la programación del Complejo Teatral de Buenos Aires.
La actual puesta de Vivi Tellas tuvo una precuela motivada por la pandemia. Es que Bodas de sangre se había anunciado para julio de la temporada de 2020, el año que la pandemia puso todo patas para arriba. En tiempos de confinamiento, el elenco armó un grupo de WhatsApp que llamaron “Bodas de sangre SOS”. Decidieron hacer algo por Zoom, se lo propusieron a la dirección de sala y ese “algo” se terminó llamando Muy Bodas de sangre, un biodrama trágico pensado para el formato audiovisual que fue el que impulsó la creación del ciclo Modo híbrido del CTBA que, lamentablemente, ya no esta disponible en las redes.
Vestida de negro como si fuera un personaje de Lorca, Tellas repara en el trabajo de su admirado amigo Guillermo Kuitca. Es tal su entusiasmo que decide continuar la charla en el tercer subsuelo ubicado justo debajo de la Martín Coronado. Allí, con el piso del escenario como cielo, hay un bosque encantado compuesto por ocho árboles con sus camas. En un momento de la obra, todo ese universo mágico se eleva hasta el escenario. Nicolás es el que está parado ahí, el que va divisando a poco la inmensa platea de la sala. Lo cuenta como su fuera un sueño imposible de cualquier pibe aunque, en verdad, en esa escena hay un cuchillo abandonado en un aire con dolor a sangre.
Tellas repara en las capas de la obra. “Es como una obra trans que se mueve en la época mientras se va creando un nuevo orden. Nada quedará en su lugar. Desaparecen los hombres y aparecen las mujeres, lo cual implica un cambio de paradigma. No se quedan todas ellas llorando. Daría la sensación de que el otro día van a realizar una asamblea de mujeres para ver qué hacen con las armas, con esos varones que murieron por esa misma violencia”, analiza trazando un fuerte vínculo con los tiempos actuales.
¿Por qué ver Bodas de sangre? Lo contesta Miranda de la Serna, la novia, la que debuta en la Martín Coronado de la misma forma que María Onetto había debutado en esta sala cuando formó parte de Bernarda Alba. “Porque es una historia que sigue pasando -apunta sin dar muchas vueltas-. El tema del triángulo amoroso, el enamorarte de la persona equivocada, que el amor pueda doler un montón a pesar de que sea relindo y todo eso. Me gusta la conversación que genera esta historia con la actualidad, con este año, con este momento de la Argentina. Todos se pueden sentir identificados con esta historia. Aunque no conozcas las trama de Bodas… te termina atravesando. ¿Quién no ha pasado por cosas de este tipo? Y esto no es una tragedia a lo Shakespeare. Es, como dice Vivi, una tragedia más a lo Almodóvar, muy actual. La primera vez que lo leí estaba con mi mamá y es muy fácil imaginarse que estás haciendo un Romeo y Julieta. Mi mamá me frenó el carro inmediatamente y me dejó en claro que ella es de la tierra, es salvaje. Es una tragedia rural”.
Para agendar:
Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con dirección de Vivi Tellas. Funciones: de miércoles a domingos, a las 20. Duración: 100 minutos. Sala: Teatro San Martín. Entradas: desde 650 a 1.250 pesos.