Hay un lugar en Bogotá donde se encuentran las marcas colombianas emergentes

Productos expuestos en Ba hué, una tienda que vende productos de marcas colombianas emergentes, en Bogotá, Colombia, 16 de noviembre de 2022. (Nathalia Angarita/The New York Times)
Productos expuestos en Ba hué, una tienda que vende productos de marcas colombianas emergentes, en Bogotá, Colombia, 16 de noviembre de 2022. (Nathalia Angarita/The New York Times)

BOGOTÁ, Colombia — En Colombia, las tiendas de concepto son cada vez más frecuentes en Bogotá, su capital, y ofrecen a los compradores un toque aventurero a la experiencia de la venta minorista, y una oportunidad para que los diseñadores emergentes den a conocer sus productos.

En estas tiendas de variedades, las marcas más nuevas obtienen un entorno de lujo para presentar su nueva ropa, zapatos, accesorios para el hogar, productos de belleza y mucho más. Se trata de una oportunidad de comercialización en tiendas físicas que no podrían generar fácilmente por sí mismas. La mayor de esas tiendas conceptuales trabaja hasta con 200 marcas locales, dispuestas en estanterías y estantes pensados para exhibirlas de la mejor manera posible.

El inventario se mueve con rapidez, y el trabajo de los nuevos diseñadores puede introducirse incluso cada mes. Si los compradores se mantienen al día, disponen de una manera eficaz de seguir las últimas tendencias del país, a la vez que consiguen ofertas en nuevas marcas antes de que se pongan de moda.

“Aquí hacemos una renovación cada quince días”, comentó Catalina Huertas, copropietaria de Ba hué. “Cambiamos toda la tienda. Lo mezclamos todo”.

Ba hué abrió sus puertas hace cuatro años en el barrio bogotano de Quinta Camacho, conocido por sus ordenadas calles bordeadas de casas de ladrillo rojo y estilo Tudor, un vestigio de la fascinación que tuvo el país por el diseño europeo hace un siglo. El éxito de esta concurrida tienda —que lleva abierta unos cuatro años— demuestra hasta qué punto han implosionado los gustos colombianos.

La tienda ocupa los dos niveles de una mansión en una calle históricamente protegida, y los compradores recorren un laberinto de pequeñas habitaciones, y suben y bajan una escalera chirriante para explorar los artículos. Es una especie de casa de la moda con murales en las paredes y techos, maderas y baldosas desiguales en el suelo.

Huertas y su socio, Juan Baquero, se conocen desde la infancia; sus padres eran mejores amigos, y ellos también. La tienda tiene el aspecto de un negocio familiar, pero con marcas muy demandadas como New Anchor, Della Terra y Pluvo. Ba hué, que vende helados con alcohol en la puerta, se dirige a los compradores más jóvenes, y es el único distribuidor de la marca Urban Rock en la ciudad.

Clientes en la tienda St. Dom Bogotá, donde existe una gran variedad de ropa y accesorios, en Bogotá, Colombia, el 16 de noviembre de 2022. (Nathalia Angarita/The New York Times)
Clientes en la tienda St. Dom Bogotá, donde existe una gran variedad de ropa y accesorios, en Bogotá, Colombia, el 16 de noviembre de 2022. (Nathalia Angarita/The New York Times)

Casi toda la ropa es unisex —un concepto todavía extraño en Colombia, según Baquero— y lo que destaca son las blusas, los pantalones, las botas y la ropa deportiva informal, el tipo de prendas que funcionaría en la inauguración de una galería de arte o en una cena tardía en el patio de uno de los muchos restaurantes de Quinta Camacho. Hay numerosos estuches de joyas, estantes con gafas de sol y velas, y una sala entera de productos para el cuidado de la piel.

Al igual que otros propietarios de tiendas conceptuales, los dueños de Ba hué hablan de tener algo más que una relación transaccional con los clientes. “Queremos que vivan al máximo la experiencia de comprar”, aseguró Huertas. Para ello, han abierto una cafetería con todos los servicios en el patio trasero, donde la gente puede pasar el rato, trabajar con su laptop, compartir un café con leche o una copa de vino y quedarse para asistir a charlas periódicas de diseñadores, presentaciones de marcas o degustaciones organizadas por cervecerías locales.

El objetivo de Ba hué es mantener a los clientes en vilo integrando marcas conocidas con artículos de desconocidos. La tienda se promociona como una incubadora de nuevos talentos, e incluso tiene en su inventario el trabajo de los estudiantes de moda locales que se muestran prometedores, aunque eso también es una estrategia comercial.

“Creemos que, si los identificamos desde una fase muy temprana podemos crecer con ellos”, explicó Huertas. “Y la gente que venga aquí verá cosas diferentes a las de otras tiendas”.

En el otro extremo del espectro de tiendas conceptuales se encuentra St. Dom, en la famosa calle 79B de Bogotá, conocida tradicionalmente como la calle de las antigüedades, pero que se ha transformado en un barrio completo de restaurantes y comercios internacionales que atienden a consumidores de alto nivel.

St. Dom se jacta de haber inventado el concepto de “solo en Colombia” hace ocho años, cuando abrió su primera tienda en Cartagena. Rápidamente se convirtió en un lugar donde los turistas de todo el mundo podían adquirir artículos de diseño local para llevar a casa. En consonancia con el entorno de la ciudad portuaria, el local tiene un ambiente playero, como lo describe su cofundadora Maya Memovic.

Cuando la tienda decidió establecer un segundo local en Bogotá, adoptó una estrategia completamente distinta. St. Dom Bogotá es una tienda elegante, con puertas automáticas de cristal, grandes ventanales que enmarcan la mercancía para que se vea desde la calle y maniquíes vestidos con trajes de noche elegantes que se colocan en las salas de exposición. Tiene una gran variedad de ropa, pero son los bolsos de vestir, los collares y las botas de cuero hasta el tobillo los que conforman su personalidad.

St. Dom cuenta con líneas consolidadas y promesas, una mezcla que incluye Ballen, Cala de la Cruz, Camilo Franco y Polite, así como la marca de la casa, Azulu. Hay una sección de ropa para niños con muy buen tamaño, y muy alegre, llamada St. Dom Mini, en la planta superior.

Al igual que la tienda de Cartagena, St. Dom Bogotá está pensada para atraer a lugareños y turistas por igual. Memovic dice que su educación en Nueva York, combinada con su estancia en Colombia, le ha dado una visión de lo que se lleva a cabo a nivel internacional. Ella evita lo que denomina clichés asociados al diseño tradicional colombiano —“mangas grandes, muchos volantes y estampados y grandes pendientes”— y tiene chaquetas sofisticadas de Cubel y piezas inesperadas, como zapatos con estampado de piel de serpiente de la marca de calzado Kaanas o una chaqueta de motociclista de color verde brillante de Otros Inc.

Memovic describió la prenda típica de St. Dom como algo diferente que es “único en el país pero que también funciona en cualquier parte del mundo”.

“Es un gran par de zapatos o un gran vestido que puedes usar en Nueva York, y la gente dirá: ‘Eso es genial’. Me encantaría saber de dónde es’”, concluyó.

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