Britney Spears se enfrenta a un nuevo documental perjudicial para su imagen

Britney Spears con su esposo Sam Asghari credit:Bang Showbiz
Britney Spears con su esposo Sam Asghari credit:Bang Showbiz

Britney Spears nunca ha parado de acaparar titulares, ni siquiera durante las épocas en que ha tratado de adoptar un perfil más bajo, aunque no por la noticia que les gustaría recibir a sus fans: el regreso a la música que ella ha prometido en varias ocasiones y que no termina de fraguarse.

En 2021 la cantante recuperó el control de sus asuntos personales, médicos y financieros por primera vez en 13 años. Desde entonces su nueva vida junto a su tercer esposo Sam Asghari le ha llevado a retirarse de los escenarios y se mantiene en contacto con sus fans exclusivamente a través de las redes sociales. Pese a su autoimpuesta reclusión, la pareja vuelve a estar en el punto de mira debido a un documental de TMZ que afirma que Britney se pasa noches enteras sin dormir tomando bebidas energéticas, que está obsesionada con los cuchillos, que no ha visto a sus hijos en más de un año y que su matrimonio afronta "serios problemas".

Sam Asghari ha negado todos esos rumores arremetiendo contra los antiguos colaboradores de su esposa que han hablado frente a las cámaras, para lamentar que se atrevan a contar su historia en su nombre y especular sobre su futuro. Desde su círculo de allegados también aseguran que la cantante todavía considera su extensa carrera su gran "orgullo y alegría", pero la posibilidad de regresar a la carretera no forma parte de sus planes a corto plazo debido al mal recuerdo que guarda de su agotador régimen de giras cuando estaba en la cima de su fama.

"Britney tiene un trauma por las giras. Durante muchos años, le dieron itinerarios agotadores y la obligaron a actuar, incluso antes de su tutela", ha asegurado una fuente al portal Page Six.

La gota que colmó el vaso para Britney llegó en 2018, cuando esperaba que su residencia en Las Vegas llegara a su fin, pero su equipo decidió convertirla en una gira internacional sin esperar a recibir su visto bueno añadiendo más de 30 conciertos en Estados Unidos y Europa. Por si eso no fuera suficiente, se negoció una segunda residencia, 'Britney: Domination', que debía arrancar justo después y alargarse dos años. Inicialmente se canceló bajo el pretexto de que la artista quería centrarse en cuidar de su padre, que estaba atravesando un complicado bache de salud, pero más tarde salió a la luz que él la había obligado a ingresar en contra de su voluntad en un centro de salud mental.

Durante su larga batalla para librarse de su tutela legal, la princesa del pop tuvo la oportunidad de contar lo que ocurría en realidad entre bastidores. Según ella, se la obligaba a actuar sin descanso y sin darle ningún tipo de control creativo sobre el espectáculo. En 2021 declaró ante el tribunal que su padre y sus managers deberían "estar en la cárcel" por desempeñar "un papel enorme a la hora de castigarla" al mentir y asegurar que se negaba a tomar su medicación o que hacía gala de un comportamiento errático cuando se había negado a continuar adelante con su intenso ritmo de trabajo.