Bravos en el Real para un Aquiles que desafía roles de género y mal augurio

Madrid, 17 feb (EFE).- Desafiando los malos augurios como Aquiles ante su viaje a Troya, el Teatro Real ha rescatado hoy la ópera que sobre este personaje presentó Francesco Corselli hace casi 280 años para la corte de Felipe V antes de caer en el olvido y que en 2020, con todo a punto para su reestreno, se topó de bruces con la covid-19.

"Esta función tiene un gran valor simbólico", ha subrayado por ello la voz en off del periodista Iñaki Gabilondo justo antes del inicio de las tres horas de este ejercicio de recuperación patrimonial que es "Aquiles en Esciros", para recordar a continuación que "figurará para siempre como señal de un tiempo durísimo que hemos podido superar".

Ha sido transcurridos casi tres años exactos desde el decreto del estado de alarma y los confinamientos, cuando este monumental decorado de apariencia pétrea permaneció durante tres meses plantado y en silencio sobre estas tablas, guardado después hasta que este viernes, al fin, ha sido descongelado y templado por los "bravos" del público.

Aún habrá cuatro representaciones más hasta el próximo 25 de febrero. Lo hará igualmente bajo la dirección de escena de Mariame Clément y la dirección musical de Ivor Bolton, gran especialista en el siglo XVIII, que ha recibido algunos de los aplausos más fuertes por su trabajo al frente de la Orquesta Barroca de Sevilla, cuya labor también ha sido reconocida por los asistentes.

No lo ha puesto fácil el presunto gafe de la obra en su regreso a los escenarios madrileños, pues a solo unas horas de la función se notificaba que, "por enfermedad debidamente justificada del contratenor argentino Franco Fagioli", este no podría hacerse cargo del papel principal, por lo que sería sustituido por el español Gabriel Díaz.

Suya ha sido la gran heroicidad de la velada, pues hubo de preparar el papel en solo tres días y no se le notificó hasta ayer por la noche que saltaría al escenario para el estreno. Esta circunstancia sobrevenida se ha percibido en varios momentos, pero tanto la dirección del Real a través de un mensaje como el público con sus vítores han querido reconocerle el tremendo esfuerzo y el temple en su desempeño.

El reparto lo han completado otro contratenor, Tim Mead (Ulises), el bajo Mirco Palazzi (Licomede), los tenores Krystian Adam (Arcade) y Juan Sancho (Nearco) y, sobre todo, las sopranos Francesca Aspromonte (Deidamia) y Sabina Puértolas (Teagene), que han hecho suyo también el grueso de las ovaciones.

UNA OBRA CON GÉNEROS FLUIDOS.

Franceso Corselli (1705-1778), maestro de Capilla Real durante cuatro décadas por su cercanía con Isabel de Farnesio, escribió "Aquiles en Esciros" como regalo para la boda en 1745 con el delfín Luis de Francia de una de las hijas de esta y de Felipe V, María Teresa Rafaela de España, aunque la pareja seguiría años después un destino funesto que ya empezó a marcar el infortunio de esta obra.

A partir de esas bases, Clément ha apostado por cruzar en su propuesta escenográfica ambos tiempos: el de la antigüedad en la que Aquiles decide si asume o no su destino y el salto a la madurez, y el del siglo XVIII en el que la infanta española reacciona como testigo a este relato construido como una educación sentimental a marchas forzadas para lo que ha de venir.

Con un arranque que bebe de la comedia veneciana, y ante un despampanante decorado que replica una especie de cueva a la orilla del mar, cuenta cómo la madre del héroe lo mandó a ocultarse entre las hijas del rey de Esciros para mantenerlo a salvo de la guerra de Troya en la que, según la profecía, moriría si llegaba a participar.

Solo un día después de la aprobación en España de la ley trans que reconoce la libre determinación de la identidad de género, quiso el azar que se haya estrenado esta ópera que cuestiona los roles clásicos al trasvestir a un epítome de la virilidad como Aquiles, que, para más inri, canta con tesitura de mezzosoprano y es pretendido por un príncipe encarnado por una soprano, la citada Sabina Puértolas.

Suyo ha sido uno de los momentos más aplaudidos, cuando en una suerte de "striptease" se despoja de los elementos que señalan su presunta masculinidad y oprimen su identidad real, uno más de los hitos de esta desconocida del patrimonio nacional que, como se señaló en su presentación, muestra "lo internacional que era Corsini y la coloratura de sus obras", con un barroco sobrio que evoca las arias de Händel en transición a un clasicismo más del tipo de Bach.

Como curiosidad, cabe señalar por último que la de esta noche ha sido la primera representación en la que las tradicionales partituras han sido sustituidas por soportes digitales de última generación gracias a un proyecto del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, si bien es cierto que algunos como el propio Bolton se han aferrado aún hoy a la magia del papel. Javier Herrero.

(c) Agencia EFE